Las redes antisociales

El uso político de los discursos de odio y las fake news

 

El 10 de octubre, con motivo del veto a la Ley de Financiamiento Universitario, Javier Milei tuiteó: “Universidad Nacional de Rosario. Alumnos: 85.000. Empleados: 10.500, ¿8 empleados por cada alumno? Se los dejo para pensar...”.

El 12 de octubre, en el acto de cambio de nombre del CCK, Milei dijo en su discurso: “El mito de la universidad gratuita se convierte en un subsidio de los pobres hacia los ricos, cuyos hijos son los únicos que llegan a la universidad”.

Me pregunto y les pregunto: ¿se trata de errores groseros o de una muy refinada estrategia comunicacional destinada a reforzar el apoyo acrítico de sus seguidores y dividir a sus opositores?

 

Mentiras eficaces

  • Velocidad de transmisión y alcance: en tiempo de medios digitales y de redes sociales, una verdad necesita seis veces más tiempo que una mentira para llegar a 1.500 personas y 20 veces más tiempo para que se replique 10 veces.
  • En qué se basan: aprovechan dos características propias de los seres humanos para que nos resulten más atractivas que las noticias verdaderas, y una característica de nuestra época:
    • El sesgo confirmatorio nos hace filtrar la información, quedándonos con las que refuerzan nuestras creencias previas y descartando las que nos desafían;
    • El razonamiento motivado nos hace buscar argumentos y conclusiones que concuerdan con nuestras creencias y a no buscar argumentos que las contradicen;
    • También aprovechan la polarización extrema de las opiniones y las grietas que generan, característica de nuestra época, tanto en la Argentina como en el resto mundo.
  • Aspectos, características y consecuencias de las fake news y los discursos del odio
    • Temáticas que tratan:
      • Política nacional: 78,1%
      • Economía: 43,5%
      • Política internacional: 37,4%
      • Noticias del espectáculo: 37,2%
      • Noticias de carácter social: 21,7%
      • Salud: 19,3%
      • Sucesos y catástrofes: 10,4%
      • Deportes: 6,9%
      • Ciencia y tecnología: 4,7%
    • Aspectos negativos identificados:
      • Desinformación: 52,4%;
      • Delitos y estafas: 50,6%
      • Expresiones de odio y discriminación: 40,5%
      • Acoso: 31,6%
      • Sensacionalismo: 12,2%
      • Polarización: 10,8%
      • Otros: 20,3%
  • Aspectos que focalizan:
    • Género: 15,2%
    • Aspecto físico: 11,7%
    • Orientación política: 10,7%
    • Orientación sexual: 4,8%
    • Nacionalidad: 3,1%
    • Lugar de residencia: 2,7%
    • Religión: 1,8%
    • Otros: 34,6%
    • No sabe / no contesta: 15,5%
  • Situaciones experimentadas:
    • Fueron mencionados ofensivamente: 51%
    • Recibieron mensajes sexuales indeseados: 49,2%
    • Fueron estafados o engañados: 47,5%
    • Fueron acosados: 29%
    • Fueron avergonzados: 24%
    • Fueron discriminados: 23,3%
    • Fueron amenazados físicamente: 23,1%
    • Otros: 2,4%
  • Consecuencias:
    • Menor confianza hacia otras personas: 64%
    • Menor participación en redes: 25,3%
    • Sensación de tristeza: 16,4%
    • Pérdida de dinero: 15,6%
    • Sensación de intimidación o amenaza: 12,7%
    • Intento de no ofender: 10,3%
    • Pérdida de amigos o contactos: 9,8%
    • Sensación de pérdida de reputación: 7%
    • Mayor nivel de estrés: 6,1%
    • Sensación de aislamiento: 5,9%
    • Empeoró el desempeño escolar: 2,2%
    • Empeoró el desempeño laboral: 1,3%
    • Otros: 4,8%
  • Las fake news y el discurso de odio se retroalimentan mutuamente

 

 

Conclusiones preliminares

Partiendo de lo arriba sintetizado y extrapolando en modo provisorio las conclusiones de una publicación sobre los efectos de las fake news y el discurso del odio sobre sectores vulnerables de la Argentina, cabe considerar que las fake news no son más que informaciones creadas por un emisor con el claro objetivo de infuir y manipular a la opinión pública sobre una idea o suceso, creando otro suceso alternativo y paralelo que provoque confusión y engaño. Las fake news se crean para obtener un beneficio, sea este económico, político o ideológico.

Las fake news se originan con la intencionalidad política de acallar al otro y de imponer ideas destinadas a establecer o reforzar discursos hegemónicos.

Los discursos de odio tienen como finalidad imponer formas únicas de interpretación sobre los acontecimientos, así como discursos ordenadores que por lo general están dirigidos contra grupos disidentes, vulnerables, migrantes o cualquier persona o grupo de personas que los poderes fácticos visualicen como una amenaza a sus fines o para el orden político y social que impera para sostenes esos fines.

La potencia y la impunidad de la que gozan estos métodos queda claramente demostrada por un twit que circuló y se hizo viral en mayo del 2020, rescatado de la página web Chequeado y que muestra la imagen de tres jóvenes seguida del texto: “Estos hdp andan robando después de salir de la cárcel del Varela, loco compartan”. Pese a que los que aparecen en esa foto son actores de la serie Breaking Bad, el posteo fue compartido 15.000 veces, cuenta con 217 comentarios y fue publicado el 1 de mayo de 2020, aunque la imagen circula en redes sociales por lo menos desde 2013.

La difusión de contenidos falsos mediante la circulación por diferentes plataformas, así como el uso de seudónimos, el anonimato, y la transnacionalidad son otras particularidades del espacio virtual que agrega potencia al empleo de los discursos del odio.

Apelando a un oportunismo que aprovecha contextos o eventos específicos, como atentados terroristas, decisiones políticas o crisis sanitarias, los discursos de odio constituyen mecanismos fundamentales para deshumanizar a los colectivos a los que se pretende negar pertenencia ciudadana y juegan un rol importante para perpetuar estereotipos discriminatorios y para estigmatizarlos, fomentando el extremismo, la polarización y la fragmentación de la sociedad.

Los discursos del odio político operan haciendo que el acusado de enemigo sea el origen de todos los males y simplificando la política a ese único problema. Con ello, los discursos de odio son la precondición necesaria para el ejercicio de violencias de todo tipo que dañan la posibilidad de la convivencia democrática.

No podemos perder de vista que lo que estamos tratando de comprender es el modo en que los discursos circulan mediante una ingeniería comunicacional construida por y para el mercado mediante algoritmos, técnicas de inteligencia artificial y bots, con la finalidad de ordenar la atención del público, generando además un alcance desigual de cada mensaje.

En los últimos años se verifica una estrategia muy deliberada de producir odio hacia Cristina Fernández de Kirchner, al kirchnerismo y por extensión hacia el conjunto del peronismo. Esto no se hace sólo desde las redes sociales, también impulsan cotidianamente La Nación, Clarín y otros medios radiales y televisivos, con la complicidad de parte del Poder Judicial, como modo de derrotarla sin un debate político, sino colocándola como objeto del odio social.

Sobre la base de todo lo expuesto, y con la esperanza de generar un debate que nos permita arribar a algunas conclusiones y cursos de acción sobre la cuestión, vuelvo a la pregunta original: los muy explícitos discursos del odio de Milei y sus presuntos errores discursivos, ¿son errores groseros o se trata de una estrategia comunicacional destinada a reforzar el apoyo incondicional de sus seguidores, así como a distraer la atención de la opinión pública de los reales problemas que nos aquejan y enfrentar a quienes nos oponemos a sus propósitos?

 

 

 

 

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