Hace exactamente tres años te conté de mi experiencia con Richard Galliano, un acordeonista ítalo-francés al que Pantaleón le cambio la vida y que, en mi modesta opinión, es quien mejor lo interpreta. Fue también una de las últimas personas que lo vio con vida, en julio de 1992, cuando lo acompañó en la ambulancia que lo llevó en coma hasta el aeropuerto de París, donde lo subirían a un avión con destino a Buenos Aires, donde no se produjo el milagro.
Se conocieron a fines de la década de 1970 en París y puede decirse que ocurrió un amor musical a primera vista. Galliano tocó una orquestación suya sobre un tema de Pantaleón, quien le dijo:
—Toca como un argentino.
Siguió escuchando y se corrigió:
—Como un italiano.
Valga la diferencia.
Se hicieron amigos, y Pantaleón lo invitó a que grabaran juntos la banda sonora para una puesta de Sueño de una noche de verano, que le había pedido Jorge Lavelli.
Por entonces Galliano estaba experimentando con la electrónica, pero el choque con el argentino modificó su rumbo. La fuerza física y espiritual de Pantaleón lo devolvió al acústico, y le hizo dejar la fisarmonica (como llaman los tanos al acordeón) para probar con el doble AA, que salió de las iglesias alemanas para recalar en los piringundines de Buenos Aires. Son dos instrumentos parecidos, pero más distintos que un clarinete y un oboe.
Con el bandoneón, Galliano grabó el doble concierto de Piazzolla para bandoneón, guitarra y orquesta de cuerdas, con la Orquesta de París dirigida por la mexicana Alondra de la Parra y el guitarrista brasileño Yamandú Costa. Desde entonces alternó entre los dos instrumentos. Ya han pasado más de tres décadas desde la desaparición de Pantaleón, pero Galliano sigue tocando su música. Esta es su versión del concierto Piazzolla for Ever, que grabó en 2003, en un pueblito de la Lombardía italiana, con el pianista Hervé Sellin; los violinistas Alexis Carenas y Lyonel Schmit: la viola de Jean Marc Apap; el violoncello de Xavier Phillips, y el contrabajo de Stephane Logerot.
En la contratapa de uno de los LP que editó con Forever Piazzolla, Galliano escribió algo que refleja su propia experiencia: Pantaleón era un músico que iba contra la corriente, cuando en el mundo imperaba la música serial y el dodecafonismo, en sus composiciones primaba la melodía y estaba lleno de influencias del jazz y de la música clásica. El tiempo, que es sabio, le dio la razón.
La distancia entre un italiano y un argentino se cubre con la violencia de una megalópolis de las que en Italia no se consiguen, como Nueva York, París o Buenos Aires, donde Galliano, que hoy tiene 72 años, tocó con Serge Reggiani, Barbara, Chet Baker, Charlie Haden, Wynton Marsalis y Ron Carter. Le aprovechó tan bien como al hijo del peluquero y levantador de quiniela de Trani (en la Apulia italiana), criado en las calles de la Nueva York de Gershwin pero con el corazón en Buenos Aires.
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