Secuencias

Cómo llegamos hasta acá

 

Una pregunta de estos tiempos es cómo fue posible que tengamos de Presidente a Javier Milei. Las explicaciones pueden ser varias. Existen secuencias de sucesos que no se deberían olvidar en un abordaje político profundo si se intenta brindar una respuesta honesta a cómo llegamos hasta acá. Un punto de partida (de defunción) fue el endeudamiento externo que nos dejó el ex Presidente Mauricio Macri, que introdujo nuevamente al Fondo Monetario Internacional (FMI) en la vida económica de nuestro país. Barrió con aquella soberanía política que había logrado el Presidente Néstor Kirchner cuando el 15 de diciembre de 2005 tomó la decisión y anunció el plan de desendeudamiento con el FMI y el 3 de enero de 2006 comunicó la cancelación de la deuda. El endeudamiento de Macri puso nuevamente al país con la soga al cuello. Esa intromisión del organismo internacional es un condicionante gravoso y generador de males.

Los 44.500 millones de dólares que obtuvo del FMI el Macri en 2018, sin que se tenga registro a dónde fueron a parar, ha sido y es parte del problema. El endeudamiento y seguir las metas que ese organismo propone —en una economía bimonetaria— es inflacionario. La negociación con el FMI que llevó adelante el ministro de Economía de Alberto Fernández no fue una reprogramación de vencimientos de pagos de la deuda tomada por el macrismo; se trató de una refinanciación que estuvo lejos de ser “una dura negociación” y que no podía ser anunciada como beneficiosa para el país, tal como caracterizó Máximo Kirchner en su carta de renuncia a la presidencia del bloque del Frente de Todos (FdT) en la Cámara de Diputados el 31 de enero de 2022. Aquel acuerdo contó con 202 votos afirmativos. Del bloque oficialista del FdT, 76 diputados votaron a favor y 28 lo hicieron en contra. 13 se abstuvieron. El proyecto no hubiera sido aprobado sin los partidarios de la deuda, el bloque de Cambiemos.

Ese 11 de marzo de 2022, cuando la Cámara de Diputados se proponía aprobar el acuerdo para financiar el préstamo que Mauricio Macri había solicitado y que en 2018 le había otorgado el FMI, el despacho que CFK tenía en el Senado, en el marco de una gran movilización en contra de ese acuerdo fue atacado a piedrazos. “Fue el despacho de quien hizo frente a los fondos buitre, quien mantuvo fuera del país al Fondo Monetario Internacional, cumpliendo el legado de mi compañero Néstor Kirchner y que además construyó con su decisión el Frente de Todos, que permitió derrotar a Mauricio Macri”, expresó Cristina en un video luego del ataque. “Antes de Vicepresidenta y Presidenta, fui varias veces Senadora de la Nación, pero siempre fui y seré una militante política. Me tocó ver, desde la recuperación de la democracia en 1983, escenas de violencia siempre vinculadas a ese organismo y sobre todo a las políticas que imponía a los distintos gobiernos”. Recordó las palabras de Néstor Kirchner respecto al FMI, “cuando decía ‘siempre actuó como promotor y vehículo de políticas que provocaron pobreza y dolor en el pueblo argentino’”.

Meses más tarde, esa violencia escalaría al mismo tiempo que crecería el acompañamiento masivo a Cristina Fernández de Kirchner, que era hostigada por el partido judicial. El 1 de septiembre de 2022 intentaron asesinarla. Esa bala que no salió trajo luego el fallo que sí salió, como anticipó Clarín, demostrando la necesidad del poder real de proscribirla. Si el país entraba en la etapa de la dependencia, de pérdida de soberanía política-económica por la intromisión del FMI, era necesario alejar de una posible carrera electoral a quien contaba con un masivo respaldo popular y tuvo el coraje y la integridad de mantenerse lejos de ese organismo una vez que su compañero Néstor Kirchner finalizó con medio siglo de una dependencia que condicionó y degradó la economía, destruyendo toda soberanía política con Presidentes elegidos por el pueblo, pero que cumplieron estrictamente los programas del organismo basados en la extracción de excedentes fiscales y externos para pagar la deuda externa.

El acuerdo con el FMI puso límite político al gobierno del FdT. Algunos prefieren olvidar esa secuencia para caer en la tontera de que el gobierno de Alberto Fernández se debilitó por disputas particulares entre la Vicepresidenta y el Presidente. Lo debilitante fue el acuerdo con ese organismo. Luego de que el ministro de Economía Martín Guzmán renunciara a su cargo el 2 de julio de 2022, dejó ese acuerdo condicionante que tuvo que respetar Silvina Batakis cuando lo sucedió, padeciendo la falta de dólares hasta su renuncia del 22 de julio de ese año, en que Sergio Tomás Massa asumió y pudo controlar una situación difícil. Pero vino la devaluación que exigió el FMI y que se concretó el lunes 14 de agosto de 2023. Según Massa, la presión del organismo era para que devalúe un 100% la moneda. Después solicitaron un 60% de devaluación y finalmente se acordó un 20%. Esa devaluación deterioró aún más los ingresos e incrementó los precios dolarizados de nuestra economía bimonetaria lo que impactó desfavorablemente en la población y perjudicó a la vez al ministro candidato del FdT.

Si los 44.500 millones de dólares que el FMI le dio a Macri respondieron al deseo de Estados Unidos de mantener en el poder a uno de los suyos, ¿no es válido también pensar que la devaluación que le exigió realizar a Sergio Massa fue también para deteriorarlo a él y a una fuerza política que no se condecía con el tipo de gobierno que le convenía a ese país del norte y por eso utilizó un instrumento eficiente como el FMI como ente regente de sus intereses imperiales? ¿Puede acaso en un análisis serio de cómo llegamos hasta acá olvidarse que el propio atentado contra la vida de CFK no esclarecido por decisión del partido judicial para no determinar cuáles fueron sus mandantes, vinculados con libertarios y cambiantes, fue una forma de naturalizar la violencia extrema y quebrar al mismo tiempo el pacto democrático?

La llegada del libertario a la presidencia no es producto del azar, es resultante del deterioro económico-político que generó en parte el organismo, que ahora cuenta con un alumno ejemplar que, empecinado en ejecutar un ajuste fiscal mortal, transita por la cornisa del abismo de aquellos que también se esmeraron en garantizar el pago del servicio de la deuda externa y terminaron mal. El propio FMI tiene dudas de que el programa del libertario vaya por el buen camino de lo que se propone lograr. La brusca devaluación del 118% que realizó Javier Milei ni bien asumió haciendo notar que aquella que solicitó el FMI a Massa y que se negoció para que solamente sea del 20%, con él sería de mucho más. Ya había dicho en campaña: “Nosotros lo que queremos hacer es un ajuste que es más duro que el del Fondo”, pero mintió al negar que las espaldas sobre quienes caería ese ajuste no sería la de los jubilados. El topo mercader está envuelto en su propia trampa.

Para Milei, achicar el Estado, detener la obra pública, incumplir con leyes de distribución de ingresos hacia las provincias refrendadas en el presupuesto prorrogado fue su manera de reducir el déficit fiscal. Al mismo tiempo, con la creencia de que esa era la manera de reducir la inflación que su propia devaluación inicial disparó. Ahora se resiste a las presiones para una nueva devaluación porque sabe que impactaría con aquello de lo que se vanagloria su gobierno: una supuesta reducción inflacionaria lograda a base de un enfriamiento de la economía que se desploma a ritmo agigantado. A pesar de sus viajes reiterados buscando rodearse con los más poderosos y ricos del mundo, ninguna inversión ha llegado. Con falta de dólares, porque el sector agroexportador liquida lo justo y necesario, la presión para una devaluación que produce una brecha cambiaria que crece lo encuentra en una encrucijada.

Un Banco Central que no acumula dólares lleva a que los tenedores de bonos en esa moneda desconfíen cómo se les pagará, lo que genera presión sobre el mercado de tipo de cambio. El gobierno podría devaluar, pero el impacto inflacionario sería perjudicial. Podría bajar retenciones para que el sector agroexportador liquide, pero si Milei lo hiciera dificultaría truchar aún más el aparente superávit fiscal. La devaluación implicaría que la supuestamente controlada inflación se dispare, lo que afectaría a la población y a su base política. El programa de Milei está siendo desarmado por el mercado. Su promesa de liberar el mal llamado cepo, restricciones necesarias a la moneda extranjera, se dificulta cada vez más con la brecha, que sigue creciendo. Sería difícil que asomen las inversiones que podrían venir teniendo aprobado el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). Posibles inversores foráneos y locales lo harían sin restricciones para poder llevarse los dólares afuera. Una devaluación del dólar oficial impactaría en los combustibles que Milei liberó. Lo mismo pasaría con la energía a precio dólar, que sería insostenible. El topo está entrampado.

Milei creyó que al bajar el déficit fiscal desaparecería la inflación. Ahora, como tal topo que apenas distingue entre la luz y la oscuridad, descubre que el problema que está atravesando su plan es por faltante de dólares dada la economía bimonetaria existente. Cualquier decisión que tome puede impactar en un pico inflacionario. No es el déficit, no es el gasto del Estado que redujo para controlar la inflación, sino los dólares con los que no cuenta. El Presidente —que ante el sitio de noticias estadounidense The Free Press declaró: “Amo ser el topo dentro del Estado, yo soy el que destruye el Estado desde adentro”— está aplicando una política económica que está generando un colapso del sector estatal, pero también del sector privado. La caída abrupta en sectores productivos industriales que no encuentran rebote ni recuperación generará altos niveles de desempleo. La caída del consumo, es otro síntoma de haber desarticulado toda política de cuidado de precios; y el gran impacto de la devaluación inicial, seguida de una licuación de ingresos, fue un combo que afectó a la ciudadanía y la esperanza al joven-viejo gobierno parece licuarse.

La injerencia del FMI es determinante y condicionante de la política económica argentina. Su receta fue siempre imponer ajuste estructural, achicamiento del Estado, privatización de empresas estatales y del sistema jubilatorio, restricción del gasto público y del crédito y apertura económica a mercaderías y capitales externos, entre otras medidas que promovieron la hegemonía del capitalismo financiero sobre la soberanía productiva argenta. Aunque Milei no tenga problemas con eso e incluso apueste a más, se encuentra con el problema del faltante de dólares en estos siete meses, que se agravará con los vencimientos de pago de deuda venideros. Para 2025, los vencimientos de Bonos y Letras, FMI y organismos internacionales ascienden a 17.000 millones de dólares; en 2026, los vencimientos ascienden a 17.800 millones de dólares; en 2027, a 21.500 millones de dólares; para 2028, será de 25.100 millones de dólares; en 2029, los vencimientos son de 24.300 millones de dólares; en 2030, serán de 22.200 millones de dólares y 22.800 millones de dólares en 2031, como bien informaron el domingo pasado Julia Strada y Hernán Lechter. ¿Alguien puede dudar de que la deuda externa es condicionante para el desarrollo soberano del país?

 

 

 

 

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