Todo lo que falló

El principio de la investigación sobre el atentado en la DAIA-AMIA

 

A menos de un mes de que se cumplan 30 años del atentado que asesinó a 85 personas en la explosión que destruyó el edificio de la calle Pasteur 633, propiedad de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentina) donde funcionaba la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) ratifica la complicidad del Estado argentino en el encubrimiento, mientras un flamante libro del abogado Alejandro Rúa (Buenos Aires, 1964) echa luz sobre el mes de junio de 1994, cuando ocurrieron los hechos.

Impulsado por el colectivo de familiares de las víctimas Memoria Activa y patrocinado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el reclamo ante la Corte Interamericana fue iniciado hace un cuarto de siglo. Finalmente, la sentencia de 100 páginas arroja conclusiones categóricas en relación a las responsabilidades estatales, el encubrimiento de la verdad y de las causas y actores involucrados, tanto por parte de la administración de justicia como de los servicios de informaciones, llamados “de inteligencia”. Como lo expone Diego Kenis en su nota de la semana pasada en El Cohete a la Luna, se ignoraron las advertencias, desprotegieron las pruebas, hubo una componenda entre la (entonces) SIDE y el juez Galeano, entre muchos; se evitó el conocimiento público, en fin: se garantizó la impunidad y quedó cuestionada para siempre la operatividad de los servicios como auxiliar de los tribunales.

 

El autor, Alejandro Rúa.

 

Si en un crimen cualquiera, las primeras 24 horas resultan fundamentales a fin de obtener la información destinada a esclarecer el hecho, en un atentado de tamaña magnitud como el de la calle Pasteur, el lapso se amplía. Esta es la tarea encarada por Alejandro Rúa en 30 días, la trama del atentado a la AMIA, al reunir el material encontrado durante ese período. Colaboró en tal aspecto su función como secretario ejecutivo de la Unidad especial de Investigación creada por el gobierno a fin de “coordinar la acción de las distintas fuerzas de seguridad y organismos de inteligencia del Estado que podían asistir a las autoridades judiciales”. Por cuatro años procuró levantar el secreto que regía sobre lo actuado, parcialmente infructuoso, logrando apenas hallar pocos documentos reservados. En 2015 representó a los familiares de Memoria Activa en el juicio por mal desempeño y encubrimiento, así como en el del Memorándum de Entendimiento con Irán. Intenso recorrido que le permite ahora construir un relato periodístico de esas jornadas con las actuaciones acumuladas en voluminosos expedientes judiciales y algunos contextos aportados por la prensa de la época.

En términos generales, el material informativo ofrecido por Rúa tiende a abonar la participación de la organización terrorista Hezbolá auspiciada por la República Islámica de Irán, dado que en esa dirección se orientaron los informes de los servicios y fuerzas intervinientes. En tanto, las referencias que incluían otras alternativas resultaron ocultadas cuando no suprimidas y sólo fueron insinuadas con mucha posterioridad. Sin ir más lejos, la “pista siria” aparece recién en las postrimerías de la investigación, sin desarrollo formal. Algo similar lo ejemplifica la probada existencia de dos helicópteros suspendidos sobre la sede de la DAIA-AMIA a altas horas de la noche anterior a la deflagración, “de uno de los cuales pendía una especie de soga”. Entre las sospechas capaces de orientar las investigaciones hacia otros rumbos, el autor destaca la actividad conjunta con la SIDE de mano de obra proveniente de los centros de represión, tortura y exterminio de la reciente dictadura terrorista 1976-1983. En esta dirección no sorprende que los primeros en llegar al lugar y hacerse cargo de los pasos iniciales de las pesquisas fueron ex integrantes de Automotores Orletti y del batallón 601 de Inteligencia del Ejército, como Pascual Guerrieri, Héctor Pedro Vergez, Raúl Guglielminetti y Patricio Fonseca, entre otros, con posterioridad juzgados y condenados por crímenes de lesa humanidad.

 

 

Más que un dato accesorio, de primer orden fue la reunión mantenida al día siguiente del atentado por el Presidente Menem, el ministro de Relacionares Exteriores Guido Di Tella y el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la cancillería israelí Dov Schmorak (a la sazón ex embajador en la Argentina), entre otros. En el cónclave presentaron “una versión unificada de lo ocurrido”, apuntando “a un grupo islámico pro iraní que actúa en el Líbano”, sin descartar la actuación de “factores locales” y “grupos marginales”, nunca especificados. Como afirmara un experto estadounidense que participó de la investigación, “siempre hubo un esfuerzo por desarrollar los hechos que llevaran a la conclusión establecida, en lugar de que los hechos establecidos fueran los que llevaran a la conclusión”.

Con prudencia jurídica, Rúa expone la concatenación de factores destinados a desviar la investigación, garantizar la impunidad y ocultar las verdaderas causas, ya en el mismo momento en que comenzaban a acumularse los cadáveres sobre los escombros de Pasteur 633. Aún revelando el material recabado durante el mes de julio de 1994, la ilación capaz de desprenderse de allí hiede a confusión y muerte. 30 días, sin descartarla ni sentar posición explícita, se atiene al encadenamiento de los hechos; intercala informes que dejan entrever cuestionamientos a la versión oficial y propone otros sustentos, provenientes de organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales. Entre las pistas falsas sembradas acaso por los auténticos causantes de la masacre, las versiones ambiguas y algún espontaneísmo megalómano, se desenvuelve dentro de esa “selva de espejos” tan cara a los espías, donde los informantes “eran falsos, las mentiras eran verdades, la verdad era mentira y los reflejos dejaban deslumbrado y confundido” al investigador de buena fe. Concluye con una inquietante aporía: “30 días para 30 años. Qué pasaría si sucediera hoy”.

 

 

FICHA TÉCNICA

30 días, la trama del atentado a la AMIA

Alejandro Rúa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2024

320 páginas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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