Dime a quién citas
El tuit de Trump con la frase de Napoleón que repiten los supremacistas blancos
Hay que tener miedo de que Trump esté usando la misma cita de Bonaparte que Anders Breivik, un asesino en masa de derecha.
Este noruego de 32 años se consideraba un pensador profundo y un gran admirador de la propaganda derechista y rusa que sostenía que la civilización occidental se estaba pudriendo desde dentro debido al multiculturalismo, la mujer empoderada, las minorías raciales y religiosas y el liberalismo. Escribió:
“Cuando empecé a escribir en un blog, me preocupaba cómo podríamos ‘arreglar el sistema’. Poco a poco he llegado a la conclusión de que el sistema no se puede arreglar, y tal vez no se deba arreglar. No sólo tiene demasiados enemigos, sino también demasiadas contradicciones internas”.
“Si definimos el ‘sistema’ como la inmigración masiva de culturas extranjeras, el globalismo, el multiculturalismo y la supresión de la libertad de expresión en nombre de la ‘tolerancia’, entonces esto va a colapsar. Es inevitable”.
“El objetivo de los supervivientes occidentales —y eso es lo que somos— no debería ser ‘arreglar el sistema’, sino estar mental y físicamente preparados para su colapso, y desarrollar respuestas coherentes a lo que salió mal y prepararse para implementar los remedios necesarios cuando llegue el momento”.
“Necesitamos aprovechar la ventana de oportunidad y, para hacerlo, necesitamos definir claramente lo que queremos lograr”.

Después de escribir más de 1.500 páginas describiendo cómo es el deber esencial de todo hombre blanco del mundo —marginar o incluso matar a tantos no blancos y no cristianos como sea posible, por ejemplo—, Anders Breivik detonó una bomba en el barrio gubernamental de Oslo que mató a ocho personas. Luego se dirigió a Utøya, una isla en Tyrifjorden donde la organización juvenil del partido socialdemócrata noruego, la Liga de Jóvenes Trabajadores (AUF), tenía su campamento de verano. Allí utilizó un rifle semiautomático para matar a otras sesenta y nueve personas, la mayoría adolescentes o veinteañeros. Disparó e hirió a otras cuarenta y una personas, en su mayoría jóvenes, a muchas de las cuales les dejaron heridas que les cambiaron la vida.
La frase citada por Trump era el eje de la filosofía de Breivik, que había aprendido estudiando los escritos y las vidas de sus héroes: Adolf Hitler y Napoleón Bonaparte, y que abre uno de los capítulos de su texto: “Quien salva su patria no viola ninguna ley”
También había sido citada anteriormente, el 24 de enero de 2024, por el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, notoriamente violento y violador de la ley, quien también tuiteó: “El que salva a su país no viola ninguna ley”.
Napoleón derrocó al Directorio en 1799, y se nombró Primer Cónsul, y luego se declaró Emperador en 1804 con esas mismas palabras: “Celui qui sauve sa patrie ne viole aucune loi”.
Los emperadores como Napoleón y los dictadores como Bukele no se preocupan por detalles triviales como obedecer la ley. Gobiernan por decreto. Lo escribís, le ponés tu firma y listo, se convierte en la ley del país.
Esa era también la esperanza de Breivik para los países escandinavos: librarse del yugo de la UE “globalista” y acoger a un hombre fuerte racista que condujera al continente hacia una era de paraíso sólo para blancos. Reemplazar “el sistema” de la democracia por una oligarquía supremacista blanca cristofascista.
Por eso es tan preocupante que Trump haya tuiteado la misma frase napoleónica que hizo famosa Breivik, la frase que todo supremacista blanco ha memorizado, junto con las catorce palabras y el número 88 como código para decir “Heil Hitler”.
Sería un error en este punto pensar que cuando Trump cita a gente como Breivik simplemente nos está provocando: la gente está muriendo en todo el mundo porque 500 millones de dólares en alimentos de USAID se están pudriendo en los almacenes; millones han perdido el acceso a los medicamentos contra el SIDA que los mantenían vivos; los niños en ensayos de medicamentos contra el cáncer han sido privados de medicamentos que les salvan la vida, y los trabajadores federales que pensaban que el Servicio Civil los protegería ahora están al borde de quedarse sin hogar.
Lo dice en serio y actúa en consecuencia, en gran medida, con impunidad.
Mientras esté “salvando al país”, sostiene, “no está violando ninguna ley”. Por eso, está desafiando las órdenes judiciales de expulsar a los hackers adolescentes de Musk del Departamento del Tesoro o reiniciar la financiación del NIH (institutos nacionales de salud) y la USAID (la Agencia Nacional para el Desarrollo de Estados Unidos).
Y, a decir verdad, seis republicanos corruptos de la Corte Suprema ya han ratificado la nueva doctrina del dictador estadounidense de la Casa Blanca con la decisión “Trump vs. Estados Unidos” del pasado mes de julio, diciendo que si el Presidente viola la ley al ejecutar “actos oficiales”, es inmune al procesamiento penal por el delito.
Simplemente, se sale con la suya. Mientras esté salvando al país, no viola ninguna ley. Ni se molesten en perseguirlo, dijeron los republicanos en la Corte Suprema; simplemente no tendrán éxito.
Es probablemente por eso que Trump ahora habla de presentarse a un tercer mandato —quizás incluso imitando a Putin y presentándose a la Vicepresidencia, con una figura decorativa para Presidente— porque, como la mayoría de los dictadores a lo largo de la historia, sabe que en el momento en que ya no esté en el poder se enfrentará a la cárcel.
Esta declaración de Trump no fue una broma pasajera ni un meme. La publicó tanto en Truth Social como en Twitter.
Él quiere que todos lo veamos, que lo escuchemos, que sepamos que lo dice en serio.
Nos lo está metiendo en la cara, martillándolo en el teclado, declarándolo al mundo, citando a Anders Breivik.
Y tal vez no sólo en su propio nombre. Kyle Clark, reportero de 9News Denver, cree que es un reconocimiento a los insurrectos armados a los que Trump indultó recientemente: “Como periodista que cubre el extremismo a nivel local, creo que es un error considerar la declaración napoleónica de Trump como una referencia exclusiva al poder presidencial. Piensen en si se interpreta como un guiño y un visto bueno para que cualquier extremista actúe fuera de la ley para ‘salvar’ al país como suponga conveniente”.
¿Es hora de empezar a matar a los liberales? ¿Acosar a los homosexuales? ¿Quemar las casas de los inmigrantes indocumentados?
Después de todo, las bandas de derecha en Rusia y Hungría hacen todas estas cosas con entusiasmo y con la aprobación tácita de Putin y Orbán.
Y ahora Trump está redoblando sus esfuerzos: retuiteó el mensaje de un derechista que decía que podía desafiar a los tribunales si así lo deseaba porque estaba “salvando al país”.
Y su colega multimillonario Elon Musk está arrasando el gobierno federal de Estados Unidos como un incendio forestal en California.
T. S. Eliot se equivocaba: a veces el mundo termina con un estallido en lugar de con un gemido.
* Esta nota fue publicada originalmente en Common Dreams
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