La encerrona de Llaryora

Retener dirigentes peronistas y convivir con la obstinación anti-k de Schiaretti

 

Poco a poco, por goteo, dirigentes del peronismo cordobés se expresan en favor de la candidatura de Sergio Massa. La regla general es reafirmar el antikirchnerismo en sangre que modula el paladar mediterráneo, mostrarse espantades, ellas y ellos, de las intenciones de Javier Milei y su séquito de La Libertad Avanza, y definir su apoyo al candidato de Unión por la Patria.

Pesa sobre el ambiente el antecedente de la elección de 2015, donde Mauricio Macri se impuso en el balotaje en Córdoba por el 79,48% contra el 20,52% de Daniel Scioli, sacando una ventaja de 900.000 votos que terminó dándole el triunfo.

Tampoco se olvidan las generales de 2019, con Alberto Fernández virgen de fotos familiares de la pandemia y el macrismo resignado a entregar el gobierno, cuando el peronismo apenas alcanzó el 29,31% y Juntos por el Cambio el 61,31%.

La presión de abajo y hacia arriba es mayúscula. Los líderes del cordobesismo actual, Juan Schiaretti y Martín Llaryora, huyeron de la provincia con destino Medio Oriente y Europa para evitar dar respuestas concretas a preguntas incómodas. El intendente electo de Córdoba Capital, Daniel Passerini, viajará mañana lunes.

Todas las versiones indican que Schiaretti no va a aceptar ninguna definición en favor del candidato del peronismo nacional, bajo el argumento de que el electorado provincial es alérgico a cualquier construcción política que se asocie con Cristina Fernández de Kirchner. Y se remite a las tres últimas elecciones presidenciales.

En ese marco, el nuevo gobernador no la tiene sencilla. “Llaryora está en una encerrona: no puede expresarse a favor de Massa porque Schiaretti, que nos odia, no se lo permite. Pero por debajo se le va desgranando la estructura. Por acá están pasando muchos dirigentes todos los días”, advierte Juanjo Álvarez en el lobby de un hotel cercano al aeropuerto, donde hizo base para organizar la campaña. El inoxidable dirigente bonaerense es el delegado massista en Córdoba.

Su intervención mejoró la performance patriota de las PASO a las generales, pero el piso de donde partió es tan bajo que apenas logró alcanzar el techo histórico que supieron alcanzar los referentes kirchneristas locales, imposibilitados, a la luz de los hechos, de construir estrategias de mayorías.

 

Recalcular

De ambos lados de la trinchera peronista se habla de la apuesta que hizo Llaryora por un triunfo en primera vuelta de Milei, que lo hubiera dejado como único gobernador peronista ganador de los distritos grandes de país, para luego proyectarlo como referente nacional.

A los gritos lo intentó después de ganar la Municipalidad de Córdoba, en otra de las elecciones desdobladas a las que el gobierno provincial sometió al electorado local, cuando la emprendió contra los “pituquitos de Recoleta”. Pero el 22 de octubre Axel Kicillof y el peronismo de la Provincia de Buenos Aires volvieron a frustrar las aspiraciones desmesuradas de los cordobesistas, como ya le había sucedido al patriarca José Manuel De la Sota.

Condicionado por los reclamos de los jefes territoriales municipales, que sufren ataques de pánico cuando imaginan cuatro años sin obra pública en un gobierno libertario, el gobernador electo resolvió “dejar hacer” y mirar para otro lado frente a los dirigentes que salgan a la luz a apoyar a Massa, siempre que lo hagan “a título personal”.

Así lo expresaron Natalia De la Sota, diputada nacional; Marcos Torres, intendente de Alta Gracia, una de las ciudades importantes del Gran Córdoba; Nadia Fernández, vicepresidenta de la Legislatura, y otros diez legisladores del bloque oficialista, incluida Adriana Nazario, la dirigente de Río Cuarto que fue pareja de De la Sota.

De igual manera el peronismo de Villa María que conducen alternativamente Martín Gil y Eduardo Acastello, congregando un núcleo de varias decenas de intendentes, sobre todo del centro y sur de la provincia, que habían adelantado hace tiempo que en la elección provincial convocaban a votar a Llaryora pero que apoyaban a Massa en su carrera presidencial.

En el norte, un grupo de 15 intendentes encabezados por el jefe municipal de Cruz del Eje también ratificaron que defenderán las boletas de Massa-Rossi; otro tanto sucede en el Valle de Traslasierra.

El intendente de Mina Clavero, Claudio Manzanelli, dijo que la lógica del votante de su localidad “es similar al promedio cordobés de Capital o el del sudeste de la zona productiva: muy esquivo al peronismo y muy antikirchnerista. Yo no soy k, pero voy por un peronismo amplio, por eso me gustó mucho el discurso de Sergio Massa frente a las propuestas temerarias de La Libertad Avanza”.

También se manifestó el sector de la CGT Córdoba que se apoya en el peronismo local, al definir que “no seremos prescindentes” y “votamos Massa”, a diferencia del vago entusiasmo que mostraron por Scioli cuando Macri arrasó en 2015.

 

 

La legisladora provincial Tania Kyshakevych, una de las primeras en definirse por Unión por la Patria, y parte del equipo de trabajo de Juanjo Álvarez, dijo que “a Llaryora se le cayeron los proyectos a largo plazo” tras el segundo puesto de Milei y espera ahora “que Massa lo contenga”.

En el comando patriota aspiran a un piso del 30% en el balotaje cordobés, lo que sería más que duplicar el resultado de octubre.

 

Juanjo Álvarez en la casa histórica de la CGT de Córdoba.

 

A la carta

Massa llegará a Córdoba mañana para hacer campaña. Hará un acto en el club General Paz Juniors, en el que siguiendo la estética de la campaña de unidad nacional solo se verán banderas argentinas.

Como ministro estará por la mañana en Río Cuarto firmando un convenio con la Municipalidad para que la ciudad adopte la Tarjeta SUBE. Allí va a conseguir una foto con el intendente Juan Manuel Llamosas, que gobierna desde el peronismo la segunda ciudad de la provincia. Si bien Llamosas no va a expresarse en favor de Massa sin contar con el aval del cordobesismo, la imagen abona a la corriente que ve con horror la posibilidad de que Milei gane el balotaje.

Massa también aprovechará su visita a Río Cuarto para realizar una visita a la planta BIO 4 de bioetanol, derivado del maíz transgénico, donde anunciará su intención de aumentar el corte del etílico vegetal en las naftas, tomando un proyecto que Schiaretti blandió en el debate de presidenciables.

En la zona núcleo del agronegocio el candidato toma el discurso cordobesista relacionado al productivismo agrario, aunque se sabe que sin la bandera del fin de las retenciones es difícil que las patronales agropecuarias se dignen a mirarlo con beneplácito.

Los patriotas concentrados en la campaña admiten que, en el diálogo abierto con todos, Juanjo Álvarez tiene contactos con la Fundación Mediterránea, que este viernes dio por concluido el vínculo con Carlos Melconian después del fiasco de Patricia Bullrich. A su vez, la presidenta ejecutiva de la cámara empresaria, Miriam Martínez, dijo a El Cohete a la Luna que la entidad pretende seguir manteniendo contactos con todos los espacios para promover su devaluado programa económico.

 

 

Pero la línea económica del cordobesismo se siente más cerca de bailar el minué de los libertarios y está interpretada por el ministro de Hacienda Osvaldo Giordano, acólito de Domingo Cavallo, a quien acompañó en el Ministerio de Economía tanto durante la gestión de Carlos Menem como de Fernando De la Rúa. En septiembre estuvo en la primera fila del acto de presentación del acuerdo Bullrich-Melconian.

Hace dos semanas el diario La Nación mencionó que “Giordano tuvo a principios de este año un encuentro con Milei que se mantuvo en secreto. Le presentó su libro Una vacuna contra la decadencia, donde propone cambiar el régimen de coparticipación federal para que las provincias más grandes se autofinancien”. Las coincidencias con el autor de “¡coparticipación afuera!” son evidentes.

 

La portada del libro del ministro de Schiaretti.

 

 

Como sostuvo en la Revista El Sur el director de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Córdoba, Javier Moreira, hay dos federalismos. “El federalismo autonomista sostiene la línea de autofinanciarse, mientras el solidario promueve sostener a las regiones más pobres con los excedentes de las provincias más ricas. Si la tradición política argentina se apoya en la segunda vertiente, y así está plasmado en la Constitución, el cordobesismo sostiene la primera”, dijo el politólogo.

Quizás ello explique por qué Schiaretti, el candidato que agitó la bandera del federalismo, no pudo mostrar el apoyo de ningún dirigente provincial de peso. A pesar de ello, obtuvo un apreciable 6,73% que Massa pretende acumular, aun en parte, a su favor.

 

 

 

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