El rey desnudo

Son cada vez más claras las relaciones de fuerza que siembran el canibalismo social

 

Los mitos, las leyendas, los cuentos y las canciones son algunas de las vías utilizadas por la humanidad desde tiempos inmemoriales para visibilizar las causas profundas y desconocidas de problemas que afectan brutalmente a la realidad inmediata de los individuos y las sociedades pero que son ignorados y no pueden ser solucionados racionalmente. Cuando estas causas, que yacen en el inconsciente colectivo, cristalizan en relatos y personajes épicos, lo innombrable se encarna en lo cotidiano y apela a la acción para modificar la realidad. En este sentido, una versión libre de un cuento que aparece en distintos países de Occidente permite, tal vez, sintetizar la esencia del momento que vivimos.

El cuento relata las artimañas de un rey empeñado en apropiarse de las riquezas de sus vasallos. Para evitar ser descubierto, acude a los sastres de un país todopoderoso y pide que le confeccionen un manto invisible, tan bello y fulgurante que al ponérselo su boato encandilara a sus vasallos y paralizara su descontento ante tanta riqueza mal habida. Confeccionado el manto, un día ocurrió lo inesperado: la mirada inocente de un niño rompió el hechizo. Descubriendo que el manto no existía y que el rey estaba desnudo, el niño proclamo la noticia a los cuatro vientos, destruyendo así el poder maléfico del monarca.

Este cuento remite a la hojarasca que oculta a la estructura de poder global y apunta a las grietas por las que hoy fluye su vulnerabilidad.

El mes de julio llega a su fin envuelto en turbulencias cada vez más espesas y negras. Paradójicamente, la intensidad de esta oscuridad arroja luz sobre los conflictos que existen y sus consecuencias catastróficas para la humanidad. La enorme concentración del poder económico y político engendra una brutal desigualdad y fragmentación social, al tiempo que paraliza las demandas no satisfechas y pulveriza la capacidad que las instituciones democráticas tienen de operar como canal de expresión de las mismas. El resultado de esta dinámica es una multiplicidad de conflictos cada vez más explosivos, que se desparraman como pólvora por el centro y la periferia del mundo capitalista.

La vida social se ha estructurado a lo largo del tiempo en torno a dos ejes contradictorios: por un lado la cooperación, por el otro la dominación. El complicado entrelazamiento de estos ejes ha dado origen a distintas formas de legitimidad institucional y de disciplinamiento social. En los días que corren la cooperación ha sido subsumida bajo un manto de violencia creciente ejercida en todos los órdenes de la vida social y con distintos mecanismos: desde la represión y la guerra a la manipulación del pensamiento y de las acciones. Este contexto invisibiliza a la cooperación y reproduce un relato que busca vaciar de contenido a los conceptos y valores tradicionales, sustituyéndolos por su antítesis. Esta manipulación efectuada por los medios de comunicación hegemónicos, las redes sociales y diversos organismos e instituciones, inculcan confusión y miedo ante un mundo inasible e incomprensible, un mundo cada vez más fragmentado y hostil, un mundo que constantemente construye a un enemigo que acecha a la vuelta de la esquina. En este contexto, el “sálvese quien pueda”, el comportamiento de “manada” y la sujeción al Jefe enviado por las Fuerzas del Cielo sustituye al pensamiento racional, anula el cuestionamiento del statu quo y paraliza a la organización para el cambio social.

Si bien la manipulación social inculcando miedo ha estado en el centro de la vida social desde un inicio, en nuestro presente, dominado por la digitalización y el capitalismo de espionaje, adquiere una centralidad única y, paradójicamente, una visibilidad creciente. Así, a medida que aumenta la intensidad de los conflictos geopolíticos y locales, sus turbulencias empiezan a erosionar el relato que durante tanto tiempo ha ocultado las relaciones de fuerza que subyacen a la manipulación social. Hoy esta manipulación siembra diversas variantes del totalitarismo y coloca al mundo al borde de una guerra nuclear.

Así, a lo largo de julio, la intensidad de la escalada militar en Ucrania e Israel y de las luchas facciosas en los Estados Unidos y en nuestro país exhiben un rasgo común: contribuyen a romper el manto invisible de la impunidad e iluminan relaciones de fuerza que siembran el canibalismo social. Este fenómeno, librado a su propia dinámica, conduce a la autodestrucción del mundo que conocemos. Falta, sin embargo, la mirada inocente que permitirá aunar fuerzas para poner fin a este desenfreno.

 

Intensidad de la escalada militar

La OTAN se define como una alianza defensiva de países europeos, pero los objetivos expresados en el documento final del cónclave realizado hace pocos días en conmemoración de sus 75 años de existencia expone a una alianza ofensiva férreamente encuadrada en la estrategia de Defensa de los Estados Unidos. Esta estrategia fue ideada por la elite neocon que por décadas controla a la política exterior de los gobiernos norteamericanos, sean demócratas o republicanos. El eje central de la misma [1] reside en el dominio económico, financiero, político y militar de los Estados Unidos sobre cualquier rival [2]. A partir de la caída de la Unión Soviética, esta estrategia ha consolidado un estado de guerra permanente [3] y una continua expansión de la OTAN hacia el este [4].

Al declarar como objetivo “irreversible” el ingreso de Ucrania a la OTAN, ésta negó en su documento final toda posibilidad de negociar con Rusia la paz en Ucrania. Al mismo tiempo, designó por primera vez a China como una amenaza global por su supuesta ayuda militar a Rusia en la guerra de Ucrania, dando así un paso decisivo en la escalada militar del conflicto geopolítico que hoy divide al mundo. Asimismo, ahondó la ruptura de los vínculos comerciales y financieros de Europa con Rusia y China, volviendo a la primera cada vez más dependiente económica y políticamente de los Estados Unidos.

A esto sumó un mayor compromiso de asistencia financiera y militar a Ucrania, aceptó el compromiso polaco de intervención directa con tropas en territorio de Ucrania; dio el visto bueno al apoyo militar británico a Ucrania para bombardear territorio ruso en profundidad utilizando misiles de larga distancia ; dio apoyo al envío a Alemania y a Ucrania de aviones de combate (norteamericanos y europeos) con misiles de media y larga distancia portadores de armas nucleares; y dispuso un aumento de la inversión militar obligatoria en todos sus países miembros.

Frente a estas decisiones, el gobierno ruso [5] dejó en claro que destruirá los aviones de nueva generación y los misiles de media y larga distancia en cualquier lugar, y advirtió que el despliegue en ciudades europeas de misiles norteamericanos con capacidad nuclear implica una escalada incontrolable e inadmisible.

 

Estados Unidos: escalada de la lucha facciosa

Acosado por el impacto político de su terrible performance en el debate con Trump, Biden dio nuevas muestras de confusión y senilidad durante el conclave de la OTAN, aumentando las dudas sobre quién conduce al país y a su política exterior. En este contexto, el intento de asesinato de Trump dos días antes de que la Convención Republicana lo consagrara candidato a la presidencia marcó la profundidad de la crisis política de un país sacudido por una intensa lucha facciosa.

Por un lado, la alianza entre el establishment neocon de los partidos demócrata y republicano ha tratado de impedir la vuelta de Trump al gobierno impulsando más de 100 juicios en su contra con el objetivo de inhabilitarlo y mandarlo a prisión por delitos de distinta índole. Asimismo, a través de los principales medios de comunicación y de las redes sociales la dirigencia demócrata fue profundizando durante meses la polarización facciosa, impulsando un relato centrado en la defensa de la democracia frente al avance de un Trump identificado con el totalitarismo y con Hitler.

 

 

 

Trump busca reeditar su proyecto populista de reconstrucción de la grandeza norteamericana (MAGA) convocando a los sectores populares y especialmente a los tradicionales votantes del partido demócrata: los trabajadores, las comunidades hispana y afroamericana, y la población de los principales estados que han sido devastados por la desindustrialización ocurrida en las últimas décadas. La popularidad de Trump ha crecido a lo largo de los meses, potenciándose frente a la imagen cada vez más frágil y confusa de Biden y a la creciente turbulencia que esto ha ocasionado dentro del propio partido demócrata. En efecto, luego del debate entre Biden y Trump los principales grupos económicos que financian la campaña demócrata han exigido la sustitución de Biden como candidato para evitar lo que consideran una derrota segura en noviembre. Este movimiento, resistido por Biden, ha ido sumando a los principales dirigentes y legisladores demócratas, en pánico ahora ante la posibilidad de perder en noviembre la presidencia y las dos cámaras del Congreso.

La creciente evidencia de errores siderales en el dispositivo de seguridad montado oficialmente para garantizar la integridad física de Trump alientan ahora todo tipo de sospechas: desde la idoneidad del Servicio Secreto y de las fuerzas de seguridad involucrados en el episodio; a los móviles y el timing del incidente y hasta el posible involucramiento del gobierno de Biden en el atentado. En paralelo, los republicanos han iniciado una investigación en el Congreso para determinar las responsabilidades en el incidente, mientras buena parte de los medios concentrados han tratado desde un inicio de minimizar el atentado. Encuestas recientes muestran que un tercio de los votantes demócratas considera que el atentado fue fraguado, mientras Trump gana popularidad entre republicanos e independientes.

Con la promesa de aplicar tarifas del 100% a los productos chinos y fuertes tarifas a otros productos competitivos, Trump se ha comprometido a “reestructurar a la economía global de un modo que no ocurre desde la apertura china” [6]. Al mismo tiempo, ha dicho que “seguramente” mantendrá al actual jefe de la Reserva Federal y nombrará a Jamie Dimon, acreditado demócrata y CEO del JP Morgan –el banco norteamericano más grande y con mayor tenencia de deuda con derivados– como su futuro Secretario del Tesoro. Sin embargo, luego del intento de asesinato ha contrariado los deseos del establishment republicano nombrando al senador J. D. Vance como su candidato a Vicepresidente, y futuro heredero del partido republicano. Surgido de los sectores más pobres de la sociedad, Vance ha prometido “que jamás olvidara sus orígenes (…) Hemos terminado con Wall Street (…) Nos comprometemos con los trabajadores y pondremos punto final a la inmigración de trabajo extranjero” porque “hoy la tarea prioritaria es generar empleo y reconstruir la grandeza perdida”.

Trump no inició una nueva guerra durante su último gobierno y se ha comprometido a negociar inmediatamente la paz en Ucrania. Su apoyo al rol del dólar como moneda internacional de reserva, al control norteamericano de las reservas mundiales de energías fósiles y al Estado de Israel ha sido y sigue siendo total. En su discurso ante la convención republicana, dejo atrás las diatribas contra Biden y su gobierno para convocar a la unidad nacional: "Nos levantamos juntos o nos desintegramos juntos”.

 

Argentina: la batalla por el control de la economía

Durante el mes de julio la economía se transformó en un campo de batalla. El objetivo oficial ha sido dolarizar y poner así un chaleco de fuerza a la puja entre los grupos de la patria contratista por apropiarse de mayores rentas y ganancias extraordinarias. La dolarización también implica desatar una brutal recesión y salarios de hambre, fenómenos funcionales al objetivo de consolidar el poder de un pequeño sector de la patria contratista sobre el resto, y de eliminar al mismo tiempo a la protesta social. Mientras tanto, los recursos estratégicos del país servirán para atraer inversiones externas, continuar con el endeudamiento ilimitado y consolidar una alineación total del país con los intereses del gobierno norteamericano.

Para dolarizar hay que salir del cepo cambiario evitando brutales remarcaciones de precios en mercados monopólicos, corrida cambiaria e implosión social. Es decir, se necesita el aval de los monopolios que controlan los mercados y las divisas del país, o en su defecto se necesita un fuerte contingente de reservas o de financiamiento externo que permita neutralizar la corrida. El FMI desconfía de la capacidad de Milei/Caputo para gestionar la crisis, teme que vacíen las reservas necesarias para el pago de la deuda externa, y se mantiene a la expectativa. El gobierno recurre entonces a un experimento nuevo: una dolarización endógena a partir de secar todos los pesos del mercado, obligando a los principales tenedores de dólares a desencanutarlos y/o traerlos del exterior. Los mercados respondieron con la resistencia de los exportadores a liquidar, intensificada por la caída de los precios internacionales de los commodities, la continua formación de precios en mercados monopólicos, y la disparada hacia los dólares paralelos. Así, hacia mediados de julio la brecha cambiaria llegaba al 60%, mientras el riesgo país trepaba a 1.500, caían los precios de bonos y acciones argentinas en Nueva York y trascendía la preocupación de las finanzas internacionales ante las reservas negativas. Esto ocurría a pesar de las reiteradas invocaciones de Milei y Caputo a los empresarios a no remarcar “preventivamente” y a confiar en el plan del gobierno. Ocurría también, a pesar de la aprobación en el Congreso de la ley Bases, con RIGI, blanqueo y otras drásticas reformas estructurales incluidas.

En estas circunstancias el vicepresidente del BCRA viajó de urgencia a Nueva York para asegurar a los fondos de inversión que tienen bonos argentinos que no habría default. En un documento, el BCRA reconocía que tenía reservas negativas por 3.000 millones de dólares. Esta caída había sido provocada por los pagos de importaciones hechos a través de los tipos de cambios financieros (9.600 millones de dólares) [7]. Estos pagos superaban a la pérdida de divisas por exportaciones (7.600 millones de dólares), liquidadas en un 80% en el mercado oficial y en un 20% en el financiero [8]. Este episodio muestra una tendencia: el problema no reside en el déficit fiscal ni en la falta de dólares por tener una economía bimonetaria, sino que es consecuencia de una matriz productiva que reproduce la dependencia tecnológica, la crisis crónica de dólares y el consiguiente endeudamiento ilimitado, una matriz que ningún gobierno intentó cambiar.

En este contexto, el gobierno decidió acelerar drásticamente los tiempos de “la emisión cero”: eliminó la emisión de dinero a través de la compra de dólares en el mercado oficial (MULC). Los pesos emitidos por esta vía serían absorbidos mediante la venta de dólares en contado con liquidación (CLL) a fin de frenar la suba. Esto se sumaría a la eliminación inmediata de los puts bancarios, a fin de impedir su utilización por los bancos en una posible corrida cambiaria. Esta semana, Caputo celebraba lo logrado: acordó con los bancos la recompra de 13,17 billones de pesos en concepto de puts con el pago de una prima por inflación y los felicitó por “priorizar el futuro del país por sobre los intereses de sus instituciones”. Al mismo tiempo, celebró el éxito de la nueva política cambiaria que, sin desembolsar dólares de las reservas, logró atenuar la brecha cambiaria ante el temor de una futura baja de las cotizaciones en el mercado paralelo. Según Caputo, “todavía algunos no se convencen” de que el objetivo es secar la plaza de pesos, pero “la realidad probará que en breve la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos y el peso va a ser la moneda fuerte” [9].

Estas medidas, sin embargo, aceleran el levantamiento del cepo, única manera de dolarizar a corto plazo, mientras sotto voce el gobierno sigue buscando financiación especial para asegurarse una dolarización sin hiperinflación, híper devaluación, cataclismo social y, como en otras épocas, asamblea legislativa. El envío subrepticio de parte de las tenencias de oro del BCRA a Basilea tiende a corroborar esta estrategia. Asimismo, la salida del país de siete grandes corporaciones multinacionales ligadas al mercado interno; la creciente desazón expresada por grandes empresarios locales vinculados al mercado interno ante la continua y profunda recesión; las demandas de un RIGI para el campo y otro para las grandes corporaciones industriales, también se inscriben en los movimientos telúricos desatados por la perspectiva de una dolarización endógena.

En estas turbulencias, el progresismo continúa sin analizar los peligros de una dolarización. Tampoco plantea un proyecto alternativo que ponga fin al canibalismo social y a la miseria planificada.

 

 

 

[1] Explicitado en el Proyect for New Amercian Century, de septiembre de 2000.
[2] Este excepcionalísimo responde, como hemos visto en otras notas, a los intereses de un complejo industrial militar originalmente denunciado en 1962 por el Presidente Eisenhower como el principal peligro para la democracia norteamericana.
[3] Serbia, Afganistán, Irak, Siria, Libia y ahora Ucrania y Medio Oriente.
[4] Esto ha ocurrido a pesar del compromiso explícito dado oportunamente por las autoridades norteamericanas a las soviéticas de que jamás iría a ocurrir.
[5] Ver aquí el análisis de un experto sobre la estrategia de Putin.
[6] Rabobank, zerohedge.com 18 7 2024.
[7] Lpo.com 15 7 2024.
[8] Proporción esta última que no ingresa a las arcas del Central y por el blend ha sido cuestionado por el FMI.
[9] Infobae.com 19 7 2024.

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí