El dolor de ya no ser

Embón, desocupado por partida doble, y el desconcierto de las autoridades de la TV Pública

Por Carlos Ulanovsky
Felicitas Bonavita, Horacio Embón y Diana Zurco, las caras del noticiero que ya no está.

 

Horacio Embón lleva más de 46 años trajinando en canales de aire y de cable, en radios AM y FM y en diversas tareas de prensa, especialmente en agencias de noticias y en la gráfica. El 29 de marzo pasado condujo por última vez el noticiero central de Canal 7, que hacía con Felicitas Bonavitta (finalizó su contrato en diciembre) y con Diana Zurco, la primera mujer trans que se puso al frente de un informativo. En la despedida de una estación en la que había trabajado en varias ocasiones e ingresado por última vez en 2021, invitado por Rosario Lufrano, dijo: “En este ida y vuelta, tres silencios de mi parte, a modo de homenaje, pero no de responso. Uno, a todos aquellos que ayudaron a hacer grande a esta frecuencia estatal. Segundo silencio, para las trabajadoras y trabajadores del canal, enormes todos. Y el último, a mis convicciones, que desde siempre saben que lo público es tuyo, es mío, es de todos. Buenas Pascuas. No se vayan”.

Unas semanas después, también le tocó organizar el adiós de Radio Nacional, en donde desde 2020 había participado en varios espacios. Mientras respondía a El Cohete a la Luna sonó su teléfono y alguien le avisó que había recibido un telegrama del canal en respuesta a su decisión de interponer un recurso legal por considerarse despedido. “Tal vez me pase lo que anoche me contó Mirta Goldberg. Estuvo 23 años en el canal haciendo el programa educativo Caminos de tiza; se lo levantaron, pero lo siguen repitiendo. Intentó oponerse al uso de sus materiales y la respuesta del canal fue que la desconocían como conductora”, cuenta Embón, y piensa que las autoridades no tienen para nada claro qué hacer con los medios que tienen en sus manos y, en especial, que desconocen profundamente el concepto de lo público, eso mismo que países importantes manejan con reverencia. Agrega: “Por el momento, lo de la venta del espacio inmobiliario está inmovilizado porque su origen es una donación que debe permanecer en manos del Estado. Pero lo que pretenden ahora es inmovilizar al personal. Lo que está pasando en el canal y en la radio duele por todos lados. Y puede ser peor”.

 

 

Periodista de preguntas impertinentes, manos con movimiento propio que también hablan, locuacidad plus, Embón describe que “el vacío de decisiones equivale a la actual falta de actividad en todas las áreas. Te juro que por aquellos días finales caminaba los pasillos y oía que mis pasos retumbaban como si estuviera solo. Era un símbolo de ausencia humana. Y de humanidad”. Acostumbrado a jugar con cara y aspecto, no son pocos los que lo ven como encarnación de la antigua figura del dandy. Se ríe de semejante presunción: “Si supieran que algunas pilchas las compré en Modart y las mandé a reformar, a entallar o a angostarle las solapas”. Hizo de todo en periodismo. Trabajó al mando de popes del audiovisual como Héctor García, Luis Clur o Alejandro Romay. Integrando el equipo del noticiero de Canal 9, conoció y se enamoró de Eliana Melgarejo, productora. Tiene dos hijos con su pareja y dos hijas de su anterior matrimonio, todos ya grandes y cada uno en lo suyo. “Sostener una familia hoy en la Argentina es un esfuerzo. Todo es mucho y todo es poco. Siempre supe buscar el mango, pero nunca resigné la aventura, la búsqueda, los desafíos de hacerlo un poco diferente. En eso sí que no cedo”.

Marca registrada en los medios, entrevistador que no le saca el cuerpo al protagonismo, lo suyo, según define, es “mirar y contar”. Eficaz creador de climas, recuerda encuentros inolvidables como los que tuvo con Osvaldo Pugliese o con Susana Rinaldi. “Entrevisté a gente muy buena, pero sentarme frente a (Ricardo) Barreda fue todo un episodio. Mirar a los ojos a un hombre malo es una experiencia intensa”. Sostiene que nunca debe faltar una pregunta sobre la infancia, a la que califica como etapa determinante de lo que vendrá: “Ahí salta lo que le falta y lo que le sobra a quien tenés enfrente”. Cuenta que le gustaría hacerle esa pregunta al Presidente de la Nación. “Eso explicaría muchas cosas”, imagina. La repregunta queda picando y conduce a su propia infancia. “Papá y mamá siempre me dieron la mano para cruzar la primera cuadra; en la segunda las manos empezaban a deslizarse suavemente y a la tercera me soltaban para que cruzara solo. Así me enseñaron seguridad y confianza para seguir caminando. Yo sabía que estaban. Esas mismas manos que me ayudaron a cruzar también me acariciaron la cabeza y el pecho. Esas son algunas diferencias con algunos personajes que nos rodean cada día”.

 

 

Hombre de intereses eclécticos, pudo conocer medio mundo trabajando para el canal Infinito; fue co-conductor (con Migue Granados) de una etapa de TVR; probó su histrionismo haciendo más de una docena de cámaras sorpresas en el programa de Marcelo Tinelli y ocupó el cargo de jefe de prensa de la AMIA y por un pelito no estuvo en el edificio el día del trágico atentado. Asegura que nunca pasó demasiado tiempo en Pampa y la vía. “Pero lo viví. Es terrible cuando te dejan en la yeca así tengas 30 ó 60 años (no oculta su edad: 72). Lo importante es sentirse libre. Una vez estaba sin trabajo y me fui a hacer entrevistas al Parque Centenario. Estoy seguro de que si alguna otra vez estoy necesitado saldré a cualquier esquina con un megáfono para hablar con la gente, entrevistar, jugar”. También se entusiasma con un futuro tranquilo pasando a formatos actuales cientos de casettes de audio y de video que hoy colman importantes sectores de su casa. Tiene trabajo y aguarda ofertas. Conduce un segmento en la señal Diputados TV, continúa con su trabajo en Radio Brisas, una FM de Mar del Plata por la que sale desde hace 15 años, y mientras dure la Feria del Libro recibirá a personalidades para hacer tres reportajes abiertos por semana (Pabellón 9, hall central) y hasta es probable que acepte una oferta reciente para estrenarse en el streaming. “Me levantaron programas infinidad de veces, pero que nadie se confunda. Siempre seguí siendo Embón. Y así seguiré”, concluye.

 

 

 

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