El estudiantazo
La marcha en defensa de las universidades públicas fue la más efectiva del año
La marcha en defensa de la educación pública por vía de las universidades fue tan contundente que la respuesta oficialista debió ser redireccionada para que no minara su base electoral. En las calles, el recorrido de El Cohete permitió corroborar que es mayor cada movilización contra los designios gubernamentales: la del 24M fue más grande que la del 8M, y ambas que la del 24E.
La masividad demostrada el martes centralizó el debate público, obligó a medios afines al gobierno a morigerar sus planteos y puso coto al Poder Ejecutivo, cuyo titular emitió una carta en que se refirió a la defensa de la educación como “causa noble”.
Ese vaivén ya había sido previsto por distintos observadores. Mucho antes de que se convocara, Horacio Verbitsky había comentado en la Radio de las Madres que la principal limitación al avance gubernamental podría provenir de las universidades. El día de la marcha, los medios con discurso más antiperonista evitaron criticar a los manifestantes y abrieron sus micrófonos a quienes caminaban en torno a sus móviles, mientras desde los estudios hacían comentarios que se esmeraban por no sonar irrespetuosos.
A la vista de quienes quisieran ver, desfilaban carteles caseros con expresiones originales: “No somos casta, somos pibes con sueños”; “Dejen morir a Conan, no a las universidades”; “Voy a ser la maestra que les enseñe a recordar, para que esto no vuelva a pasar”; “El desarrollo se alcanza con educación”. La más graciosa era una no apta para quienes padecen de alguna inconsciente aversión a la universidad: “Déjenme estudiar, aún no entendí a Lacan”.
Las coberturas
Casi todos los medios televisivos transmitieron en vivo, sin interrupciones. No fue el caso de la Televisión Pública ni de algunos canales de cable con pretensión informativa pero programación grabada.
En TN dividieron la pantalla al tiempo que daban voz a los manifestantes; uno les recordó que dos ministros del gobierno, Luis Caputo y Diana Mondino, egresaron de la Universidad que desfinancian (el de Economía contestó que “la marcha es un berrinche”).
También C5N partió la imagen en cuatro para mostrar emisiones desde Mar del Plata y Mendoza, además del epicentro porteño. En el piso, destacaron otros ingredientes como la presencia de Sergio Massa o Juan Grabois, desde comentarios en boca de Jorge Rial hasta Antonio Fernández Llorente.
LN+ persiguió a Andrés Cuervo Larroque para dejarlo hablar sin chicanearlo. La TV en vivo dejó oír cómo insultaban al diputado Rodrigo de Loredo en Córdoba, o destacaba la presencia del titular nacional del radicalismo, Martín Lousteau.
La movilera de TN corroboró que la convocatoria era “tan multitudinaria, que sería difícil que pudieran entrar a la Plaza los que estaban más allá de la avenida 9 de Julio”.
Las paradojas incluyeron a un profesor de historia que a la vez era trabajador del Gobierno de la Ciudad que encabeza Jorge Macri. Otra entrevistada, una vecina de José C. Paz estudiante de medicina, explicó que “salí a la calle porque silencio hubo en la época de los militares”.
Las constantes referencias al gobierno militar certifican cuán arraigada está en la consciencia popular la enormidad de esa herida. Cuando los micrófonos filtraban los cánticos que equiparan al titular del Ejecutivo con la basura y la dictadura, Esteban Trebucq minimizó con tono despectivo que “a Macri le cantaban lo mismo”. Cierto.
Los diestros articuladores de la palabra comprendieron pronto que no funcionarían sus habituales zancadillas a quienes son entrevistados de asalto en la calle. Se toparon con personas que contestaban con aplomo y precisión, sin soberbia, aunque con orgullo de ser “primera generación de universitarios”.
A quienes quisieron mostrarse como tolerantes, se les escapó la hilacha de clase: “Qué diferencia con los movimientos sociales, qué diferencia”, compararon en La Nación+ después de haber advertido desde un zócalo: “Piqueteros en la marcha”.
La tolerancia se acabó cuando empezaron los discursos. Mientras C5N y 26 lo pasaban en vivo, en LN+ pusieron a Trebucq y Eduardo Feinmann a hablarle encima al Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel. También Crónica TV tenía a un cordobés comentando con la imagen de fondo de Taty Almeida, Madre de la Plaza.
América 24 había filmado desde la calle, junto al vallado de la Casa de Gobierno que destacaron como medida de “seguridad”. Pronto, esas estrategias fílmicas fueron desbordadas por las constataciones de los drones.
El rigor profesional habrá de aplicarse mejor a la gráfica, desde donde el diario de las clases acomodadas aplicó criterios técnicos para contabilizar la asistencia, con un resultado que triplicaba los 150.000 admitidos a regañadientes por voceros oficiales, aunque daba apenas la mitad de la cantidad evaluada por los organizadores. Si a eso se suman a los movilizados en las provincias, el cálculo se eleva al millón.
Desde el Conurbano, las comunidades educativas se movilizaron como nunca. Este medio conversó con quienes portaban inscripciones de 15 casas de estudios de las zonas norte, oeste y sur. En algunos casos, las columnas contaron con apoyo de sus municipios, como la de Quilmes, donde Mayra Mendoza estuvo codo a codo con el rector Alfredo Alfonso, rector de la UNQ.
Aunque Pilar no tiene universidad (si bien el proyecto para crearla tiene tratamiento del Congreso), el intendente Federico Achával marchó “para defender la educación pública, gratuita y de calidad”. Lo mismo hizo el Julio Zamora desde Tigre.
Hombres y mujeres de papel
En todos los casos, como la fecha coincidía con el Día del Libro, los ejemplares portados implicaban algún mensaje institucional: La República, de Platón; Las Bases, de Alberdi; La Constitución Nacional; la del ‘49. Otros, no menos simbólicos, se destacaban por sus autores militantes, desde Juan Perón a Rodolfo Walsh.
Quienes iban a título personal, si no portaban cartones escritos con fibras, llevaban libros de tipo Un viaje circular o Los juegos del hambre.Una docente de Lengua y Literatura que vive en Bosques, Florencio Varela, llevó El Principito, marcado en el capítulo “El hombre de negocios”. Contaba que en su Chile natal toda educación se paga.
Las agrupaciones prefirieron comunicar desde la imagen. Tal el caso de la bandera con las fotos de los cinco Nóbel argentinos (récord latinoamericano) desde 1936. El más reciente, César Milstein (1984), había emigrado del país luego de la represión dictatorial conocida como “La noche de los bastones largos”. Los cinco premiados egresaron de facultades públicas, donde estudia el 80% de los dos millones de universitarios, aun cuando hay más casas de estudios de gestión privada.
La comunicación con imágenes incluyó las remeras estampadas con pluri-lecturas, como una con la foto de los soldados leyendo diarios en Malvinas, tomada por Télam, la agencia de noticias estatal que el gobierno congeló. Un ciudadano suspicaz eligió escribir en su cartel una frase de Manuel Belgrano: “Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”.
Dime cómo te vistes
Si las remeras fueron siempre un vehículo de identidad entre los jóvenes, desde reproducir el rostro del Che Guevara hasta los de músicos o tapas de discos, una innovación viene a morderle terreno al uso por inercia de inscripciones extranjeras. Tal el caso de los buzos universitarios con la estética de las grandes casas mundiales de estudios, aunque con las siglas de las argentinas. A partir del emprendimiento de una joven del Conurbano y de otra que le compartió las fotos a Cristina Fernández, se viralizaron sus videos y la ex Presidente flameó desde un balcón su buzo con la sigla de donde estudió: la UNLP.
Redes
Quienes no marcharon contribuyeron desde las redes digitales, donde las derechas se sienten en un territorio propio. Allí, después de resentir el golpe del 23A se dio una competición de consignas que buscan resumir posturas. Ese post-debate se pareció más a un cruce de prejuicios que a una compulsa de criterios, algo aplicable también a la TV. No obstante, vale repasarlos para advertir el sendero a recorrer.
Desde la vereda de enfrente, plantean que ellos también quieren una educación irrestricta y una universidad libre “pero” con un abanico de condiciones como que se les cobre a los extranjeros, se auditen los gastos, no se haga política o no se adoctrine, típicos resquemores de quienes nunca cursaron ni un cuatrimestre. A nivel racional, los mitos ya fueron diseccionados en un notable trabajo publicado aquí, titulado Para no ser esclavos.
Para quienes prefieren respuestas cortas, el ingenio popular elaboró las suyas, que pueden servir como insumo. Algunas muestras:
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