El domingo pasado, en la radio, Guillermo Hernández nos hizo escuchar la espléndida versión de un standard, I Should Care (Debería preocuparme), que Sathima Bea Benjamin grabó hace seis décadas, con el piano de su pareja, Abdullah Ibrahim, producido por Duke Ellington.
El tema, de Sammy Cahn, Axel Stordahl y Paul Weston fue grabado por primera vez en 1944 por Tommy Dorsey con Bonnie Lou Williams y el coro The Sentimentalists. No pasaba casi nada.
Yo la conocí en la versión extraordinaria de Sarah Vaughan, que no sé si te acordás que es mi cantante preferida.
Pero debo decir que ninguna me llegó tanto como la de la jovencísima y aún desconocida rusita londinense Amy Winehouse, que comenzó cantando jazz, tal vez porque el tema tiene ostensible afinidad con lo que fue su dolorosa y breve vida. Cuando cantó I Should Care todavía no llevaba el espantoso peinado con que se haría famosa y que ahora copió en Wobble Palace el cineasta ucraniano de moda, Eugene Kotlyarenko.
Pero mejor escuchala a ella.
Deberíamos preocuparnos, y nos preocupamos.
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