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Se reemplazan herramientas de política poco efectivas por otras perniciosas
El martes a las 19 se emitió el mensaje grabado en el que el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció nuevos cambios de política económica. Al día siguiente se conocieron más datos. Las principales noticias son las siguientes:
- El tipo de cambio oficial se eleva a 800 pesos por dólar. El miércoles, mediante el decreto 29/2023, se elevó el impuesto país al 17,5 % para la importación de bienes y servicios de fletes provenientes del exterior. Anteriormente, era del 7,5 %. Con lo cual, el dólar efectivo exportador pasa a ser de 940 pesos.
- No se renuevan los contratos en el Estado de menos de un año de duración.
- Se reducirán las transferencias discrecionales del Tesoro Nacional a las provincias.
- Se suspende la obra pública. No se licitarán obras nuevas y se van a dar de baja las que ya se licitaron.
- Disminuirán los subsidios a la energía y al transporte. Hasta ahora es sabido que la tarifa de transporte empezará a aumentar a partir de enero, pero no exactamente cuánto. Por otra parte, en una entrevista televisiva, el ministro Caputo afirmó que se pasará a un sistema de subsidio de “oferta” (la tarifa directamente) a otro de “demanda”, en el cual se asignará una cantidad de 100 kw para bonificar a los usuarios, que podría ser de 200 kw para las franjas de menores ingresos. Este sistema, según dijo Caputo, podría estar en funcionamiento entre febrero y marzo.
- Se duplica la Asignación Universal por Hijo y se incrementa en un cincuenta por ciento la Tarjeta Alimentar.
A raíz de estas modificaciones, las estaciones de servicio anunciaron aumentos en los precios de los combustibles, a partir del jueves, del 37 %. En los próximos días se va a conocer el impacto en los alimentos, cuando los incrementos de costos hagan efecto, pero ya existen testimonios de incrementos notables en los precios de las carnes.
La intención es evidente
Si se toma en cuenta que el tipo de cambio oficial que regía hasta el martes era de 366,50 pesos, con el impuesto anterior, el tipo de cambio importador llegaba a 393,98 pesos. Es decir que las tasas de devaluación escalan, respectivamente, al 118,3 % y al 138,6 %. Se debe recordar que, en lo que respecta al desenvolvimiento de la actividad económica, este tipo de cambio es el más relevante, porque determina los costos de producción por la importación de bienes de capital e insumos difundidos.
La intención de provocar una recesión mediante el encarecimiento general de productos es evidente. En una comunicación para la prensa que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) envió a la madrugada del miércoles, se sostiene que “el sinceramiento en el valor del tipo de cambio introduce un factor nuevo e importante: el incentivo a la producción y a la exportación y un desincentivo a continuar incrementando artificialmente las importaciones. Una mejora genuina de la balanza comercial será un motor imprescindible en el proceso de recuperación del nivel de reservas internacionales líquidas del BCRA”.
En la misma comunicación, luego de ese párrafo que sugiere que las importaciones crecieron más de lo que deberían por su baratura excesiva, se pasa a comentar que la política de comercio exterior tiene la finalidad de “destrabar los flujos del comercio exterior de manera de restablecer el pleno funcionamiento de la cadena productiva” eliminando el SIRA/SIRASE. O las importaciones deben “destrabarse”, o son excesivas. Las dos cosas se contradicen entre sí.
Además, en esa misma nota se anticipa que el tipo de cambio se utilizará como un “ancla inflacionaria” en conjunto con la pretendida “ancla fiscal”, que el gobierno manifiesta que surtirá efecto una vez que se alcance el superávit del sector público durante 2024. La política será la de mantener el crawl, pero esta vez a una tasa de devaluación del 2 % mensual.
Posteriormente, ya durante el horario laboral, en ese mismo día, se autorizó la Comunicación “A” 7918. En ella se informó sobre la aparición de los Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (BOPREAL). Se trata de un bono de rescate para importadores de bienes y servicios, que podrán suscribirse por montos equivalentes a sus importaciones pendientes de pago. La suscripción se abona con pesos equivalentes a una cantidad dada de dólares, de acuerdo al tipo de cambio de referencia que publique el BCRA en el día, y se paga al momento de la amortización con dólares, con la suma del capital y de una tasa de interés sobre el monto original suscripto, cuyo valor se definirá según el caso, y su máximo es del 5 % anual.
El bono puede incluir cláusulas de rescate anticipado. Es decir, que el suscriptor podría solicitar que se le restituyan el capital y los intereses que se hayan devengado hasta el momento de la rescisión. En tal caso, se les pagaría en pesos, pero con un valor actualizado por el tipo de cambio vigente en la fecha del rescate.
De nuevo dos dígitos
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) tuvo un incremento del 12,8 % entre octubre y noviembre. Es la variación mensual más alta del año y el tercer mes con un incremento de dos dígitos. Los dos anteriores habían sido agosto y septiembre, luego de que se produjera el salto del 22 % del tipo de cambio. Esto, en cambio, sucedió solamente por los anuncios de liberación de los precios por parte del actual Presidente, Javier Milei, que entonces estaba por asumir.
Con el incremento de noviembre, la variación del IPC contra igual mes del año anterior pasó a ser del 160,9 %. Entre diciembre y noviembre acumula un crecimiento del 148,2 %. La categoría alimentos y bebidas no alcohólicas se incrementó un 15,7 %, acumulando en el año una variación del 170,9 %.
Los datos de actividad económica dan cuenta de una contracción hasta octubre. El Índice de Producción Industrial Manufacturero tuvo un retroceso del 0,4 % interanual acumulado, y la Utilización de la Capacidad Instalada en la Industria cayó al 65,3 %, el nivel más bajo en este año desde febrero. En octubre del año pasado fue del 66,7 %, por lo que la disminución frente al mismo mes de 2022 es del 1,4 %.
Atrasar el salario
La orientación de la impolítica económica que el gobierno comienza a desplegar adolece de serias limitaciones. La administración de Unión por la Patria mitigó, dentro de sus posibilidades, los daños que provocaron las complicaciones del sector externo sobre la actividad interna, a pesar de la magnitud de los problemas acumulados que impidieron contar con recursos para evitar que continuase la caída del nivel de vida de la población. Sin embargo, el nuevo oficialismo desecha en su totalidad el herramental con el que se contaba.
De esta forma, se reemplazan medios poco efectivos con otros que son unilateralmente perniciosos. Se trata de inducir una recesión aún mayor que la que ya se transita, y se opta por liberar las importaciones para que disminuyan, en lugar de administrarlas en función de lo que es posible financiar.
Hasta septiembre, las importaciones habían acumulado una caída en valor de 10,1 % con respecto a los nueve primeros meses de 2022. No hubo ningún incremento artificial ni existe una mejora de la Balanza Comercial que no sea genuina. Mejorarla por medio de una caída de la actividad no tiene nada de beneficioso para el conjunto de la población.
La decisión de rescatar la deuda comercial es insólita, porque la necesidad de que los importadores posterguen sus pagos se debió a la carencia de divisas, que todavía se transita. Hasta el año pasado, el stock de deuda comercial fluctuaba en torno a los 40.000 millones de dólares. En 2023 se elevó a 55.000 millones. En realidad, son estos 15.000 millones los que representan una anomalía operativa.
La prudencia sugeriría que en cuanto se recompusiese la balanza de pagos habría que rectificar paulatinamente la situación. En cambio, se optó por asumir deuda externa con el sector privado local, por lo que potencialmente podría ser el stock total de deuda comercial, con intereses. El tiempo dirá si este adefesio finalmente se lleva a la práctica en esos términos.
El gobierno no se encuentra en condiciones de llevar adelante un plan de estabilización. Esto hubiese requerido restablecer la relación entre los salarios y los precios y unificar el tipo de cambio para estabilizarlo, lo cual tiene como precondición que el sector externo no produzca complicaciones. En cambio, la devaluación administrada se mantiene. Por ser menor la tasa mensual que lo que fue en todo este tiempo, pierde peso como factor inflacionario, pero no desaparece.
Que quede pendiente avanzar hacia un tipo de cambio administrado y estable quiere decir que se continuará con la devaluación. Incluso, ante la eventualidad de que se llegue a este escenario, nada indica que no se alcance con otra modificación en el tipo de cambio que agrave aún más la situación de los precios, si no se cuenta con políticas de compensación.
Por lo pronto, los incrementos del tipo de cambio y las tarifas garantizan que vivir va a ser cada vez más difícil para la población argentina. Lo único que quedó aún más atrasado de lo que estaba es el salario. Una vez que el ajuste inicial haya concluido, la situación será la misma con la que este gobierno se encontró, pero en peor estado. La pregunta es qué harán al respecto entonces. La carencia de condiciones para idear una solución interesante para la población y la tentación de buscar refugio en la mentira sobre el tamaño elefantiásico del Estado no presentan un panorama alentador para afrontar lo que puede ser una crisis política muy severa.
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