DEMOCRACIA PARA TODO EL MUNDO

 

“No es fácil aprender a vivir en democracia. No alcanza con votar cada tantos años y tener representantes. Eso no arregla todas las injusticias. Ni impide que haya gente cerrada a cualquier idea que no sea la propia, gente que quiere sacar ventaja de los demás o simplemente gente indiferente, que vive para sí misma sin pensar nunca en los otros. La democracia se aprende. El respeto al otro también se aprende. Pero hay que entrenar todos los días”.

Sencillo y bello, el párrafo podría constituir un letrero pegado en la pared del despacho de muchos funcionarios, legisladores y autopercibidos dirigentes. Hasta ellos podrían comprenderlo, si se esfuerzan. Con transparencia imbatible describe una forma de gobierno cuya prioridad es la igualdad mediante el combate a la injusticia. Advierte sobre la contradicción con  la acumulación privada y mirar para otro lado. También, que constituye una práctica social permanente que se va realizando a medida que se ejerce.

 

 

Esas palabras de modo alguno figuran en el manual del funcionario ni del legislador, ni siquiera en el del buen ciudadano. Ausencia que de ninguna manera naturaliza su pleno desconocimiento. Figuran en las cuarenta páginas de ¿Qué es esto de la democracia?, flamante edición corregida y ampliada por Graciela Montes (Buenos Aires, 1947), asimismo autora de la versión original de los años '80, “una época caracterizada por el optimismo que despertaban el final de las dictaduras latinoamericanas y las recién estrenadas democracias”. Por cierto, tiempos muy diferentes a los actuales pese a las cuatro décadas transcurridas. Diferencias sustanciales que sin dudas influyeron en que Montes subrayara, en la actual edición, ciertos parámetros atinentes tanto a la igualdad como a la necedad propia del autoritarismo, entre otros aspectos.

Con encantadoras y coloridas ilustraciones de la artista Penélope Chauvié (Bahía Blanca, 1989), como en la edición de hace cuatro décadas, ¿Qué es esto de la democracia? está pensado –con singular rigor—, construido y realizado para pibes de escuela primaria, a través de un desarrollo dialógico, inaugurado por la inquietud de quien participa al escuchar en el hogar, en las redes, en todas partes, hablar de democracia y quiere saber de qué se trata. A tal fin, el libro pivotea desde el inicio mismo en la noción general de pueblo, esa categoría donde “nadie queda afuera”, en la que “nadie tiene coronita”. Concepto popular con el cual la autora plantea la equidad entre derechos y obligaciones, para retrotraerse a los regímenes monárquicos y sus privilegios, arbitrariedades y latrocinios. Ante cada noción, la autora desenvuelve un apólogo; en este último caso el de “sangre real”. ("De ‘realeza’, no de ‘realidad’, porque igual de reales y de verdaderas son todas las sangres”). Y refuerza con color: “Como no trabajaban en los campos ni soportaban el viento frío del invierno ni el sol quemante del verano, tenían la piel tan blanca y fina que se les traslucían las venas”. Luminoso cierre que un niño puede corroborar en su propio cuerpo; transforma el saber abstracto en experiencia personal.

 

 

Los absolutismos dan pie para el desarrollo dialéctico con el advenimiento de las revoluciones que “dan vuelta la tortilla”. La francesa y sus ciudadanos; la rusa, cuando “no hubo patrones y obreros ni nobles y campesinos; eran todos camaradas”. Hasta arribar a las luchas anticoloniales, “esas se llaman ‘guerras de liberación’”; por supuesto el 25 de mayo de 1810, con sus semejanzas y diferencias, en épocas en que las “revoluciones se ayudan mucho unas a otras”. Tras rescatar la coincidencia en las elecciones libres, Montes se ocupa de la salvedad de los golpes de Estado; enumera los que sacudieron la Argentina y se detiene en la dictadura 1976-1983, el genocidio, las desapariciones, el robo de bebés. Siempre atenta a las inquietudes del pensamiento infantil, en este punto Graciela Montes hace interrogar al hipotético intelocutor acerca del estado de conciencia de los genocidas: “Tal vez tenían un poco de culpa por esas cosas horribles que estaban haciendo”, y responde: “Si hubieran sentido culpa, habrían dejado de hacerlas. Lo que no querían era que nos enteráramos porque, si lo hacían a escondidas, nadie podría acusarlos”.

La restauración democrática surge a continuación con el voto como paradigma basal de la igualdad, fuente de justicia y diversa en las eventuales ventajas hacia “los que tienen menos posibilidades, para que puedan abrirse paso. Por ejemplo, las computadoras para los chicos que no pueden comprarse una, o becas para estudiar”: una breve introducción a la justicia social. El libro concluye con un breve glosario de términos utilizados a lo largo del texto, enlaces hacia información sobre el voto, el artículo 16 de la Constitución y el Preámbulo.

 

 

A cuarenta años de recuperación de la democracia y en momentos en que se halla en riesgo cierto, ¿Qué es esto de la democracia?, sin pretender ser un libro de historia, se apoya en ella a fin de lograr una elaboración conceptual de criterio accesible mediante ideas tan concretas como concretizadas. Por su lenguaje y contenidos, no sólo es útil y necesario para el piberío, sus maestros y familiares; resulta asimismo indispensable para la formación del legislador y el funcionario, recién llegado u olvidadizo; quien se autoperciba dirigente, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón, pues hasta ellos pueden llegar a comprenderlo y sacarle provecho.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

¿Qué es esto de la democracia?

Graciela Montes, textos

Penélope Chauvié, ilustraciones

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2024

40 páginas

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí