Dos, tres, muchos De Moraes

La soberanía democrática y el capitalismo de redes y plataformas digitales

 

“…criatura instintiva y elemental, primitiva en su forma de expresión

y falta de sofisticación en el conocimiento de sí mismo”

John Maynard Keynes, refiriéndose a la idiosincrasia del gran empresario.

 

Niños ricos que tienen tristeza (por los impuestos)

En Estados Unidos, a mediados del siglo XX, el impuesto a las ganancias que pagaban las grandes corporaciones, una vez que cruzaban el umbral de los 2 millones de dólares de beneficios netos (actualizados al día de hoy) era del 91% de esas utilidades. Estamos hablando de la edad de oro del capitalismo, con el máximo bienestar para ciudadanas y ciudadanos de los países desarrollados. La época de liderazgo productivo y tecnológico indiscutido de la superpotencia norteamericana. Hoy, cuando a Estados Unidos ya le surgen antagonistas que le disputan esa primacía, aquella tasa impositiva bajó al 37%.

Mercado Libre, con un valor de U$S 3.700 millones y siendo la empresa más valiosa de la Argentina, tuvo para el 2023 un beneficio neto de U$S 987 millones. Si se hubiera localizado en Estados Unidos en 1950, hubiera tenido que tributar U$S 898 millones. Pero como está hoy en la Argentina, no tuvo que pagar eso. Es más, hasta recibió del Estado argentino el equivalente de U$S 88 millones en calidad de exenciones impositivas. En el caso “Regan vs. Taxation with Representation of Wash” (461 US 540), la Corte Suprema de los Estados Unidos dijo que las exenciones fiscales son como una subvención en efectivo. Nos preguntamos qué opinaría Marcos Galperín, un subsidiado que arrancó su emprendimiento en el garaje de la herencia, ido a Uruguay para no pagar impuestos en el país donde aceleró su fortuna pre-existente.

 

Héroes con plataformas

Respecto a la visión idealizada de A. Marshall del súper empresario, Keynes opinaba en 1926:

“Éste es un hermoso cuadro –el del gran patrón– individual, que nos sirve al tiempo que se sirve a sí mismo, tal y como lo hace cualquier artista. Sin embargo, cada vez dudamos más de que sea él quien nos conduzca al paraíso de la mano. Sugerir una acción social en favor del bien público a la City de Londres es como discutir el origen de las especies con un obispo de hace setenta años”.

Es recurrente que el gran empresario se auto-perciba (y los formadores de opinión le hagan el coro) como el amo de la creación, negando que él es solo un eslabón de un ecosistema complejo. Habita el gran empresario el nicho ecológico materialmente más favorecido, sí. El nicho de la explotación comercial de saberes y capacidades que él usa pero no creó y que, en el capitalismo financiero, probablemente ni siquiera organizó. “Yo no inventé nada… soy el dueño”, diría Gordon Gekko.

La cosa se pone peor con los mega-empresarios de plataformas digitales. Se asemejan, parafraseando a Ortega y Gasset, al hombre masa. Ese adolescente tardío que goza de las ventajas tecnológicas que le legaron las pasadas generaciones, pero sin preguntarse de donde le vinieron, ni como él contribuirá a sostenerlas. Ignorando intencionadamente que debe sus riquezas a un saber que generaron otros, entre ellos el Estado. En el caso de Internet, es una tecnología surgida en los años ‘60 en Estados Unidos, como resultado de una investigación estatal con fines militares. La pesquisa se articuló con las universidades y se financió con los impuestos de los y las contribuyentes. Después, ese esfuerzo derivó en una aplicación comercial y allí aparecieron los Gates y los Jobs.

Acá por la Argentina, esas aplicaciones comerciales que son las plataformas digitales funcionan gracias a ingenieros y matemáticos formados por la educación pública, que las montan sobre redes de conectividad satelital y de fibra óptica construidas por el Estado. Con la protección jurídica que da también el Estado. Y en un mercado consumidor creado y ordenado por el Estado. Y la lista puede seguir. Son como el predador (o el carroñero) que, desde su nicho ecológico, aprovecha la oportunidad, despreciando a herbívoros y foto-sintetizadores que se la dan. O, futboleramente, como el delantero angurriento que cree que su equipo se sostiene por él, y que arquero, defensores y volantes nada tienen que ver con el asunto.

Con el capitalismo de plataformas digitales, la autocomplacencia megalómana de parte de su empresariado va en aumento. Yanis Varoufakis denomina al capitalismo de plataformas “tecno-feudalismo”, donde la acumulación originaria sería cuando el empresario toma el manejo (con una tecnología que no inventó) de la nube de datos (que tampoco creó). Algo que un sujeto con el suficiente capital previamente acumulado (por él o por su papá) puede hacer. Y luego, por razones de escala, irá avanzando en el control de las rutas de la red, para cuyo tránsito cobrará un peaje. Por ejemplo, por cada compraventa que se realiza en Mercado Libre, la plataforma se queda con un 12% a 16% de comisión. Lo que está muy bien. Pero téngase en cuenta que no está creando bienes nuevos ni inventando nada. Y, como no deja de ser una industria de red (la provisión de agua es una red material, una plataforma también lo es, sólo que virtual) por definición al poco tiempo tendremos un monopolio natural. El empresario que lo maneje, más que un innovador schumpeteriano, se parece a un señor feudal que, sin hacer mucho, vive de la renta. No de la renta que le da la posesión tierra, sino la posesión de la nube.

Ya en la cúspide del control de la red, estos sujetos, de elevada autoestima, también se dedicarán hacer política.

 

Un juez brasileño en defensa de la soberanía de su país

La Justicia brasileña está investigando el intento de golpe de Estado de la chusma bolsonarista contra Lula Da Silva en enero de 2023. Entre otras, las conductas imputadas a sus presuntos promotores son asociación ilícita, encubrimiento e instigación al delito. Uno de los imputados es el consultor de redes Fernando Cerimedo, que trabajó en la campaña presidencial de Javier Milei. Cerimedo opera también en la Argentina a través de La Derecha Diario. Asimismo, prestó servicios en la campaña por la reforma constitucional en Chile y asesorando a la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Algunas de las conductas criminosas de los agentes que propiciaron el intento de golpe fueron difundir información falsa sobre las instituciones democráticas de Brasil, incitando a la violencia. Uno de los conductos a través del cual se difundió esta información falsa es la red X (antes Twitter), cuyo accionista mayoritario es Elon Musk.

Ante la evidencia del uso de X como herramienta del delito, el ministro del Supremo Tribunal Federal de Brasil, Alexandre De Moraes, ordenó a la red el bloqueo de aquellos perfiles manejados por sospechosos y le solicitó información de quienes operaba detrás de ellos.

El 17 de agosto, públicamente, Musk manifestó que eso era un ataque a la libertad de expresión, que X no acataría la orden judicial y que cerraría la sucursal material de X en Brasil. Pero seguiría operando la red desde afuera, obvio.

El juez De Moraes respondió invocando la Ley Federal 12.695/2014. Esta ley regula en Brasil el uso de internet y las redes sociales bajo parámetros de respeto a la libertad de expresión, observancia de los derechos humanos, protección a la privacidad, del consumidor y resguardo al ejercicio de la ciudadanía. En la Argentina no tenemos una legislación para redes sociales que salvaguarde así estos principios. Con tal marco, De Moraes contestó que interpreta a las declaraciones de Musk como un alzamiento contra el Poder Judicial y la soberanía de Brasil:

“La conducta del accionista mayoritario internacional de TWITTER INTERNATIONAL LIMITED COMPANY, levantando su sucursal de Brasil, con el propósito declarado y criminal de dejar de cumplir con las determinaciones judiciales brasileñas, colocándose en una situación nivel de FUERA DE LA LEY, como si las redes sociales fueran una TIERRA DE NADIE, una auténtica TIERRA SIN LEY, supone un riesgo gravísimo a las elecciones municipales del próximo octubre, como demuestra por su parte ELON MUSK (…) que pretende reiterar su conducta de permitir la divulgación masiva de desinformación, discursos de odio y ataques al Estado democrático de Derecho, violando la libre elección del electorado, al alienar a las electoras y los votantes de información real y correcta”.

Cita el magistrado brasileño un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts que consigna que las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser retuiteadas que las reales. Agrega que las actividades de estas cíber-tropas de desinformación no son nuevas y que ya se utilizaron en no menos de 81 países. Las milicias de las fake news, valiéndose de estudios algorítmicos de las emociones asociadas a la comunicación, identifican perfiles individuales, para luego direccionarles mensajes, en una industria de la desinformación que busca provocar el odio en los usuarios. Cómo precaución para evitar daños futuros y como sanción por la rebeldía de Musk, De Moraes impone multas diarias no sólo a X Brasil Internet Ltda. (la sucursal de X en Brasil) sino también a las empresas Starlink Brazil Holding Ltda., Starlink Brazil Serviços de Internet, todas ligadas a Space X, por considerarlas en los hechos integrantes de un mismo grupo económico, embargándoles sus cuentas bancarias e intimando a Musk a designar un representante en Brasil.

El 24 de septiembre, Elon Musk acató el fallo, designó representante en Brasil y pagó la multa de 3 millones de dólares impuesta por De Moraes. Un triunfo de la soberanía estatal sobre el no-lugar de la transnacionalización.

 

Alexandre De Moraes, ministro del Supremo Tribunal Federal de Brasil.

 

Libertarismo, la postverdad del neoliberalismo

El libertarismo es el discurso de postverdad del neoliberalismo. Discurso formado por una batería de significantes esputados por un emisor extravagante, que no tienen anclaje ni en la materialidad ni en la lógica, pero que son aceptados como verdaderos por la media de la población. “En seis meses redujimos una inflación del 17.000%” o “los inmigrantes se comen las mascotas en Springfield”. No son significantes vacíos. Son significantes emotivos, que apelan a la ira, el temor, la indignación y la envidia. El libertarismo es solo un formato estético kitsch del neoliberalismo. Un perro que cambia de collar, pero sirve exactamente al mismo amo. Ese amo es el imponer la soberanía del capital por sobre la organización política de las mayorías. Tampoco el libertarismo es anti-estatal como quiere hacer creer. No destruye al Estado, lo toma y lo usa para sus propios fines. Hace de él un instrumento directo para extraer el valor producido por la población y transferírselo a una minoría, de preferencia transnacionalizada. El Tesoro Nacional sigue existiendo, pero ya no financia educación y salud. Ahora financiará pago de deuda, la renta privada extraordinaria y la fuga de capitales. De allí que es un Estado cooptado que viola todo el tiempo la Constitución y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos.

 

Cómo enseñar Derecho en la Era del Topo

El fallo del juez De Moraes merece ser estudiado en las escuelas de Derecho de la Argentina. Sobre todo en defensa propia de los docentes, a quienes nos cuesta cada vez más entusiasmar a nuestros estudiantes. En especial, cuando nos preguntan por la pasividad con la que nuestra Corte Suprema asiste hoy a la morbosa aniquilación del Estado de Derecho. Porque, si la cuestión hubiera ocurrido acá, el Máximo Tribunal argentino hubiera dicho que la afirmación de que X representa un peligro para un proceso electoral aun no acontecido es una mera hipótesis, sin entidad para configurar un caso judicial. O que rige la presunción de inocencia también para las personas jurídicas (sociedades comerciales) y que, hasta tanto no haya sentencia que remueva esta presunción, no se puede establecer que estas sociedades (que responden a Elon Musk) configuran un grupo económico, por lo que sus cuentas bancarias deben permanecer intocables. O directamente, acepta la jurisdicción del CIADI y se lava las manos.

De Moraes hace una reivindicación de las potestades del Estado Nación como representante de la soberanía popular frente a la prepotencia corporativa transnacionalizada. El Preámbulo de la Constitución de Brasil dice que el Estado democrático se instituye para asegura el bienestar, el desarrollo con igualdad y la Justicia. El nuestro, habla de promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad. Nociones similares en las dos Constituciones. Solo que por allá, apareció un juez del Supremo que sí le hizo caso a la suya.

 

* Javier Ortega es doctor en Derecho Público y Economía de Gobierno, docente UNLa, UNDAV y UAA. El autor agradece al Mg. Paulo Calheiros por sus enseñanzas en Derecho Brasileño.

 

 

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