La batalla de Ensenada

Un documental que recupera una historia olvidada

 

Fue el día en que La Plata casi vuela por los aires. Una bomba cayó en el barrio Campamento el 16 de septiembre de 1955 en lo que se llamó como “La batalla de Ensenada”. El plan secreto del almirante Isaac Rojas era bombardear la destilería de YPF. Pero sólo lo haría —se supo después— si Perón no presentaba la renuncia a la presidencia. Todo, sin embargo, quedó en una amenaza. Lo cierto es que el 16 de septiembre de 1955, mientras la autodenominada Revolución Libertadora derrocaba a Juan Domingo Perón, entre cuarenta y sesenta aviones bombardearon la isla Santiago y el barrio Campamento, en Ensenada. En esos ataques murió, entre otros, Rodolfo “Cholo” Ortíz, un militante peronista que decidió quedarse en su casa para apoyar la resistencia.

 

 

Durante décadas la noticia del bombardeo circuló en pocos portales, sin información precisa. Incluso en la zona de Ensenada y La Plata apenas se habló del episodio. El bombardeo al barrio Campamento, en efecto, no suele estar en la “agenda” de los aniversarios de derechos humanos. Y eso que, para los historiadores, el bombardeo de una ciudad por parte de las Fuerzas Armadas del mismo país constituye un acto terrorista sin antecedentes en la Argentina. El 16 de junio de 2024 se cumplieron 69 años del bombardeo de la aviación naval a la Plaza de Mayo. Mientras las denuncias para que se investigue esa masacre sobre población civil como delitos de lesa humanidad nunca avanzaron en la Justicia argentina, por las bombas del barrio Campamento todavía no hubo ninguna presentación.

En las sombras aparecen nombres como el comandante interino que llegó a vicealmirante de la Marina, Raúl Francos, padre de Guillermo, el actual arquitecto del gobierno de Javier Milei. En aquel tiempo, como ahora su hijo, Raúl no dudó a la hora de tomar partido. Mientras las Fuerzas Armadas y de Seguridad se dividían entre golpistas y leales a Perón, Francos, hombre de la Marina y ferviente antiperonista, optó decididamente por acompañar la aventura antidemocrática iniciada por Eduardo Lonardi en Córdoba. Y fue uno de los que comandó el bombardeo de los depósitos de petróleo en Mar del Plata al mando del crucero 9 de julio.

El cineasta Hugo Crexell presentó en estos días, en la sexta edición del Festival Internacional de Cine de Ensenada, su película Ensenada ‘55, la historia silenciada del bombardeo de septiembre de 1955, un documental que lo involucra de pies a cabeza. La primera vez que escuchó sobre las bombas fue cuando era chico: su papá en la cabecera de la mesa relató que había tenido que subirse a un avión y tirar bombas sobre la Escuela Naval. Él, aviador de la Armada, estaba a cargo —por pedido expreso de Perón— de la defensa del gobierno constitucional contra las fuerzas que se habían sublevado. “En su tono recuerdo tristeza, porque él quería a la Armada, y le pesaba destruir el lugar donde se había formado. Pero una orden directa del Presidente no podía ser cuestionada, y además era peronista, así que ahí se encontraba ese 16 de septiembre, organizando la poca tropa que quedaba leal”, cuenta el cineasta sobre su padre, el capitán de Fragata Hugo Crexell. Con su compañera Paula Tagliabue, que es la productora del documental y colaboró en la investigación, recopilaron testimonios, archivos y conocieron al Flaco Ortiz, hijo del Cholo, aquel militante peronista que murió en los bombardeos. Fue algo clave.

 

 

El documental pone el foco en la historia de esos días, ocultada durante muchos años, al punto de que se llegó a dudar de su misma existencia. Hugo sigue los pasos del aviador naval que bombardeó los canales del río Santiago para detener un golpe de Estado. Dialoga con testimonios locales, intenta dar sentido a los recuerdos familiares fragmentados y recupera objetos de su padre, como medallas, trofeos y legajos, en breves encuentros con su madre y su hermano. Todo lo personal, sugiere el cineasta, deviene político: termina reconstruyendo no sólo la memoria familiar, sino también la trama de un bombardeo silenciado por el relato oficial de la historia. “Las bombas estaban destinadas a frenar la conspiración que la Marina había planeado contra el gobierno. Las palabras de papá resonaron en mi mente durante años, pero no fue hasta mucho tiempo después que decidí filmar esta historia”, asume en voz en off.

La Base y la Escuela Naval Río Santiago se encontraban en la isla del mismo nombre, ubicada aproximadamente a un kilómetro del centro de Ensenada. Cruzando el río se localizaba el Astillero Río Santiago, fundado en 1953: allí se estaba construyendo la fragata Libertad. A pocos metros, en la costa del canal principal, irrumpía el barrio Campamento junto con la estación del ferrocarril. En la otra orilla, el puerto de La Plata. Al final del canal, que divide en esa zona las localidades de Berisso y Ensenada, se hallaba la destilería de YPF. Ambas localidades contaban con una amplia población de trabajadores: la militancia peronista era su nervio central.

El director de la base era Isaac Rojas —había sido nombrado tiempo antes por Perón—, uno de los principales organizadores de la luego llamada “Revolución Libertadora”. Al mando de la rebelión local, estaba el general Uranga. A la medianoche del 16 de septiembre de 1955, la Base Naval Río Santiago fue tomada por la Marina. Y así comenzó “La batalla de Ensenada”.

En el documental, el Flaco Ortiz mira una esquina del barrio Campamento de Ensenada, allí donde se crió, allí donde un 16 de septiembre de 1955 una bomba cayó del cielo y mató a su padre cuando él era una criatura de un año y medio de edad.

¿Qué había pasado aquel 16 de septiembre de 1955? Todo lo que se conocía, hasta que el Flaco acometió tareas de detective, era por la cobertura de la prensa de Uruguay y por diarios locales de La Plata. Unas bombas arrojadas por aviones atribuidas a la luego llamada Revolución Libertadora cayeron en el Río de la Plata y al menos una de ellas en el barrio Campamento de Ensenada, próximo al puerto de esa localidad, considerado como bastión peronista. Destruyeron una manzana entera de once casas. Y mataron a una persona: Rodolfo Celedonio “Cholo” Ortiz, obrero ferroviario. “No quedó nada por encima de los 50 centímetros, sacando la casa de una esquina, que se desplazó un metro. En esa casa vivían mis abuelos”, reconstruye el Flaco.

Aquella mañana fría y lluviosa del 16 de septiembre de 1955, Rodolfo “Cholo” Ortíz se tomó unos mates en su casa y salió para la garita de la Estación Santiago del barrio Campamento. En su jornada como ferroviario, iba del trabajo a su casa con cierta frecuencia, dadas las pocas cuadras de distancia. Campamento —llamado así porque allí montaron campamento los obreros que hicieron el puerto a fines del siglo XIX— era como una especie de chorizo largo, de diez manzanas y dos calles laterales, con tres canales paralelos que desembocaban en el Río de La Plata. El día no se presentaba como normal y los vecinos se despertaron agitados. En lo que luego se denominó como “La batalla de Ensenada”, a primeras horas de la mañana, efectivos de la Marina y el Ejército, bajo el comando del almirante Isaac Rojas, se alistaron desde la Base Naval de Río Santiago con el objetivo de tomar la ciudad de La Plata, por ese entonces llamada ciudad Eva Perón. Cerca de las diez de la mañana, la flota de Rojas cruzó el río Santiago hacia los elevadores de granos y el Astillero Naval. El objetivo inicial era avanzar hacia La Plata. Pero las fuerzas leales a Perón bloquearon el camino.

Al avanzar Rojas sobre Ensenada, empezaron los enfrentamientos: sus tropas fueron combatidas por miembros de la Guardia de Infantería de la Policía provincial, trabajadores y vecinos de la zona. Hacia el mediodía, reforzando la resistencia, llegaron efectivos leales a Perón del Regimiento 7 de Infantería para atacar directamente a los de Rojas. En poco tiempo, sumado al fuego de ametralladoras y de la artillería, se llegó a una lucha cuerpo a cuerpo. Entre los que defendían a Perón estaba Hugo Crexell, preparado para arrojar las bombas. ¿Habrá sido una de ellas la que impactó inoportunamente en la casa de los Ortiz?

Ante el terror de los tiroteos, el barrio Campamento fue prontamente evacuado, pero unas pocas familias decidieron permanecer: son las que quieren prestar apoyo a la resistencia peronista. Entre ellas, la del Cholo Ortiz, que asiste a los policías que combaten a Rojas dándoles té, chocolate, café, y prestándoles los baños. Nadie imaginó que en apenas unas horas el sonido de unos motores surcarían el cielo bajo un fatal presagio. Según una posterior reconstrucción, fueron entre cuarenta y sesenta aviones, divididos entre el bando de Perón y el de Rojas, que comenzaron a bombardear la Isla Santiago, como naves de la Marina que ingresaban al Río Santiago con refuerzos. Fue así que una de las tantas bombas arrojadas en la zona de combate cayó en el barrio Campamento, provocando la destrucción de una manzana completa y la muerte del Cholo Ortiz. La mayoría eran casillas de madera, que se consumían rápidamente por el fuego.

 

Evacuación del barrio Campamento.

 

A más de cincuenta años de la muerte de su padre, en 2007, cuando el recuerdo no le dejó dormir, el Flaco arrancó con lo básico: preguntar a los vecinos del barrio Campamento. Se dio cuenta de que la mayoría no quería hablar, entre el miedo y el dolor, pero que el hecho estaba encapsulado en la memoria colectiva. Incluso un compañero suyo de juventud en Montoneros, Gogo Morete, le dijo: “Mirá, Flaco, acá no hay nada de lo que contás”. No encontró información en los archivos oficiales, y apenas si se lo mencionaba al pasar, como algo secundario de los bombardeos en Plaza de Mayo. Fue a las hemerotecas y dio cuenta que los diarios de la época cubrieron lo que sucedió en Ensenada, pero la muerte de su padre no estaba mencionada: encontró un amplio apoyo de la prensa a Rojas, en lo que luego sería conocido como el preludio de la Revolución Libertadora, tal como una editorial de Clarín celebrando la batalla en tono de una gesta de “libertad”.

El documental Ensenada ‘55 toma la gesta del Flaco Ortiz y la cruza con la del cineasta, en un montaje paralelo que llega a los últimos años, con la calle Córdoba del barrio Campamento convertida en la calle Rodolfo “Cholo” Ortiz, la casa de su padre declarada como Sitio de Memoria, y la inauguración en la zona de doce murales que integran el Museo a Cielo Abierto de la ciudad de Ensenada y que, a modo del Guernica —la emblemática obra de Pablo Picasso que evoca el bombardeo de esa ciudad durante la guerra civil española— denuncian la violencia y el horror del golpe contra Perón. El Flaco traza una línea histórica de tres episodios: el bombardeo a Plaza de Mayo en junio de 1955, los bombardeos a Ensenada y otras ciudades del país el 16 de septiembre de ese año, y los fusilamientos de José León Suárez ocurridos el 9 de junio de 1956, con la Libertadora ya en el poder. Otro acontecimiento que comprobó el Flaco fue que fuerzas leales a Perón se pasaron al bando de Rojas y viceversa durante el convulsionado año de 1955 y hasta en el mismo 16 de septiembre, cuando vecinos de Ensenada huyeron atemorizados por los vuelos rasantes de los aviones de la Fuerza Aérea Argentina.

 

Imagen del documental “Ensenada ‘55”.

 

La historia del aviador Hugo Crexell permanece en la memoria íntima de los cuadros medios del peronismo, aquellas huestes inquebrantables del General, casi la de un fantasma que su hijo exorciza entre agujeros que todavía siguen sin cerrarse. "Usted, Crexell, me va a salvar”, le dijo Perón en diálogo directo en medio de una violencia que no paraba de agigantarse con el villano Isaac Rojas como actor principal. Podría ser cuento, pero pasó. Una historia que se borró en el tiempo y que el documental trata de encontrar.

 

Póster de la película “Ensenada ‘55”.

 

 

 

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