El Balseiro es un flash
Avanza la destrucción de las capacidades tecnológicas nacionales
A golpe de repetición, los grandes medios instalaron que el jefe de asesores del Presidente, Demián Reidel, presentó el 20 de diciembre un “plan nuclear argentino” para proveer la energía que demandará el hub mundial de centros de datos para inteligencia artificial (IA) que crecerá como pasto en la Patagonia. Esta estafa bucólica se basa en una evidencia muy improbable y choca contra otra evidencia avalada por la historia completa del capitalismo.
La evidencia muy improbable es que la lluvia de inversiones que derramarían los magnates tecnofeudales para materializar el hub de IA en la Patagonia está motivada por la empatía incontrolable que producen los gritos y la motosierra del líder global que gobierna la Argentina: “A Javier Milei lo aman en Silicon Valley”, sostiene Reidel en LN+. Amor, no dólares por ahora.
La otra evidencia contra la que choca la fantasía de un hub de IA en la Patagonia se basa en un postulado elemental: el dueño de la tecnología toma todo; el resto se queda con las migas, si las hay. Es la historia del colonialismo occidental. En todo caso, hablemos de maquila o enclave.
Peor aún hoy se discute en el Congreso de Estados Unidos un nuevo “Marco de control de exportaciones para la difusión de la inteligencia artificial”, que “busca implementar controles estrictos de exportación sobre chips de IA avanzada y sistemas informáticos utilizados en centros de datos”, en un contexto de neoproteccionismo que tratamos más abajo.
Disipado el humo de colores del anuncio, descubrimos que llamaban guiso a un puñado de porotos crudos, algunos tóxicos:
- el silencio oprobioso y estentóreo sobre el CAREM 25 durante el anuncio significaba su defunción;
- lo reemplazaría un pequeño reactor modular (SMR, por sus siglas en inglés) de INVAP que por ahora es una patente;
- se piensa fomentar la minería de uranio con inversión extranjera, no para la cadena de valor del combustible nuclear, sino para exportar sin valor agregado;
- en la Patagonia hay mucho frío y muchas tierras inhóspitas; y
- Rafael Grossi trueca su presencia incómoda en el anuncio por apoyo del gobierno argentino para dar otro salto hacia arriba en su carrera.
Esto no es un plan nuclear, y menos de IA. Es lisa y llana destrucción de capacidades tecnológicas nacionales, promesa de negocios que no están claros, descripción de la geografía y clima patagónicos, e intercambio de favores.
Si quedaran dudas, recomendamos revisar dos episodios. El primero es la entrevista realizada a Reidel por el streaming La última frontera el 26 de diciembre, donde la cantidad de imprecisiones y tonterías darán vergüenza ajena a las generaciones futuras, con excepción de una acotación simpática que cabe caracterizar como apología del Estado: “el Balseiro es un flash”, dice Reidel (3:19 minutos), y enseguida le quiere contar al periodista la historia del físico austriaco Ronald Richter, que trajo Perón a la Argentina, y el secreto de la isla Huemul.
Esta historia es un antecedente que conduce en abril de 1955 a la creación del Balseiro, instituto universitario público dependiente de CNEA y la Universidad Nacional de Cuyo. Este semillero de buenas noticias para la Argentina hace setenta años que, traducido a lenguaje libertario telúrico, aporta al clima positivo de inversiones, a bajar el riesgo país, o a la estabilidad de los mercados, además de colaborar en la generación de divisas. En este instituto público estudió Reidel con beca completa, es decir, estipendio, alimentación y alojamiento en el Centro Atómico Bariloche.
Hablando de los estragos que está produciendo el gobierno libertario sobre la ciencia y la tecnología local, explica France 24: “Uno de los establecimientos que más padece la fuga de cerebros es el prestigioso Instituto Balseiro, el único lugar en la Argentina donde se ofrece la carrera de Ingeniería Nuclear a nivel de grado”. Es decir, el Estado argentino forma físicos e ingenieros nucleares y el gobierno que asesora Reidel los fuga.
El segundo episodio que recomendamos es el discurso de fin de año del presidente de CNEA, Germán Guido Lavalle, al personal de la institución. “Seamos honestos intelectualmente –dijo–, no vamos a vender 50 CAREM, sabemos que no es así, que no es económicamente competitivo ese reactor”. Muchos referentes de CNEA escucharon atónitos las paladas de tierra sobre un CAREM 25 supuestamente fallecido.
Sin inmutarse por haber sostenido el 10 de diciembre que “la obra del Reactor Nuclear Modular CAREM continúa y no se ha detenido”, el sepulturero ansioso explicó que había encargado a un grupo de CNEA un documento de requerimientos para evaluar nuevos diseños conceptuales. “Recibí el primer borrador del documento –explicó–, un brillante documento analizando las distintas tecnologías, si en la Argentina vamos a hacer un reactor de sales fundidas o de sodio líquido”. De consolidarse esta orientación, este discurso integrará la fauna de los episodios más bizarros en la dramática historia de la tecnología argentina, que es la historia del subdesarrollo argentino.
Pasemos en limpio. Reidel habla del reactor de INVAP que hoy es una patente. Guido Lavalle de un reactor que es “un brillante documento”. Entretanto, la empresa argentina Nuclearis presentó al gobierno el diseño de otro SMR que busca inversores. Todas buenas noticias, si no fuera que los reactores de papel hoy se utilizan para inducir amnesia sobre los 690 millones de dólares invertidos en el CAREM 25 que, con el 63% de avance, aún respira en el ataúd.
El 29 de mayo de 2022 citamos en El Cohete a la Luna a Ann Ganzer, funcionaria del Departamento de Estado de Estados Unidos: “Queremos asociarnos con la Argentina para proveer estos reactores [los pequeños reactores modulares] al resto de la región. Tal vez el que está diseñando la Argentina o alguno nuestro o de algún otro país”.
La volvimos a citar varias veces, explicando que la diplomacia estadounidense no habla por hablar, cumple lo que dice y trabaja como gota de hierro sobre la cabeza de las víctimas –con diplomacia formal e informal y presiones de todo tipo– hasta que logra sus objetivos. Con los libertarios no hizo falta mucho esfuerzo. Convengamos, además, que la Cancillería de Alberto Fernández en la post-pandemia no era exactamente un bastión de resistencia antiimperialista.
Tratemos de salir de esta ciénaga para evaluar las condiciones objetivas del retorcido escenario que le toca navegar a la Argentina.
Primarización y financierización del patio trasero
En un análisis que se propone “develar los orígenes económicos y geopolíticos de la simbiosis entre Estados Unidos y China en torno al período 1990-2010” y el viraje a “la rivalidad entre ambos países después de 2010”, Ho-fung Hung enfoca la adhesión de China a la OMC en 2001 y la magnitud del “shock chino” sobre la economía estadounidense. La emergencia de una coalición comercial anti-China, y la escalada de tensiones aceleraron una reestructuración del orden global en dos bloques [1].
Esta reconfiguración supone dos estrategias y dos formas de liderazgo divergentes para temas sensibles de agenda global, como los semiconductores y la IA, o el cambio climático y la transición energética. Yanis Varoufakis sostiene que “lo mejor que podemos esperar ahora son dos transiciones verdes separadas”, bifurcación que “favorecerá a los conglomerados de combustibles fósiles, que encontrarán formas de enfrentar a unos contra otros, permitiéndoles seguir perforando” [2].
Para comprender de qué se habla, hay que recordar la voladura del gasoducto Nord Stream 2, el encarecimiento del gas que consume la Unión Europea (UE) y la incipiente desindustrialización de Europa –que resquebraja sus planes de transición energética y los compromisos de la UE con el Acuerdo de París (2015) sobre metas de desacarbonización–, y el conflicto Palestina-Israel, que hoy tiene dimensión de genocidio.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta, impulsada desde 2013 por China, es confrontada por la “Alianza para la Infraestructura y la Inversión Global”, presentada en junio de 2022 por Estados Unidos y sus socios del G7. Estos programas combinan objetivos geopolíticos y geoeconómicos excluyentes. En particular, la modalidad de inversiones ingentes de China en América Latina –76.868 millones de dólares en 86 proyectos en el período 2005-2019 [3]– contrasta con las formas históricas de intervención predadora de Estados Unidos en la región. El creciente protagonismo del grupo BRICS+, al que se acaban de sumar como socios Bolivia y Cuba, refuerzan esta modalidad alternativa de intervención.
Como contrapunto, si bien la prioridad que explicita el Departamento de Estado es desconectar a América Latina de China, Gary Prevost señala que no se observa “una estrategia coherente”. Esta ausencia puede inferirse de “la baja prioridad que ha recibido la región desde el 11 de septiembre de 2001 por parte de los responsables de las políticas estadounidenses” [4].
En este escenario, hoy considerado como franco conflicto hegemónico, el proyecto de globalización neoliberal iniciado por Reagan y Thatcher se desplaza hacia un neoproteccionismo acelerado de las principales economías. El síntoma más claro es el retorno de las políticas industriales en Estados Unidos –exenciones tributarias, subsidios, protección arancelaria, créditos blandos, compras y contrataciones estatales, inversión pública masiva en I+D, y, llegado el caso, nacionalizaciones– para impulsar la regeneración del entramado productivo nacional.
El offshoring (o deslocalización de empresas de Estados Unidos), junto con las cadenas globales de valor del período dorado de la relación China-Estados Unidos, son reemplazados por el llamado ally-shoring, que supone “reconstruir las cadenas de suministros para abastecerse de materiales esenciales en países que comparten los mismos valores democráticos que Estados Unidos” [5]. Otros términos que hacen furor en documentos y artículos académicos son nearshoring y friendshoring.
En agosto de 2022 el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de Chips y la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), “la pieza legislativa sobre clima y energía más importante adoptada por Occidente hasta la fecha, y el inicio de una nueva carrera armamentista en materia de energía limpia”, según The Economist [6]. Es esta reconfiguración el fetiche de la “seguridad nacional”, sacudido para justificar la vigilancia sobre los recursos naturales de América Latina como propios y para justificar los avances para la desconexión de la región de China.
Ahora bien, la retracción al neoproteccionismo acelerada de Estados Unidos exige la mayor desregulación y apertura de las economías periféricas “amigas” para garantizar un bajo o nulo control sobre los insumos que demanda su política industrial. Mientras que el protagonismo creciente del grupo BRICS+ aparece como dique de contención de la asfixia primarizadora y endeudadora implícita en el esquema financierizador de la “reindustrialización” de Estados Unidos, la Argentina libertaria elige el alineamiento incondicional a la geopolítica del “patio trasero” y el alejamiento del grupo BRICS+.
Mandato colonial
Este encuadre hace se codifica en el mega DNU 70/2023, la ley 27.742/24 de “Bases” y el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) contenido en esta ley. A contramano de la tendencia global proteccionista de las economías centrales y la posición del grupo BRICS+, en este marco legal cada componente de política pública que da cuenta del éxito de los países desarrollados y emergentes fue quirúrgicamente soslayado y reemplazado por su antítesis.
Los principales impactos del RIGI son:
- estabilidad fiscal, aduanera y cambiaria con un plazo excesivo;
- privilegios impositivos desmesurados (reducción de impuestos a las ganancias, créditos y débitos); reducción alícuota de dividendos y utilidades; y acceso a amortización acelerada de impuestos;
- ausencia de metas de empleo;
- falta de cláusulas de desarrollo de proveedores locales;
- ausencia de exigencias en I+D, transferencia tecnológica y reinversión;
- apertura indiscriminada; y
- ausencia de criterios de desarrollo regional e impacto social y ambiental.
El corolario es un trato desigual para empresas no adheridas, especialmente pymes, impacto fiscal negativo (por exención de derechos de exportación e importación), facilidad para la salida de divisas sin exigencias de reinversión de dividendos, ni contratación de mano de obra local. El nivel de desregulación deja al Estado sin capacidad para definir políticas productivas o de comercio exterior, con riesgos para la balanza comercial y la competencia desleal.
Finalmente, se renuncia a la soberanía jurídica, al seleccionar el CIADI para arbitraje de conflictos. En este contexto, para la economía local existen riesgos de: desabastecimiento; pérdida de competitividad para empresas ya instaladas; concentración y extranjerización de capacidad instalada y partes accionarias; aumento de gasto fiscal para el Estado; blanqueo encubierto; beneficios excesivos en concesiones de infraestructura y servicios, por 30 años, sólo por el hecho de cumplir los requisitos; inserción internacional dependiente [7].
Sobre realidades y fantasías
Los anuncios del doctor en nubes Reidel, el trabajo sucio de matar al CAREM 25 encargado a Guido Lavalle, y la extranjerización de la empresa IMPSA son los primeros pasos del cruento experimento.
ARC Energy pagará 25 millones de dólares por IMPSA. El pasado día de la independencia de Estados Unidos, el CEO de esta empresa estadounidense explicaba lo que se proponía comprar a precio de remate: “IMPSA es una empresa con una historia única en el mundo y referente en América Latina, que cuenta con un capital humano de altísima formación y con una tecnología propia para equipos de generación hidroeléctrica y con certificaciones para el diseño y fabricación de componentes nucleares que la puede convertir en un actor protagónico del sector energético mundial”.
El ex secretario de Industria y Desarrollo Productivo José de Mendiguren contaba a fines de 2023 que los últimos estados financieros de la empresa ante la Comisión Nacional de Valores, al tercer trimestre de 2023, muestran que IMPSA ganó 20.671 millones de pesos en los primeros nueve meses de 2023, equivalente a siete veces la ganancia del mismo período del año anterior, lo que supone una reducción de pérdidas de casi un 90%.
Lo que sigue en 2025 es la extranjerización del 49% del paquete accionario de Nucleoeléctrica, la empresa pública que gestiona y construye las centrales nucleares que producen electricidad en la Argentina. La empresa estadounidense Westinghouse podría ser la beneficiaria del remate, según vocifera el candidato de Scioli a presidir la CNEA en 2015, hoy presidente libertario de Nucleoeléctrica, Alberto Lamagna.
Con ánimo constructivo, recomendamos al doctor en nubes que revise el discurso que realizó en agosto de 2006 el entonces ministro de Planificación Federal de Néstor Kirchner sobre el relanzamiento del sector nuclear, devastado por el menemismo, y que compare lo anunciado con lo materializado a diciembre de 2015. Allí tiene un buen ejemplo de qué cosa puede llamarse “plan nuclear argentino”. Esa realidad es la que hace posible su fantasía.
[1] Hung, H. 2022. Clash of Empires. Cambridge: Cambridge University Press, pp. 39, 62-63.
[2] Varoufakis, Y. 2023. Technofeudalism. What Killed Capitalism? Londres: Vintage, p. 168.
[3] Staiano, M. y Bogado Bordazar, L. 2024. “China-Argentina relations in the framework of the ‘necessary symbiotic interdependence’ and ‘strategic (regional) autonomy’”, pp. 191-213. En: Xing, L. y Vadell, J. (eds.), China-US Rivalry and Regional Reordering in Latin America and the Caribbean. Londres: Routledge, p. 201.
[4] Prevost, G. 2024. “The Biden administration and the rise of China Implications for US policy in Latin America”, pp. 73-87. Ibid., p. 86.
[5] Sady-Kennedy, A. 2022. “Ally-Shoring the Lithium Supply Chain in the Americas”, Harvard Kennedy School, Universidad de Harvard, p. 3.
[6] Brower, D. 2023. “An energy editor’s farewell reflections”, The Economist, 29 de junio.
[7] Valenti Randi, M. y Fernández, I. 2024. “El RIGI: bases para el saqueo de la Argentina”, OCIPEx, 15 de mayo.
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