Les vale madres

El gobierno intervino la Universidad de las Madres, violando la autonomía que le cabe por ley

 

El pasado 25 de julio, apenas unas horas antes de que las Madres de Plaza de Mayo iniciaran su marcha número 2415 de los días jueves, el gobierno de Javier Milei dio a conocer una resolución de su ministra de “capital humano” (SIC) Sandra Pettovello, que establece la intervención de la Universidad Nacional Madres de Plaza de Mayo.

La elección del día para dar a conocer la medida era, sin dudas, parte del mensaje. Algo similar ocurrió el jueves 4 de agosto de 2016, cuando el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi envió a la policía a cargo de Patricia Bullrich a detener a Hebe de Bonafini, cuando se disponía a salir rumbo a la Plaza de Mayo, para realizar la marcha 1999. Modus operandi.

La ilegal resolución ministerial lo es en tanto constituye una violación flagrante a la autonomía universitaria que rige en la Argentina desde el año 1918, hace 106 años. ¿Sabrá Milei que esa soberanía garantizada por la Constitución permite la independencia política y administrativa de una universidad pública respecto de factores externos, y que esa condición asegura la elección de sus propias autoridades sin injerencia del poder político, además de la definición de los propios estatutos y programas de estudio?

En efecto, la UNMa realizó no una Asamblea Universitaria para consagrar su autonomía, sino dos. La primera, el 6 de diciembre de 2023, 4 días antes de que asuma su gobierno el actual Presidente, y la segunda el 5 de marzo de este año, procedimiento democrático previsto por la Ley de Educación Superior, en la que resultó elegida en forma unánime Cristina Caamaño como rectora de la Universidad, tal como reclamaban las Madres, siguiendo un mandato que había expresado Hebe, antes de su fallecimiento.

 

La figura de “rector organizador” que el gobierno intenta imponer de facto ahora, no aplica en la UNMa, institución de altos estudios que se encuentra plenamente organizada, con sus representantes por los claustros de docentes, no docentes y estudiantes debidamente elegidos, y ejerciendo el cogobierno de la Universidad con normalidad.

Porque la Universidad de las Madres no nació en septiembre del año pasado, cuando se promulgó la ley que la rige, sino el 6 de abril del año 2000, 24 años atrás, cuando las Madres crearon su Universidad Popular, que en noviembre de 2014 se convirtió en Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos Madres de Plaza de Mayo, dependiente del Ministerio de Justicia, hasta 2023, cuando adquirió su forma actual: la UNMa.

En el corto tiempo que pasó entre hoy y la sanción de la ley de su creación, diez meses atrás, la Universidad de las Madres debió atravesar un serio conflicto político interno que comenzó el 6 de diciembre y se extendió hasta marzo de este año.

Lo que pasa en las mejores familias ocurre casi sistemáticamente en Madres desde su formación en 1977: la traición interna, desde Alfredo Astiz hasta Sergio Schoklender, pasando por el dúo que, desde su interior, quiere quedarse con el proyecto universitario de las Madres.

En efecto, aquella disputa derivó de la elección realizada en la primera asamblea de diciembre. Las Madres denunciaron que quienes se habían impuesto, María Elena Patzer y Jacobo Grossman, iban a querer traicionarlas, frustrar el proyecto educativo y entregarle la Universidad a Milei.

Por estas horas queda demostrado que las Madres, una vez más, tenían razón: el “organizador” nombrado por el decreto de intervención del gobierno es, precisamente, el entonces secretario administrativo de esa gestión, Luis Eduardo Maurizzio, un opaco militante del partido bonaerense de Brandsen, vinculado a la derecha peronista, hoy próximo a Daniel Scioli.

Aquella denuncia pública de las Madres, formulada en su marcha del jueves 7 de diciembre de 2023, movilizó a la comunidad de la Universidad, que comprendió el ardid para arrebatarles el proyecto, hizo entrar en razones a los asambleístas y motivó la convocatoria a una nueva asamblea soberana, que se realizó el 5 de marzo, en la que Cristina Caamaño resultó elegida por unanimidad, tal como querían las Madres.

Desde entonces, la Universidad atraviesa las dificultades propias de ejercer su objetivo pedagógico sin ningún tipo de recursos: el gobierno se niega a girarle los fondos que le corresponden para su normal funcionamiento desde el 1 de enero, por lo que su plantel docente y el cuerpo de trabajadores no docentes no percibieron su salario en todo lo que va del ejercicio 2024.

Para revertir esta situación, la Universidad, a la vez que movilizó a su comunidad repetidas veces, recurrió a la Justicia. Decir "la Justicia" es sólo un modo de decir. El pasado lunes 15 de julio, Martín Cormick, de turno en la Feria de invierno, decidió habilitarla ante la urgencia de la situación y la gravedad institucional que supone el conflicto, para resolver sobre un recurso en el que se reclaman los fondos.

¿Qué hizo el gobierno ante la inminencia de un fallo que podría serle adverso? Recusó al juez porque el gobierno entendió que no le daba ninguna garantía. El viernes 19 de julio, 24 horas después de la recusación, el juez al que le dieron la causa por pedido del gobierno, rechazó la pretensión de la Universidad de las Madres.

¿Que cómo se llama el juez? Pablo Cayssials, uno de los magistrados que viajó a Lago Escondido, con todos los gastos pagos por el Grupo Clarín, consorcio empresarial al cual años atrás relevó de su obligación de desinvertir y adecuarse a la Ley de Medios.

Fue el primer movimiento de otro siguiente, casi inmediato: la intervención. Pero ni siquiera así el gobierno podrá detener el proyecto de las Madres de Plaza de Mayo.

Desde el jueves 25, cuando se conoció el decreto, se sucedieron múltiples muestras de solidaridad que auguran un futuro de dura resistencia para su Universidad, pero con grandes posibilidades de triunfo.

Porque este gobierno va a pasar, y la Universidad de las Madres, producto de sus 47 años de lucha y sus 2415 marchas consecutivas de los días jueves, seguirá. No hay ninguna duda de ello.

 

 

 

 

  • El autor es docente de Historia de las Madres de Plaza de Mayo en la UNMa y autor de la biografía de Hebe de Bonafini, Hebe y la fábrica de sombreros.   
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