Sólo le faltaron seis años para vivir un siglo entero. Pero su guitarra es la más importante de la música argentina de ese lapso. Horacio Malvicino, que murió esta semana en Buenos Aires, fue uno de los pioneros del jazz en el país. Grabó en forma incansable, con su nombre pero también con sosías como Alain Debray y compuso y tocó bandas sonoras de filmes. Su quinteto, con el saxo del Chivo Borraro y Titín Giacobbe al piano, fue una exquisitez.
En 1954, Astor Piazzolla fue a buscarlo para integrar su revolucionario Octeto Buenos Aires. Después lo acompañó en el quinteto y el sexteto, antes de ser reemplazado por Oscar López Ruiz.
También hizo tangos sin Piazzolla. Escuchá esta Gente de Nuevos Aires, con el zurdo Roizner en la batería (que sigue pegándole hasta hoy con Kevin Johanssen), Daniel Binelli en el fueye y Adalbert0 Cevasco en el bajo).
También son dignos los LP comerciales que grabó a pedido de las disqueras, y algunos tuvieron un enorme éxito.
Pero nada se compara con el encuentro de Malvicino y Piazzolla.
Volvió con Pantaleón en 1987, para el fantástico concierto en el Central Park, que fue la consagración mundial de Piazzolla.
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