Ilustres
La reivindicación de la dictadura de los veteranos que se retiraron del acto de La Verónica
El acto municipal del 2 de abril en la localidad de Verónica, del partido Punta Indio, provincia de Buenos Aires, en el que estuvo invitada la profesora de Historia Soledad Reyes, quien contextualizó el período de siete años de dictadura cívico militar en el que tuvo lugar la guerra de Malvinas, produjo el retiro de oficiales en actividad y de veteranos invitados. La tergiversación mediática de lo ocurrido derivó en amenazas hacia la docente. El verdadero motivo por el que abandonaron evento está en la confesión del veterano Alfonso Carlos Bazán, quien dijo que combatió a la subversión cumpliendo órdenes.
En ese acto —como describió Horacio Verbitsky el domingo pasado—, Soledad Reyes con absoluta calma continuó con su discurso, que logró culminar a pesar de las interrupciones. José Luis Muniello, quien se desempeñó en Malvinas como suboficial principal aeronáutico, tomó el micrófono luego para justificar la retirada de “los ofendidos”. Reivindicó la guerra y el terrorismo de Estado con la teoría de los dos demonios. Reyes había decidido alejarse ante los disparates que vertía Muniello. Cuando se iba, Alfonso Carlos Bazán la siguió y la llamó para decirle ante testigos: “Yo fui parte de la guerra contra la subversión, pero yo no cometí delitos de lesa humanidad porque cumplí órdenes”.
Alfonso Carlos Bazán se encontraba en Verónica porque ese 2 de abril recibió la declaración de ciudadano ilustre por participar en Malvinas. Cumplió funciones dentro de la Fuerza Aérea Argentina y también trabajó en la Armada. Vive en Río Cuarto, Córdoba. Su confesión ante Reyes y otros testigos que lo escucharon, fue corroborada por El Cohete. La docente quedó perpleja ante las palabras de Bazán, a quien no conocía. Esa fue la verdadera razón por la que oficiales en actividad y veteranos decidieron abandonar y boicotear el acto. Lejos estuvo de ser ofensivo para ex combatientes de Malvinas el discurso de Soledad Reyes, quienes quieran buscar una ofensa en sus palabras no la encontrará. Aquí puede leerse completo. Solamente puede avergonzar a quienes justifican la guerra y reivindican la dictadura a la que sirvieron.
Abordado para esta nota, Alfonso Carlos Bazán señala sobre la dictadura: “Es mucho lo que puedo hablar porque desde muy abajo he sido parte del Proceso”. Manifiesta que ingresó a la Fuerza Armada de grumete, “menos que soldado conscripto”, y que se retiró como Capitán de Navío. En principio dice: “En el Proceso debí actuar, ya era Cabo Primero”. También comenta que lo hacía recibiendo órdenes de “aniquilar la subversión”, con referencia a los decretos durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón. Y seguidamente expresa con cuidado: “No voy a reivindicar a ningún criminal de lesa humanidad, pues no recibí órdenes ni cometí crímenes de lesa humanidad”.
Bazán reconoce que habló con Soledad Reyes, pero omite el contenido de lo que expresó, recordando otros pasajes de su mensaje. “Su alocución (en referencia al discurso de la docente) quizás debió incluir el porqué del Proceso, por qué llegamos al Proceso”, dice buscando completar el discurso de Reyes con la posibilidad de justificación del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Pero las palabras que decidió olvidar las arrojó ante testigos. Soledad y tres personas que estaban en el lugar confirmaron sus palabras.
En el intercambio mantenido con Alfonso Carlos Bazán, cuando se le consultó si había estado en la Escuela de Mecánica de la Armada durante la dictadura, dijo que a la ESMA fue a estudiar. Que luego fue convocado para tareas menores, “en contrainteligencia”, pero que “no estaba en la Casa (Casino) de Oficiales”. Sobre los nuevos vientos que soplan con el gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel, que tienen otro posicionamiento con respecto a la dictadura, cree que están dadas las condiciones para “la memoria completa”. Expresa que tiene “mucho para comentar y justificar algunas acciones, que para nada eran de lesa humanidad”. Y agrega: “Si alguien se apoderaba ilegítimamente de los bebés, no estaba dentro de las operaciones de combate”.
Sobre su función en Malvinas —con la jerarquía de cabo principal— Alfonso Carlos Bazán, que tiene 73 años, dice que fue la de observador aéreo en los vuelos. Su misión, junto a un cabo segundo y un conscripto, fue la de escuchar, ver e informar todo lo que ocurría en Cabo Leal. Volviendo sobre el terrorismo de Estado, con respecto a los juicios que se llevan adelante, cree que “el gobierno va a hacer algo al respecto”. Habla de excesos, pero justifica el accionar realizado por las Fuerzas Armadas. Lamenta que no haya sido la Justicia de las Fuerzas Armadas, con referencia al régimen jurídico que regulaba a la institución por la cual los partícipes del terrorismo de Estado pretendían ser juzgados. En su opinión, no debió existir “un solo desaparecido”. Lo dice al mismo tiempo que realiza una negación de la cifra.
De lo que podría haber ocurrido si los que formaban parte de las Fuerzas Armadas no hubiesen cumplido con las órdenes impuestas, Bazán responde: “Seríamos Cuba o tal vez Venezuela. Eso es lo que hubiera pasado con este país. Felizmente no fue así”. Confiesa que le hubiese gustado que en 1979 las Fuerza Armadas “sacaran las urnas que estaban bien guardadas”.
Supuestos agraviados distorsionan la historia
Cuando Soledad Reyes realizaba su discurso, quien se levantó de su asiento y le manifestó su enojo al intendente David Angueira fue José Luis Muniello. El veterano fue el impulsor de la retirada de sus pares y de los oficiales de la base aeronaval Punta Indio a cargo del capitán de Navío Pablo Marcelo Cánobas. Muniello le pidió al intendente que pare a la docente. Al no obtener los resultados esperados decidió retirarse con los demás veteranos. Pero volvió para acompañar a quienes vinieron de lejos a recibir la distinción de ciudadanos ilustres. Fue ahí cuando pidió la palabra en el acto. En un audio enviado a otros veteranos contando lo sucedido en el acto en Verónica agradeció el gesto del comandante por retirar a los oficiales.
José Luis Muniello es el veterano que habla en el fragmento del video que publicó el director de esta nave en su nota del domingo pasado. En otro pasaje de su discurso —en ese mismo acto que interrumpió con su mirada castrense—, Muniello se atrevió a dar una breve clase de historia. Expresó que la guerra de Malvinas fue para respetar un supuesto tratado internacional. Dijo que cualquier gobierno que hubiese estado en 1982 debía tomar “esa decisión de pisar las Islas Malvinas”. Según Muniello, “se distorsionó todo, porque el motivo de la guerra no fue tema de dictadura, sino tema de soberanía”. Para él se tomó esa decisión “porque no quedaba otra”. Su discurso enalteció la decisión de Galtieri, porque desde su punto de vista él hizo que hoy se pueda seguir discutiendo en los foros internacionales.
El secretario de Derechos Humanos del Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas (CECIM) de la ciudad de La Plata, Ernesto Alonso, consultado por El Cohete, rebate los disparates de Muniello. “Lo expresado públicamente por Muniello afirmando y dando por cierto que la dictadura militar o cualquier otro gobierno debía recuperar Malvinas porque habían pasado 150 años es una muestra de la ignorancia, desconocimiento y falta de responsabilidad”, expresa el ex combatiente. Y agrega: “Afirmar eso es afirmar la excusa que en 1982 los dictadores comunicaban a la opinión pública y también la línea que nos bajaban a los que estábamos como soldados conscriptos”.
“Muniello afirma que la acción estaba refrendada por un tratado internacional. Cómo pueden permitir que ex militares se presenten ante los alumnos diciendo cualquier disparate, negando la dictadura y afirmando algo así como la doctrina del Stoppel (invocada para fundamentar la modificación y extinción de derechos)”, dice Alonso. “La República Argentina reclamó y sigue reclamando la soberanía de los territorios usurpados en 1833, ajustándonos al derecho internacional que nos asiste. Hay que proteger a nuestras niñas y niños en formación de estas estructuras que continúan contando la historia tal cual la planificó la dictadura cívico militar”, expresa.
Ernesto Alonso, ex combatiente que impulsó persistentemente las causas judiciales por violaciones a los derechos humanos durante la guerra, barrió con la mirada dictatorial de Muniello al señalar: “El conflicto de Malvinas no fue una gesta sagrada que no se puede discutir, el conflicto de Malvinas fue una acción de un gobierno de facto que nos produjo, además del dolor de las muertes, un perjuicio inconmensurable. Después de la derrota militar del 14 de junio de 1982, los británicos multiplicaron en 23 veces los territorios ocupados. A Malvinas fue el ejército de Videla, en Malvinas las Fuerzas Armadas torturaron a sus soldados”.
Quien escribe habló con José Luis Muniello. El veterano se sintió molesto por “la distorsión de la historia”. Dice que ya se ha comprobado que en Malvinas no existieron torturas. Prefiere ignorar la realidad de que el CECIM realizó una presentación ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que fue admitida en diciembre de 2023. Por lo tanto, lejos de estar cerrado el tema, como mintió Muniello, está ante la CIDH porque existen —como dice Ernesto Alonso— cada vez más evidencias de que Malvinas fue una extensión para muchos conscriptos de las torturas que aplicaba la dictadura en los centros clandestinos de detención.
Al igual que lo manifestó en el acto, José Luis Muniello vuelve con la vieja teoría de los dos demonios. Aunque no repara en la referencia animal que utiliza para supuestamente no reconocer que existió un terrorismo de Estado y volver a la vieja visión de enfrentamiento de dos bandos iguales: “No avalo ni a uno ni a otro, ni al tigre ni al bambi, porque el tigre y el bambi hicieron desastre”.
Muniello fue pastor por casi veinte años en la iglesia Nueva Apostólica de Verónica. Formó parte de la Cámara de Comercio e Industria de esa ciudad en 1995 y 1996. Su actividad comercial era una perfumería a la que dotaba trayendo perfumes desde Tierra del Fuego, “aprovechando los vuelos al sur de la Armada”, dice un vecino sobre el ilustre Muniello.
También se recuerda en Verónica que cuando Muniello formaba parte de la Cámara de Comercio existió el resonante caso de malversación de fondos en la construcción de viviendas que se ejecutaban por convenio entre el Instituto de la Vivienda bonaerense y la Cámara de Comercio local. Se judicializó la situación por problemas en la construcción suscitados por la malversación sobre los dos barrios edificados. Muniello era el tesorero.
Medios y amenazas
La primera mentira de los medios comerciales que nacionalizaron el suceso fue decir que el acto había sido en una escuela. La segunda, señalar que el discurso de Soledad Reyes era ofensivo para ex combatientes y veteranos. El jueves 4 de abril, Clarín, en su portada, tituló: “Repudio de veteranos de Malvinas a una docente militante”. Bajo ese título describía que el acto se había desarrollado en la secundaria 4, cuando el acto fue municipal. La secundaria 4 es donde es directora Reyes.
Decir que el acto fue escolar permitió recrear un escenario más de la mentira oficial de la pareja de hermanos gobernantes que vocifera Adorni, para retroalimentar la falsedad lanzada desde los medios, y así ir creando un escenario y una bola de nieve que pretende distraer del desastre político y económico al que nos están llevando. Asociar a la educación como acto de adoctrinamiento era el propósito, sobre todo cuando la Central de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) lanzaba otro paro docente con total acatamiento. CTERA respondió: “Educar no es ‘adoctrinar’”.
“La profesora vergüenza”, lanzó desde su cuenta en Twitter Eduardo Feinmann el miércoles 3 de abril difundiendo el video de Jorge Taranto, que trabajó como periodista con Daniel Hadad bajo el seudónimo de Jorge Baroni. Luego de que la prensa canalla apuntara contra la docente, comenzaron las amenazas hacia Soledad Reyes a través de las redes antisociales y fueron creciendo por esos días. Jonathan Morel, fundador de la organización Revolución Federal —que tiene varios procesamientos por amenazas e incitación a la violencia— fue quien se sumó expresando que “una buena piña en la boca la hubiera corregido de por vida”.
Se sabe que no son menores las acciones violentas cometidas por Revolución Federal, grupo de ultraderecha que se ocupó de provocar daños en las inmediaciones de la casa de Cristina Fernández de Kirchner y de agitar ataques, hasta que ocurrió el intento de asesinato a CFK. Fue ahí cuando se cortaron los lazos que financiaban a Morel y su tropa por parte del grupo Caputo (15 millones de pesos), inventando que se trataba del pago por supuestos trabajos de carpintería. Por eso, la Comisión Provincial por la Memoria, organismo bonaerense defensor de los derechos humanos, repudió rápidamente la actitud violenta y antidemocrática de militares activos y retirados en un acto por Malvinas y, tras las amenazas que sufrió la docente, presentó un habeas corpus. El juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla otorgó las medidas de protección, entre ellas, un botón anti-pánico.
En 2002, Horacio Verbitsky publicó el libro Malvinas: La última batalla de la Tercera Guerra Mundial. En el final de esa obra, veía como “previsible que el intento de resacralizar a las Fuerzas Armadas, recreando el mito de su invencibilidad, incorruptibilidad y heroísmo (…) tenderá a profundizarse a medida que el recuerdo colectivo se vaya borrando y la acción psicológica recupere su cetro”. Desde Punta Indio, veteranos reivindicadores de la guerra y de aquella dictadura a la que sirvieron, comenzaron con el trabajo que tiene todo el apoyo del gobierno de Javier Milei y de Victoria Villarruel.
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