Incluida en la ley Bases, LRA Radio Nacional puede pasar de ser mascarón de proa de la red de radiodifusión a furgón de cola, de abrir toda cadena nacional que se precie a oír el ruido de rotas cadenas. En un país en que todo lo público está conectado a terapia intensiva, la emergencia también llegó a la radio pública.
Desde hace un par de semanas sus trabajadores están en la calle juntando firmas de ciudadanos, como antes lo hicieron los de Banco Nación, la agencia Télam, CONICET o Aerolíneas Argentinas. Esta apreciada forma de autodefensa tiene un propósito doble: rechazar una posible privatización y visibilizar la importancia institucional y estratégica de una radio de bandera, que incluso tiene una filial en la Antártida. Cuando se habla de la LRA, que el próximo 6 de julio cumplirá 87 años (inicialmente, como Radio del Estado), no sólo se alude a la AM 870, sus tres FM’s temáticas (Folklórica, Clásica y Rock) y Radio Argentina al Exterior (RAE) sino que engloba a las 49 crías sonoras en AM de todo el país y otras tantas frecuencias moduladas: bastante más de cien radios. Vale decir que lo que está en juego es una descomunal pérdida de puestos de trabajo para periodistas, técnicos, administrativos, hasta personal de limpieza y, ni que hablar, del doloroso arrebato de identidad regional.
El pasado 22 de abril, vía telegrama, la intervenida sociedad de Estado Radio Televisión Argentina (RTA) comunicó la supresión del cargo de director de esas emisoras, sustituyéndolo por la figura de coordinador administrativo. La consecuencia fue la severa alteración de la gestión cotidiana, la imposibilidad de sostener programación propia y la antipática exigencia de reemplazarla por contenidos que llegan desde la calle Maipú 555. Este sopapo de porteñidad que el gobierno asesta a su radio de cabecera suspende toda perspectiva federal.
Los trabajadores consultados ven en la situación actual una continuidad del clima de fin de época que atraviesa y padece todo lo público. El desinterés se transforma en fuertísima desinversión, precarización que afecta a personas y a espacios y materiales de trabajo, y en el permanente desprecio sobre lo que a todos nos pertenece. A fines de diciembre vencieron más de 500 contratos temporales. El medio millar de exonerados cruzó el país radial entero. En la mayoría de los casos eran monotributistas, conductores, columnistas, productores, algunos con muchos años de relación laboral y con horarios y obligaciones iguales a colegas en relación en dependencia. En estos meses el personal en relación de dependencia sintió el sablazo de la quita de horas extras por trabajos realizados fuera del horario habitual, un uso y costumbre esencial, porque servía para completar el salario. Se registraron tres despidos en LRA51 Nacional Jáchal: un trabajador de planta permanente con 17 años de antigüedad y otros dos que revistaban como transitorios.
🎙️Hoy acompañamos a @SiprebaRNA en la radio abierta que realizaron frente a los 3 despidos que hubo en Radio Nacional Jáchal, San Juan.
🗣️ Micaela Polak, delegada de @SiprebaRNA: “Estamos exigiendo que se los reincorpore. Creemos que es parte de un plan de vaciamiento" pic.twitter.com/9kSDEKftpj
— Somos Télam (@somostelam) April 15, 2024
También se produjo una vacante en RAE que –vía ondas cortas e Internet– transmite información argentina al mundo en español y en otros seis idiomas: el encargado de pasar la información al alemán no fue reemplazado. El objetivo de achicamiento continúa y en este momento ninguna conversación de pasillo descarta la apertura de retiros voluntarios. “Todo lo ven en términos de gasto. Les resulta muy difícil, o imposible, pensar que este es un servicio radial ligado a los lineamientos de un Estado soberano”, dijo a El Cohete Micaela Polak, productora de la radio, delegada gremial y secretaria de Géneros de Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa).
En este momento la planta de personal en todo el país asciende a unos mil trabajadores. Inevitablemente, en esta situación de alta inestabilidad lo que sale al aire tiene limitaciones. La marcha por el Día Internacional de la Mujer se pudo cubrir, pero la decisión respecto a la movilización del 24 de marzo fue pasarla por alto. El criterio no fue similar a la presencia de la radio en Expo Agro, un evento que contó con amplia cobertura. Sin estar oficializadas en un nuevo manual de estilo, recientes bajadas de línea sugirieron evitar al aire expresiones de tono politizado, como “Abajo el DNU” o “La patria no se vende”.
A fines de febrero asumió como director ejecutivo Héctor Cavallero, con una trayectoria muy reconocida como productor de grandes espectáculos teatrales y musicales, nacionales e internacionales y representaciones artísticas prestigiosas. Pueden escucharse declaraciones suyas de visita a nuevos programas de la emisora, como el de segunda mañana que conduce Oscar Gómez Castañón. En esa charla y en otras reconoció estar un poco asustado porque era su primera vez al frente de una radio. En esos intercambios formuló definiciones importantes. Aseguró no tener información como para decir que el actual fuera un proceso privatizador y que procurará alcanzar la rentabilidad de la radio, para que no les cueste a los argentinos. “La única limitación que me impongo es que no sea una radio ideológica o una radio militante… vehículo de agresión y de chicanas… fábrica de relatos para un gobierno”. Esas fueron algunas consideraciones del nuevo director de Nacional, que hasta su designación estaba al frente de una licenciatura en Artes en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
No es la primera vez que alguien muy cercano al mundo del espectáculo e identificado con él, queda al frente de la radio pública. Durante la presidencia de Menem, y hasta 1996, el máximo cargo fue ocupado por Julio Márbiz, conductor de radio y de televisión y creador del ciclo Argentinísima. En esos años se hizo habitual, especialmente en horarios nocturnos e incluso de madrugada, la llamada del oyente Carlos, de Olivos, naturalmente el mismísimo Presidente de la Nación. Tenía ganas de conversar, de intervenir o incluso de hacer una declaración o un anticipo político y la radio, en ese horario de escucha tranquila, aparecía como el vehículo ideal. Márbiz recuperó el legendario edificio de Maipú 555, construido para Radio El Mundo, y que sigue siendo sede de Nacional. También implantó un mecanismo de publicidad paga que aún sigue vigente y que ni entonces ni ahora logró mover el amperímetro del presupuesto. Para equilibrar cuentas, Cavallero se pronunció a favor del ingreso de pauta privada. “No estamos en desacuerdo de que la radio tenga avisos o ponga en funcionamiento un departamento comercial que asegure otra fuente de ingresos, pero, eso sí –puntualiza Micaela Polak– sin que eso implique desconocer el sentido de servicio público y social de la radio y defendiendo siempre la voz del Estado”. Sería muy trascendente lo que podría perderse si el desaprensivo “¡afueraaaa!” gubernamental se ensaña con Nacional y se desinteresa de funciones en las que es comunicador irremplazable. Por ejemplo, si dejaran de efectuarse los Mensajes al Poblador Rural.
La gauchadita
Desde territorio porteño, la periodista Amanda Alma (acreditada de Nacional en el Congreso) afirma que el 55% de las emisoras de la radio pública tienen su jurisdicción en zonas de frontera. Esa es la tarea de algunas filiales: resguardar los más de 9.000 kilómetros limítrofes. Rubén Lagrás, locutor ya retirado, con casi 40 años de servicio en LRA 30 Nacional Bariloche, apunta: “Para esas zonas, el mensaje al poblador rural es la gauchadita; es la red social que no tienen; es el momento sagrado porque ese mensaje proviene de una comunidad que interactúa con criterios comunes”. Lo sigue en el razonamiento la licenciada en Comunicación Gabriela Salamida, estudiosa del tema y realizadora de un documental. Describe: “Los mensajes tienen la impronta de las/os pobladores rurales. Ellos fueron construyendo una oralidad que les es propia”.
Este es el inefable tono de esa oralidad compartida. “A Marcos Pereira, de Fitamiche, su hermana Juanita le comunica que mañana va el camión con la leña”; “se ofrece puestero o mensual con perro y recado para trabajar en la región. Llamar a Pablo Gutiérrez”; “se comunica Ceferino Hauyquil, de Blancura Centro, que su nuera Isabel dio a luz un hermoso varón. Ambo se encuentran bien de salud”; “A Marta Calfunceo, de Bariloche, que no viaje a Paso de los Molles porque el río va muy crecido. Teresa se encuentra bien”. Este servicio es indispensable allí donde entre pueblo y pueblo hay leguas de distancia y a los que no llegan ni telefonía, ni Internet y hasta los suministros eléctricos son limitados o irregulares.
Herramienta inclusiva como pocas, esos mensajes ayudan al paisano, al arriero, al puestero, al baqueano, al cordillerano, al quiaqueño. Ninguno de ellos necesita que la radio les cuente que en ese momento en la avenida 9 de Julio hay un embotellamiento de tránsito. Lo que quieren saber es si se aproximan nevadas, inundaciones o jornadas de sol abrasador. Estudiosa del tema y creadora de una obra de teatro y de podcasts sobre el tema, Ana Laura Suárez Cassino afirma que “con los mensajes al poblador, la radio recupera su dimensión antropológica”. Esas historias simples e indispensables corren el riesgo de perderse si el desguace de este medio oficial se concreta. Desde LRA 9 Nacional Esquel, Rocío Davel, periodista, co-conductora con Raúl Carello del programa matutino El señalador confirma que pese a la eliminación de las horas extras ella y sus compañeros se las ingenian para no interrumpir los mensajes, con cinco salidas diarias de lunes a sábados, 7.45 de la mañana la primera y 21 horas la última. Agrega que se trata de contenidos indispensables para la ruralidad. Comunican nacimientos y fallecimientos, si el transporte escolar pasará o no, si la tormenta reciente inutilizó el camino de ripio, consultas importantes de asuntos médicos para personas y sanitarios para animales. Gabriela Carel lo sintetiza con un poema:
Mensajero rural es correo radial / Para el poblador de la Patagonia / que sabe de las distancias / que entiende de sus memorias / Dejá de insistir, no mandes WhatsApp / no tengo Internet, acá no hay señal.
* Buena parte informativa de esta columna tuvo el respaldo de distintas lecturas e informaciones. El excepcional ensayo de fotografías y textos de Jorge Piccini Mensajes al poblador rural (más de 70 años en el aire de la Patagonia) además de los valiosos aportes de, entre otros, Ana Laura Suárez Cassino, Gabriela Salamida, Nora Banuera y Juan Ignacio Revestido. Gracias a ellos.
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