Un mundo trastocado
El descalabro de la globalización y de la seguridad internacional
En octubre de 2022, el New York Times utilizó el término policrisis para conceptualizar la situación del orbe. Destacó allí “el torbellino de emergencias globales, que incluye desaceleraciones económicas, incremento de la inflación, la guerra en Ucrania y más”. A su vez, Kristalina Georgieva –directora gerente del FMI– caracterizó la situación en el Foro de Davos de ese mismo año como una “confluencia de calamidades”. En 2023 el mismo foro llevó como título “Cooperación en un mundo fragmentado”, con lo cual dio por sentado que la globalización estaba, por lo menos, destartalada.
Por su parte, Nouriel Roubini –economista profesor de la Universidad de Nueva York, que anticipó la crisis de 2008 en Estados Unidos– destacó en un artículo del pasado enero “las tribulaciones económico-financieras del mundo y las nuevas amenazas geopolíticas en las que se inscriben una guerra propiamente tal en curso y la aparición de otros escenarios potencialmente bélicos”. En negrita, las denominó “mega-amenazas interconectadas”.
Podría decirse, entonces, que el mundo se ha descompuesto. No es lo que era hace pocos años atrás. Tanto en el plano de la globalización, que ha sufrido un fuerte descalabro, cuanto en el de la seguridad internacional, que ha declinado ostensiblemente.
Algo para tener presente
El primer paso hacia la desglobalización comenzó con Donald Trump, quien instaló la premisa “America First” e inició una política restrictiva en la esfera comercial con China. También decidió la salida de Estados Unidos del Transpacific Partnership y del Transatlantic Parnertship; este último estaba en proceso de organización y terminó nonato. Lo suyo fue tomar distancia de la globalización e imponer restricciones mercantiles a Pekín.
Con la asunción de Joseph Biden (20/01/2021), se mantuvieron e incrementaron dichas restricciones comerciales con China. Y se inició también un despliegue de fuerzas en el Mar Negro, que se fue haciendo cada vez más incisivo:
- 02/02/21: Dos cruceros misilísticos norteamericanos ingresaron y recorrieron el Mar Negro: el USS Donald Cook y el USS Porter.
- 11/04/21: Biden obtuvo la anuencia de Turquía para realizar vuelos de aeronaves de guerra con el objeto de monitorear las actividades rusas en el Mar Negro.
- Entre fines de junio y comienzos de julio de 2021 se desarrollaron las ejercitaciones Sea Breeze en el mismo mar, las cuales se venían realizando desde tiempo atrás. Esta última fue la más grande. Participaron 20 países de la OTAN: Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Polonia, Reino Unido y Suecia, entre otros. De la cuenca del Mar Negro lo hicieron Bulgaria, Rumania y Turquía –los tres en la OTAN–, Georgia –un país pequeñísimo de 69.700 kilómetros cuadrados– y Ucrania: cinco de los seis países ribereños del Mar Negro (el otro es Rusia). Entre julio y septiembre continuó el tránsito de naves de guerra norteamericanas por el Mar Negro.
Así las cosas: ¿quién quedaba implícitamente indicado como objeto de dichas ejercitaciones? Claramente, Moscú. Uno de los objetivos principales de esas maniobras fue la de ejercer presión sobre Rusia.
También hubo ejercitaciones aeronavales de la entente occidental en el Mar Báltico, sobre el que se encuentran el enclave ruso de Kaliningrado y San Petersburgo. Entre otras, las maniobras Occidente 2021 y las que se hicieron en común en 2022 con Suecia y Finlandia, entre otros participantes. También ha habido ejercitaciones aeronavales rusas en esa región y en esos años.
El 10 de enero de 2022, Biden y Vladimir Putin se reunieron en Ginebra. Según trascendió en diversos medios, los tres puntos centrales enunciados por el premier ruso fueron:
- Que se limitaran las operaciones de Occidente en el Mar Negro.
- Que no se desplegara material ofensivo cerca de su territorio.
- Que se mantuviera el statu quo vigente y que Ucrania no se incorporara a la OTAN.
Los de Biden fueron:
- Que se respetara el derecho a la integridad y soberanía de los Estados.
- Que se respetara la libertad de los países vecinos.
- Que se respetaran las fronteras de cada país.
El fracaso del encuentro fue total. Moscú, dicho en corto, reclamó respeto. Washington, que había mostrado los dientes nada menos que en el Mar Negro, habló de terceros.
Bajo estas condiciones, Rusia eligió el camino de la guerra, pero descartó el conflicto directo con la gran potencia del norte. Y avanzó sobre Ucrania, que estuvo siempre en el centro de sus preocupaciones y solicitudes.
¿Quién fungió de agresor? Rusia. ¿Podía hacer otra cosa? Probablemente no. Y, por otra parte, ¿cuál fue el país que presionó y provocó una situación límite para Moscú? Estados Unidos, con el acompañamiento de la OTAN. ¿Los urgía algún motivo específico? Que se sepa, no. Parecería que se trató de un incomprensible prepoteo que pasó a mayores.
Biden vs. China
Biden decidió avanzar en la confrontación con China, tanto en el plano económico como en el de la seguridad internacional. Continuó, como su antecesor, con la aplicación de sanciones comerciales a China. Pero además agregó restricciones a empresas americanas, tanto para invertir en firmas chinas como para ejecutar transferencias tecnológicas. Y avanzó considerablemente en el plano geopolítico y de la seguridad internacional.
En septiembre de 2021 creó el AUKUS –asociación entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos– con el propósito de ganar terreno y marcar presencia en la región del Indo-Pacífico, como así también en el Mar de la China (del Sur, Oriental y Amarillo). En competencia con Pekín, claro.
El Presidente norteamericano repitió en menor escala lo que había desarrollado con Rusia: despachó naves de guerra hacia los antedichos mares chinos. Entre otros, el destructor misilístico USS Benfold, que navegó varias veces el estrecho de Taiwán, hasta julio de 2022. En agosto lo hicieron los cruceros Antietam y Chancellorsville, en la misma zona. Y en septiembre el destructor USS Higgins y la fragata canadiense Vancouver. En total fueron nueve los buques de guerra norteamericanos que navegaron por esa vía en 2022.
También debe recordarse que a comienzos de agosto de 2022, Nancy Pelosi (entonces vicepresidenta del Senado) visitó Taiwán, lo que crispó el ánimo del Presidente chino Xi Jinping, quien en respuesta movilizó aviones y naves que realizaron fuertes operaciones sobre los alrededores de la isla.
China, Rusia y otras novedades
China y Rusia han incrementado su acercamiento. En diciembre de 2022 se reunieron a raíz de la realización de maniobras militares conjuntas. Poco después hubo un encuentro entre Xi Jinping y Putin en el que acercaron posicionamientos políticos. Más recientemente, entre el 22 y el 24 de marzo de este año, los dos mandatarios se reunieron nuevamente y afianzaron su sociedad, según fue anunciado.
Cabe mencionar que en febrero de 2023, China y Arabia Saudita llevaron a cabo un acuerdo de cooperación. También Arabia Saudita e Irán iniciaron conversaciones orientadas a dejar de lado la beligerancia entre ambas, mediadas por Pekín. Japón, por su parte, se ha lanzado a recuperar capacidades militares. El 17 de diciembre pasado, el primer ministro Fumio Kishida anunció que su país duplicaría su gasto militar durante los próximos cinco años.
Este es un somero punteo del modo en que se ha incrementado la belicosidad y el armamentismo en el mundo.
Final
La nueva situación ha avanzado rápido. Ha quedado ya muy lejos aquel período entre 1998 y 2014 en el que Rusia fue incorporada al G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), conformando el G8.
En el marco de un deterioro grave de la globalización –que dicho sea de paso, no es lo mismo que el fundamentalismo de mercado, pues este puede sostenerse sin requerir la totalidad del mundo– se está librando una pugna entre los tres países más poderosos del planeta, que arrancó tímidamente con Trump y tomó vuelo con Biden, tanto en el plano económico-financiero como en el de la seguridad internacional.
Es notablemente curioso que Washington embista –aunque busque enmascararlo– contra las otras dos superpotencias. Parecería que el Presidente norteamericano sobreestima las capacidades militares y económicas de su país, y también de la OTAN. Y que, además, subestima a quienes tiene por contrincantes. Diríase que se equivoca y mucho. Lo que aumenta la cuota de peligro en el mundo –si se puede decir así– que él mismo viene fomentado.
Cabe, en fin, recordar aquel conocido párrafo de Simón Bolívar en carta a un corresponsal en Quito, en agosto de 1829. Dice allí: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para colmar la América de miserias en nombre de la libertad”. Hoy en día habría que sustituir simplemente el sustantivo propio “América” por el sustantivo común “mundo”, y la “nueva” frase del gran Libertador tendría el mismo valor que la primera.
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