El Senado decidió que el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo que ya tiene media sanción sea girado a tres comisiones: Asuntos Constitucionales, Salud, Justicia y Asuntos Penales. Gracias a una negociación entre oficialismo y oposición, en el camino quedó la propuesta dilatoria de la vicepresidenta Gabriela Michetti, de tratarlo también en la comisión de Presupuesto. Además del proyecto que tiene media sanción, se tratarán otros 3 proyectos. El 3 de julio será la apertura del debate, habrá plenarias el 10, 11, 17 y 18 de julio y la votación tendrá lugar el 8 de agosto. Empieza el poroteo.
Cuando Mauricio Macri declaró que daría “luz verde” al ingreso del aborto al Congreso aún el verde no era el color opuesto al celeste. Hacía apenas dos días había ocurrido la masiva manifestación de trabajadores y trabajadoras del 21F y el dólar rozaba los 20 pesos. Que Macri jugara a ser feminista era advertido por propios y ajenos como una maniobra distractiva, volutas de humo para tapar lo que vino: las manifestaciones populares del 8 de marzo, del 24 de marzo, del 20 de abril contra los tarifazos, del 25 de mayo contra el pacto con el FMI y la del 4 de junio por Ni Una Menos, cuya bandera clamaba “Sin aborto legal no hay ni una menos. Contra el FMI, el ajuste y la deuda”.
El debate por el derecho de las personas gestantes a interrumpir un embarazo parecía trascender las tensiones entre izquierdas y derechas, estados benefactores y neoliberalismos. Asimismo, el triunfo de la estrategia de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito respondía a la transversalidad desprejuiciada de la apuesta, en la que aparecieron en unidad bajo un mismo rótulo mujeres radicales, trotskistas, peronistas, etc. El aborto era algo que sucedía allende la política que preocupa al Gobierno. Cuando el 13 y 14 de junio destacaron como fervientes defensores de la libertad de las mujeres los oficialistas Daniel Lipovetsky y Silvia Lospennato, esa idea de que el aborto es políticamente neutral parecía confirmarse.
La popularidad de ambos referentes provocó un principio de úlcera dentro de Cambiemos. En tanto el intento de Gabriela Michetti de dilatar la votación y girar el proyecto a cuatro comisiones fue frenado por el propio oficialismo en alianza con Miguel Pichetto, el aborto, el tema que servía sólo como máquina de humo, ahora aparece en una dimensión impensada: parte aguas y deja a Michetti y al senador Esteban Bullrich pedaleando en el aire.
Humo verde
Cuando Macri dijo “verde” y se retiró a comer una hamburguesa de berenjena cultivada en la terraza de la Casa Rosada, estaba quizás también pensando con qué se comía, con qué se pasaba, lo que vendría: el anuncio de un salvataje al FMI, la corrida del dólar y, luego, el recambio en el equipo económico que desplazó a Federico Sturzenegger, Juan José Aranguren y Francisco Cabrera mientras las feministas cantábamos frente al Congreso. “En el radicalismo se afirma que estos cambios en el gabinete fueron las condiciones que Elisa Carrió le impuso a Macrì para no romper la Alianza”, revela Horacio Verbitsky en la edición del 17 de junio de El Cohete a la luna. Similares fueron las palabras que pudo colar Elisa Carrió, en su pose de toro sentado, cuando finalizó la votación que por 129 a 125 daba media sanción a la legalización del aborto: “He estudiado durante 40 años este tema. Pero no he hablado para preservar la unidad de Cambiemos. Nada más".
¿Qué tapa el aborto? ¿Tapa el acuerdo con el FMI, los tarifazos, el pico de 30 pesos al que llegó el dólar, los miles de despidos estatales, tapa que la Argentina es un mercado emergente? ¿O tapa la escalada de la protesta social desde diciembre, su masividad y su transversalidad. ¿Tapa? Y si tapara, ¿no fue la elección del aborto y no cualquier otra preocupación social como cortina de humo una subestimación de la potencia del movimiento de mujeres, lesbianas y trans que en un par de meses fue capaz de acelerar la participación popular y evidenciar las contradicciones y fisuras dentro de cada espacio político?
Los feminismos constituyen hoy la fuerza más poderosa contra el neoliberalismo a nivel global. Los paros internacionales de mujeres, lesbianas y trans demostraron la ligadura fáctica entre el poder, el orden financiero económico y las vidas cotidianas de estas identidades. Y lo hacen en Chile, en Uruguay, en España, en Estados Unidos, en Italia. Lo hacen las mapuche, las lesbianas, las zapatistas, las estudiantes, las amas de casa, las sindicalistas, los migrantes, los pibes trans, las académicas, las escritoras, las cineastas, las oenegeístas, las chetas, las populares, las actrices yankees y las de Barrio Norte. El movimiento por el cual desandamos la naturaleza del golpe: de la violencia en el espacio íntimo y/o cotidiano hasta llegar a las causas estructurales de la desigualdad del sistema capitalista y patriarcal, politiza a ese antes edulcorado movimiento Ni Una Menos y a ese antes inofensivo reclamo de aborto legal, seguro y gratuito. Sorpresa, Macri no había calculado el viento y el humo se le metió en la casa.
Por una cabeza
—A mí me da que estamos iguales y diez indecisos.
—Nah, pero ese no confirmó.
—Me lo dijo off the record.
—Igual sale o sale.
—Sí, sale, cualquiera puede ser el poroto mágico.
Lo personal es político. Su reverso, que lo político es personal, no es menos cierto y puede confirmarse en el Congreso. Por la controversia que genera el tema, por la subrepticia irrupción en la agenda legislativa, por la masividad de todo lo que propone el movimiento feminista en los últimos años o por la suma de todos estos motivos, las inclinaciones de lxs diputadxs y senadorxs no llegaron a organizarse en términos partidarios o en bloques sino que se dirimen uno a una, cabeza a cabeza y una vez más la política se volvió personal.
La misma noche de la votación en la Cámara baja, promediando la madrugada, algunas y algunos diputados aún no habían decidido su voto. Fue recién con el giro pampeano, cuando tres diputados revelaron su intención a las 8 y media de la mañana, que se aclaró el paisaje. La decisión de votar a favor o en contra se tomaba en términos individuales, salvo los diputados y diputadas de la izquierda, única fuerza que tiene en su plataforma el derecho al aborto.
“Pasame una carpeta con información así convenzo a mi indeciso”, le dice un senador a una feminista que recorre los pasillos del Congreso. Él ya prometió su voto a favor y tiene un colega de la misma provincia que aún no se decide. La feminista que recorre los pasillos del Congreso lleva en una carpeta en el teléfono y en papel, también tiene tres planillas distintas de conteo de porotos. Cada poroto podría ser el mágico. La feminista le habla de la transversalidad del feminismo, de la ganancia en términos de popularidad y electorales, de los derechos humanos y los tratados internacionales. Según quién sea le habla de Eva Duarte, de la teoría queer o de las libertades individuales. A lxs que se entusiasman con los mercados y organizan su política en función de la mirada del exterior les cita a la Organización Mundial de la Salud, que en la publicación Aborto sin riesgos: guía técnica y de políticas para sistemas de salud también relaciona al inofensivo humo del aborto con el sistema económico:
"En prácticamente todos los países desarrollados los abortos sin riesgos se ofrecen en forma legal. En los países donde el aborto inducido legal está sumamente restringido o no está disponible, con frecuencia un aborto sin riesgos se ha vuelto el privilegio de los ricos, mientras que las mujeres de escasos recursos no tienen otra opción que acudir a proveedores inseguros, que provocan la muerte".
El feminismo, como principal movimiento promotor del derecho al aborto, con su probada potencia disruptiva y su capacidad de movilización, puso a la política argentina un poco nerviosa. Ahora no hay quien pueda mirar el baile desde afuera. Falta más de un mes para el 8 de agosto y ya se están organizando las caravanas verdes. En una ruta paralela avanzarán las celestes. Se espera que la movilización sea más concurrida que la del 13 de junio. La construcción es poroto a poroto, con marca personal a las y los 72 senadores pero sin descuidar el entramado colectivo y desbordado que nos trajo hasta acá.
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