FUERA DE JUEGO

Magdi Kelisek aplica recursos lúdicos en la construcción de inquietantes experiencias literarias

 

Los juegos son un asunto serio. Y los de tablero, más. Suelen enfrentar dos contrincantes aunque pueden abundar, según de qué se trate. Se suman dos variables, una regulada, lo otra no. La primera comprende las reglas, figura bajo el rubro “instrucciones”, movimientos de las piezas, desplazamientos, condiciones varias; eventualmemte aquellas otras acordadas por los jugadores (tiempo entre jugadas, de interrupción, finalización, etc.). Sin regulación se destaca, en disímil porcentaje, ese imponderable: el azar. También las condiciones históricas eventuales, originadas en distintos rituales, usos y costumbres. (Durante la Inquisición, ciertos juegos de mesa se consideraban demoníacos y ameritaban la hoguera.)

A partir de la incorporación del tablero, el juego se hizo portátil y, con el advenimiento del capitalismo, una mercancía competitiva, circunstancia que lo distinguió del acto de socialización. Por más que el juego nunca reconozca limitaciones de edad, género, creencia o etnia, con el transcurrir de los tiempos fue situado en diversas clasificaciones. Así las damas o el juego de la oca derivaron al espíritu didáctico adjudicado a la infancia. De origen chino, pero introducido en Occidente vía Japón, el go se basa en el despliegue estratégico, mutatis mutandis sucede con el ajedrez y, en cierto modo, con el backgammon. A diferencia y semejanza del Trapial Kuzen, de origen mapuche, en el cual una docena de perros intenta inmovilizar a un puma que procura devorarlos. Popularizado hacia la primera mitad del siglo pasado, la Batalla Naval recurre más a la suerte que al cálculo en el enfrentamiento destinado a hundir distintos tipos de barcos adversarios, dispuestos en un tablero o bien dibujados en papel cuadriculado; ocupa las horas libres escolares.

 

La autora, Magdi Kelisek.

 

Hoy por hoy caracterizados como pasatiempos, estos ocho juegos resultan consagrados por Magdi Kelisek (Buenos Aires, 1960) como soporte y disparadores de otras tantas narraciones vertidas en las ciento sesenta páginas de Tableros – El cuerpo está en juego. Autodefinida como “creadora de proyectos literarios y plásticos”, la autora se aparta del ámbito infantil y juvenil al abocarse a historias de singular fuerza narrativa en las que asoman atractivas crueldades rodeadas de tiernos chispazos. Problemáticas sociales y desarrollos históricos cobran vida al personalizarse dentro de una prosa oscilante entre el naturalismo y la experimentación, en una riesgosa mixtura no obstante amable hacia el lector. El primer cuento, dedicado al juego de damas, arranca en un campus universitario contemporáneo, para trasladarse a Tebas en tiempos de una de las míticas siete plagas de Egipto y reaparecer hacia el final del primer siglo de nuestra era en Pompeya. La partida continúa en La Meca, luego la pareja de jugadores va a parar a la Barcelona de la Inquisición hasta que “las llamas les besaron los pies y lamieron sus cuerpos… hasta limpiarlos de todo mal”, resurgir en La Habana y terminar nuevamente en el campus, aunque en otro tiempo, posterior y virtual.

Recorrido temporal exquisito, históricamente preciso, este primer cuento inaugural de Tableros… apenas alcanza a dar la pauta de lo que se avecina por sobre la geneología mítica de un conjunto propuesto en forma circular. Mecanismo con alguna similitud respecto a la historia que cierra el libro, dialoga con el juego de la oca: un relato campesino, rústico, de comienzos del siglo XX, rumbo a Finisterre por el Camino de Santiago: “Como un cíclope de piedra, el faro encendía su ojo”. El barro de los caminos convierte a los peregrinos en migrantes con Buenos Aires por destino y, tras avances y retrocesos, otra vida comienza.

 

 

Para el Scrabble, la autora reserva un relato sintético con final vengador hacia el abuso sexual infantil. En estudiada tonalidad japonesa, el go contrapone los deseos de dos machos contra la voluntad de otras tantas doncellas: “En ese territorio que era el cielo, el trazado de las piedras-estrellas revelaría el destino. Pero esta vez, en ese territorio que era la piel, ellos se jugaban el cuerpo de una mujer”. En el enfrentamiento entre los perros y el puma propio del Trapial Kuzen, la voracidad humana supera la avidez de las fieras: cobra otra presa. Más solemne, el ajedrez resulta conjurado por Lucifer, el Portador de la Luz y su ángel caído, quienes hacen de un niño el enviado destructor. Con el backgammon, la festichola elegante en el exclusivo balneario uruguayo se va tornando sangriento festín pagano. En la batalla naval, el objetivo “tocado” es “mordido” y el fin “hundido”, antropofágico.

Como podrá apreciarse, Kelisek enlaza cuerpos en engranajes literarios de singular factura, basados en juegos de tablero que no son de niños. Cada cuento está precedido por una cita literaria reconocible: la historia japonesa luce como introducción un delicado párrafo del memorable Libro de la Almohada (Sei Shôganon, año 1000) y la autora replica con éxito el difícil estilo japonés. Del mismo modo, en el primer cuento, Damas, instala a Edgar Allan Poe: “El máximo grado de la reflexión se ve puesto a prueba por el modesto juego de damas en forma más o menos intensa y beneficiosa que por toda la estudiada frivolidad del ajedrez”. La escritura se acopla a tamaña crudeza. La Batalla Naval es evocada a partir de Herman Melville en Moby Dick, con sus descripciones precisas y giros concéntricos. El Roberto Arlt de Los lanzallamas anima los golpes de lenguaje de Ajedrez: “El ajedrez es el juego maquiavélico por excelencia”. La historia proto-feminista de Scrabble se halla bajo la advocación de El cuento de la criada de Margaret Atwood, con análogo trueque de sumisión por rebeldía.

Con mayor o menor proximidad, Magdi Kelisek replica atmósferas y estilos en una comprobación fehaciente de ductilidad en la escritura, en particular cuando abjura de sanatas y floreos para abocarse a un trabajo sobre la prosa a la vez intenso y eficaz, sin escamotear pinceladas de belleza. En tales condimentos, la autora hace de Tableros – El cuerpo está en juego una experiencia literaria, comprometida con un tiempo, el actual, y un lugar, estas costas.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

 Tableros – El cuerpo está en juego

 Magdi Kelisek

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2024

160 páginas

 

 

 

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