TRAGEDIA GRIEGA HECHA CÓMIC

Troya se transforma en un vetusto hotel donde la tragedia viaja hasta el presente

 

Considerada como el magno manifiesto del discurso feminista y su correlativa denuncia del estrago patriarcal, la tragedia griega Las Troyanas, adjudicada a Eurípides, fue estrenada en las celebraciones dionisíacas de hace 2.439 años. Comparte el podio del protagonismo femenino con Antígona de Sófocles, del 2.465 A.P. (Antes del Presente), la famosa Yocasta de Edipo Rey, obra de Sófocles; la malograda Medea y la comedia Lisístrata, también de Eurípides, de la misma época. De las sangrientas sagas, esta última se distingue por relatar la huelga de sexo protagonizada por las mujeres para que los varones terminaran con sus guerras. Múltiples versiones literarias, escénicas y cinematográficas han desarrollado aquellos argumentos, por lo general incorporando elementos como alegorías referidas a los respectivos momentos históricos actuales. Entre las referencias musicales más representativas se destaca la canción Mujeres de Atenas, con letra de Augusto Boal y música de Chico Buarque, en la luminosa interpretación de Ney Matogrosso, entre otros.

En cuanto a la novela gráfica, abundan en el siglo XX los cómics para adultos que supieron evolucionar hacia la interpretación literaria. Punto culminante en el rubro es Maus, obra de Art Spiegelman publicada por entregas entre 1980 y 1991, luego consagrada en formato libro. Esta reproduce el relato del padre del autor sobre el campo de concentración nazi donde estuvo cautivo, con la peculiaridad de mostrar a los judíos como ratones, a los alemanes como gatos y a los polacos no judíos como cerdos. La modalidad metonímica de presentar a los personajes por fuera de lo humano –animales, plantas, objetos— es luego adoptada por el género, con sus ganancias y pérdidas narrativas, de acuerdo al talento de guionistas y dibujantes.

 

Una de las autoras, Anne Carson.

 

La conjunción de tragedia griega y novela gráfica se actualiza en forma deslumbrante con el reciente arribo a estas playas de la versión castellana de Las mujeres troyanas – un cómic, con textos de la helenista Anne Carson (Toronto, 1950) y la artista plástica Rossane Bruno. Versión bastante fidedigna de la tragedia de Eurípides, retoma la tradición proveniente de las fábulas griegas , más de un siglo anteriores a las tragedias, protagonizadas por animales; en esta oportunidad extendidas a artefactos mecánicos contemporáneos y plantas. De tal modo, Hécuba, reina de Troya, madre de 50 hijos y esclava de Ulises, es representada por una perra vieja; así como la célebre Helena, causante de la guerra, es un loba blanca. Las conversiones más curiosas son Menelao, rey de Esparta destructor de Troya, quien aparece como una suerte de caja de engranajes o mecanismo de acople, y Andrómaca, viuda de Héctor, testigo del asesinato de su hijo, presentada como un álamo rajado en forma longitudinal por un rayo. Más sencillo, Taltibio, el heraldo de los griegos, se muestra como un vulgar cuervo, mientras la virgen y delirante Casandra resulta la única con figura humana; blonda belleza, por cierto alejada del modelo helénico, más próxima a la adolescente sajona — una ironía.

De impecable dramaturgia, Eurípides nunca requiere adornos ni florituras, tan cruel como tierno y conciso. Las autoras que lo honran, tampoco. La historia de por sí mantiene una fortaleza constante que sostiene la atención del público desde el principio. Es Poseidón, que reina sobre las aguas, quien ingresa en el comienzo de la acción trazando el paralelismo entre la lucha humana y la divina. En el cómic, arrasa mediante una ola “de 17 metros cúbicos”, licencia poética destinada a instalar otra dimensión, paralela al relato griego, sin tergivesarlo. Troya es allí “solo un enorme hotel viejo, lujoso, húmedo, repleto de espías”, agazapado en el páramo como el tigre que “devora a  su adiestrador todos los días”. Ciudad devastada, los varones muertos, las mujeres prisioneras para ser repartidas para goce de los griegos vencedores. La tragedia deambula entre el destino y la lucha de las sobrevivientes por modificar su triste suerte. Hécuba canta un lamento que es de todas: “Tiembla la tierra, tiembla toda la ciudad al desplomarse. Trémulos miembros, arrastren mis pies. Vamos a vivir en la esclavitud”.

 

Rossana Bruno, la ilustradora.

 

Con sus 50 hijos asesinados junto a su esposo, Hécuba yace sin resignarse: “Evito el término ‘violada’. Os parecería grotesco imaginar la violación de una vieja decrépita como yo, ¿cierto? Pues mirad a esas jóvenes y sentid piedad: novias de Troya, novias de un maldito contrato. Troya está muerta y ningún pájaro canta”. Varios tiempos se superponen en Eurípides y en el cómic; el de los humanos y el de los habitantes del Olimpo, el original milenario y el contemporáneo. Un coro de vacas y perras sintetiza los acontecimientos a través de las incógnitas planteadas al mensajero griego, el cuervo Taltibio, para el futuro de las esclavas troyanas, representadas por la virginal Casandra, la loca. Delira: “¿No es fantástico el fuego? ¡Ojo! ¡Ojo! ¡Voy a pasar! El fuego es para las bodas: pronto he de casarme”, y lee el “Novias Troyanas Magazine”. Hay otros ejemplares de la prensa oportunista: “Exprés de Guerra” titula “Héctor Héroe”, “Mortal Magazine” escribe en tapa: “Por quién doblan las campanas. ¡El príncipe Paris se fuga por amor y se arma la gorda!” y anuncia notas interiores: “Lo que vestía Helena, pag.6. Reacciones de la familia del novio, pag. 9”.

Como la obra transcurre una vez concluida la guerra de Troya, es el coro quien se encarga de poner al tanto de lo sucedido al público, a través de tres odas. Intensas, didácticas, describen la caída de un mundo apenas reconocible entre la destrucción. Lo que ese canto omite, lo dicen las imágenes: Andrómaca –viuda de Héctor cuyo pequeño hijo es arrojado desde las murallas, en escena— es un álamo con el tronco rajado que arrastra sus raíces.  Entre tanto, Menelao, “algún tipo de caja de cambios, embrague o mecanismo de acoplamiento otrora brillante, ahora arcaico”, cornudo ex marido de Helena, que cambia de zorra plateada a espejo de mano, clama justicia, sinónimo de muerte, en un diálogo desopilante. Como corresponde, la obra culmina trágicamente, “Troya devora a Troya” y, sin embargo, perdura.

Como toda obra literaria, dramática o lo que sea, son historias encerradas en una historia, es narración, es escritura. Por sobre todo es una lectura, más cuando dos milenios y medio han transcurrido. Quién sabe los contenidos que Eurípides quiso transmitir en su principio, aún los otorgados por aquellos espectadores. De seguro difieren de los actuales, cuando los griegos no son ya aquellos prístinos entogados que se dedicaban a la poesía y la guerra, hoy son un pueblo arrasado por el accionar del FMI. En los textos de Anne Carson y las ilustraciones de Rosanne Bruno la reivindicación feminista sirve de envoltura a una crítica descarnada del neocapitalismo global concentrado, a través de sutiles guiños y más explícitas alusiones. Suma en lugar de restar a una saga eterna cuya inmortalidad yace más en lo que evoca que en lo que cuenta, sin desmedro.

 

 

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Las mujeres troyanas – un cómic

Anne Carson, textos

Rosanne Bruno, ilustraciones

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Madrid, 2022

80 páginas

 

 

 

 

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