Un Mick Jagger atómico

La música que escuché mientras escribía

 

La semana pasada fuimos con  los tangos de Homero y Virgilio Expósito, Domingo Federico, Osmar Maderna y Héctor Stamponi, en las grabaciones de Troilo, Pugliese, Caló, Fiorentino, Berón, Corsini, Rivero, Goyeneche, Floreal, Liliana Herrero, Mercedes Sosa y Chanel. También con el bolero que escribieron los hermanos Expósito, Vete de Mi, cantado por Bola de Nieve. Tenía ganas de seguirla porque es un tesoro cultural, que da placer escuchar y que la generación de los abuelos debe transmitírselo a los más jóvenes.

Pero mi querida amiga Fernanda Mistral, que fue la Natalia Oreiro de la década del 60, me mandó un link que me encantó. A sus 90 años tiene una agilidad física y mental que ya quisieran muchas jóvenes. Lo encontró en Internet y le partió la cabeza. Siempre nos recomendamos las cosas que nos gustan y me lo hizo conocer. Primero escuchá un tema y después te cuento, aunque puede ser que vos ya lo conozcas, porque yo estoy muy desactualizado con las cosas nuevas, y recién me entero que ya estuvo dos veces en Buenos Aires con gran repercusión.

 

 

Ese prodigio se llama Jacob Collier, y lo hizo él solo, en 2013, cuando tenía 19 años.  Ya te conté que Virgilio y Homero Expósito tenían 15 y 19 cuando compusieron Naranjo en Flor. El genio no tiene edad.

Sarah Larson contó en el Newyorker que toda la música de Collier se crea y se registra en la sala de música de la casa donde nació, en Finchley, en el norte de Londres. El abuelo y la madre son violinistas clásicos  y  “me animaban mucho a tocar”.  La música, en casa, era “prácticamente un segundo idioma”, y se pregunta incluso si no es su lengua madre. Escuchaban de todo, desde “Benjamin Britten hasta Stravinsky, Bach, Björk, Sting y Bobby McFerrin”. Desde muy joven empezó a experimentar. Se interesó por los acordes (“los acordes fueron como mi primer flechazo”) y las armonías. En su cuarto, que llama mágico, se encierra a componer de noche, cuando su madre y sus dos hermanas se van a dormir.

Lo que escuchaste es Don't You Worry 'Bout a Thing de Stevie Wonder. Le dijo a Larson que la estiró tanto como pudo en términos de acordes, se grabó a sí mismo tocando varias partes en varios instrumentos y “muchísimas voces de Jacob”, filmó “todos los diferentes Jacobs”, los editó en una cuadrícula y publicó los resultados en YouTube. En una semana, el vídeo tuvo doscientas mil visitas y Quincy Jones le envió un correo electrónico.

Nombrar a Quincy Jones es mencionar al productor de música más prolífico y exitoso del siglo XX y de lo que va del XXI. Van unas pocas muestras: Ray Charles, Tony Bennett, Frank Sinatra, Dinah Washington, Miles Davis, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Michael Jackson. Ganó tantos Grammys que debía hacer equilibrio para que no se le cayeran de las manos. Si te parece que exagero, mirá esta foto.

 

 

Después del mail se juntaron y lo invitó al mítico festival de Montreux, donde el pibe no podía creer que compartía el escenario con Chick Corea y Herbie Hancock. Quincy lo acababa de conocer y hasta se equivocó su nombre. Lo presentó como Jason Collier. Fue su último gran descubrimiento, al que consideraba un "genio absoluto, nunca vi a nadie en mi vida con un talento como este. Uno de los artistas jóvenes que más me gustan del mundo, absolutamente asombroso".

 

El sueño del pibe: con Hancock, Quincy y Chick Corea.

 

Con una diferencia de 60 años de edad, se hicieron grandes amigos. Salían a la medianoche y volvían a las 8 de la mañana, transpirando música por cada poro, y era difícil decir quién era el más joven.  El primer álbum que produjeron se llamó In my room. Si le preguntás a una inteligencia artificial te contesta que Collier toca jazz, pop, funk, a cappella, música clásica, rhythm and blues, soul, música experimental, en piano, teclado electrónico, contrabajo, guitarra, ukelele, Harpejji, bajo eléctrico, mandolina, batería, voz, melódica, bajo, teclado, instrumento de percusión y Harmonizer. Son muchos más, tantos que ni él sabe decir cuántos. El más reciente es un charango, que le regalaron en la Argentina, el país de Pantaleón, a quien ama. Para el diario cultural El Confidencial, Collier es el Mozart millennial que toca cien instrumentos.

O más, porque inventó otro, el Harmonizer, con ayuda de un estudiante del MIT. Es un teclado que convierte  y afina varias pistas a partir de una sola voz, como un sampleador en tiempo real. Dice Jacob: "Sobre el escenario, hay una banda de seis personas y alrededor de 100 instrumentos musicales. Es una locura. Pero el más importante de alguna manera es ese Harmonizer, porque reproduce el sonido que está en mi cabeza. El de ser uno solo, pero poder sonar como muchas voces a la vez". Así se lo explica a un chico de 6 años.

 

 

Además es simpatiquísimo. Siempre vestido de colores vivos, con crocs, medias de distintos colores o descalzo, se pone a las audiencias en el bolsillo desde que salta al escenario. Una de sus especialidades es afinar al auditorio como un coro de miles de voces, con un resultado asombroso. Los caricaturistas también lo adoran.

 

 

Yamaha lo contrató para que mostrara su Genos Digital.

 

 

Y escuchá lo último que llevó en una gira mundial.

 

 

 

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