Derrota unánime
El Congreso corroboró el desplome de la inversión pública en el primer año de Milei
La ejecución de inversión pública nacional cayó durante el primer año calendario de la presidencia de Javier Milei un 75,1% real, de acuerdo al informe publicado el viernes 24 por la Oficina de Presupuesto del Congreso. El documento, con corte de datos el 6 del mismo mes, ofrece otros cálculos ilustrativos:
- en relación al Producto Bruto Interno, la contracción de la inversión pública nacional representó casi un punto en sólo doce meses: pasó de 1,3% a 0,4%;
- fue uno de los principales factores de la caída de los llamados “gastos” totales de la Administración Pública y estuvo cerca de triplicar la retracción general del gasto primario, que –compuesto por erogaciones corrientes y de capital, y excluyendo los intereses de deuda– se ubicó en -27,4%;
- la disminución de inversión pública se mantuvo durante todo el año, promedió un 72,1% mensual y en octubre llegó a casi 85%, siempre en comparación con igual mes de 2023;
- sólo en diciembre la retracción interanual de la inversión fue menor a la del gasto primario y bajó de dos dígitos, con una explicación simple: la base para la comparación fue el mismo mes de 2023, con dos tercios bajo el nuevo gobierno.
Creada en 2016, la Oficina de Presupuesto del Congreso tiene como misión dotar de herramientas técnicas a legisladores y legisladoras nacionales. En las votaciones de 2025, no podrán aludir desconocimiento sobre la motosierra aplicada a obras y programas que afectan a sus jurisdicciones de origen o los recortes sufridos por las transferencias de recursos a provincias que sienten además caídas en su actividad económica y, en algunos casos, padecen fuertes endeudamientos previos.
Como lo nominado “inversión pública” no incluye a las erogaciones corrientes, su percepción por la comunidad puede demorar más tiempo que la de otro tipo de recortes. No obstante, el impacto directo existe. Dos rubros sensibles a sus temblores son el empleo generado por las menguantes inversiones estatales y la actividad económica vinculada a proveedores nacionales de insumos para obras públicas.
Desde el punto de vista del gobierno nacional, la realidad corroborada no escapa a lo prometido en campaña. El dilema no lo tienen ni oficialistas ni opositores, sino la gelatina intermedia con vocación de voto. Si lo conseguido a base de guiños y negociaciones es lo verificado por la Oficina de Presupuesto del Congreso, el precio parece haber sido de oferta. Son datos no menores, en el amanecer de un año que renovará la representación de las jurisdicciones subnacionales en las Cámaras.
Invertir, o poner patas arriba
Lo catalogado bajo el nombre de “inversión pública” suma dos componentes:
- la inversión real directa, para adquisición o producción de bienes de capital; y
- las transferencias de capital, que se efectúan sin contraprestación para que otros entes públicos o privados, como jurisdicciones subnacionales u organismos descentralizados, se capitalicen mediante inversiones.
Ambos rubros fueron subejecutados en 2024, y mostraron caídas similares en términos reales respecto del año previo:
Dentro de la reducción de inversión, la aplicada en la función Transporte fue la de mayor peso sobre el total. Decisiva resultó la merma en la órbita de la Dirección Nacional de Vialidad, cuya más notoria función es mantener el sistema de rutas que el gobierno considera ofrendar al lucro privado. Dejarlas en mal estado es un buen modo de instalar la idea de que pagando peaje se viaja mejor. Mientras tanto, en varios puntos del país se han paralizado obras ya iniciadas, que buscaban mejorar la seguridad vial.
Aunque con menor incidencia sobre el total, la función Educación y Cultura sufrió un recorte interanual de inversión de 90 puntos en términos reales. El dato es coherente con la subejecución de las transferencias de capital que habían sido previstas para las universidades nacionales, y tuvieron un retroceso de 97,3% el mismo año en que dos masivas marchas federales demostraron en cada ciudad académica que la educación superior pública sigue reuniendo amplio respaldo social. Como ese ítem no afecta directamente a los salarios universitarios, que aun en baja dan vigor a las economías locales, el real impacto de ese recorte sólo es conocido por las autoridades de cada institución. Con el correr del tiempo podrá cuantificarse, más allá de los respiradores artificiales con que sobreviven las aulas.
Distinta suerte tuvieron los ministerios de Defensa y de Seguridad, a cargo de Luis Petri y Patricia Bullrich, que se posicionaron entre las tres áreas de mayor inversión en adquisición de bienes de capital. Seguridad gastó casi 40.000 millones de pesos en equipamiento, sobre sus 67.000 millones totales. Defensa sumó 31.448 a igual destino, sobre 47.200. Fue el año en que Petri acordó la incorporación de dos docenas de vetustos aviones daneses y Milei decretó amplio secreto militar sobre adquisiciones y obras castrenses.
La polisemia del término “invertir” puede resumir ese orden de prioridades. El primer año de gobierno libertario no mezquinó demostraciones sobre cómo se ha dado vuelta el criterio para vigorizar o descuidar, según el caso, el aporte de recursos públicos.
Nada por aquí, nada por allá
De acuerdo al informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso, a las jurisdicciones subnacionales no les fue mucho mejor que a las universidades. Las transferencias de capital a provincias y municipios fueron ejecutadas en poco más de un cuarto de lo previsto y su contracción interanual en términos reales llegó al 94,1%. Fue uno de los rubros de mayor contribución al desplome general.
El gran desvelo electoral del oficialismo nacional, la provincia de Buenos Aires, resultó fuertemente perjudicada. Su retroceso trepó al 97% en relación a 2023. En noviembre pasado, el gobierno bonaerense volcó a un mapa interactivo las más de 700 obras paralizadas en 126 de sus 135 municipios. La amigable Córdoba registró una caída de 76,3%. Tucumán, cuyos legisladores fueron cruciales para sostener el veto de Milei al financiamiento universitario, padeció una contracción de 84,3%.
Esos porcentuales compaginan con los corroborados durante el año en los globales de transferencias de recursos centrales a los gobiernos subnacionales. La misma Oficina de Presupuesto del Congreso produce un relevamiento periódico sobre el tema. El más reciente se publicó el penúltimo día de octubre, e incluye datos de los tres primeros trimestres del año. Al cabo de ese lapso,
- las transferencias automáticas a jurisdicciones subnacionales, que incluyen los fondos de la coparticipación federal, habían caído 12,6% en términos reales interanuales;
- el retroceso afectaba a todos los distritos, con las dos Buenos Aires en los obvios extremos, pero siempre en baja;
- las transferencias no automáticas habían bajado incluso en términos nominales, con una contracción real de 84,4%;
- sólo la Ciudad Autónoma y Jujuy tenían variaciones nominales positivas en la recepción por esa vía, pero en ambos casos padeciendo una contracción real como la que afectaba a todas las demás jurisdicciones.
La poda llegó incluso a las transferencias de fondos direccionados específicamente para financiar el traspaso a la ciudad de Buenos Aires de funciones de seguridad hasta entonces nacionales. Para el tercer trimestre del año pasado la variación interanual en ese rubro era de -6,2%, afectando a una de las excusas aludidas por el ahora casi extinto PRO para beneficiar al distrito más rico del país, gobernado en la actualidad por Jorge Macri, en detrimento de las provincias.
Otros indicios sobre el estado actual de la economía del país en su amplio territorio lo ofrece la recaudación de cada jurisdicción por Ingresos Brutos. Ese tributo oficia como termómetro del nivel de actividad económica, con la que está directamente vinculado, porque se calcula sobre las facturaciones del comercio, la industria, el agro y el ejercicio profesional. La medición también corresponde a la Oficina de Presupuesto del Congreso, que realiza un seguimiento periódico y en enero publicó las variaciones acumuladas a noviembre de 2024:
Unos más, otros menos. Centros o periferias, opositores o festejantes. Con la motosierra libertaria, todos pierden.
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