Un orgulloso sesentista
Domingo Bresci y sus seis décadas como cura católico
Ayer se celebraron los 60 años del ordenamiento sacerdotal de Domingo Bresci, uno de los sacerdotes que la semana anterior visitó a Cristina en el Senado. El Cohete le pidió una reflexión y Domingo, que no maneja la computadora, envió a través de un sobrino unas notas manuscritas, con las que compusimos este texto.
La irrupción del peronismo en 1945 fue el primer hecho que me “formateó” para el resto de la vida. En esa etapa, mientras cursaba la primaria en la escuela pública, fui testigo de cómo el peronismo dignificó a los humildes y a los trabajadores, entre ellos a mi padre, de quien junto a mi madre mamé lo que es el cariño, la solidaridad y el trabajo.
Los golpes militares de las décadas que siguieron también me marcaron para siempre. Había ingresado al Seminario Mayor de Villa Devoto en 1954, en pleno conflicto entre la Iglesia y Perón, y su derrocamiento al año siguiente produjo una profunda crisis de pertenencia en todos los que éramos católicos y peronistas. Me ordené sacerdote en 1962, en medio de la crisis en el Ejército que meses atrás había derrocado a Arturo Frondizi, a quien entre otras cosas acusaban de “marxista”. El de 1976 implantó el terrorismo de Estado, eliminó miles de vidas humanas y destruyó la Nación. En los tres golpes de Estado percibí, lamentablemente, la participación de significativos sectores de la Iglesia Católica, aunque también hubo muchos laicos/as, religiosos/as y sacerdotes fueron víctimas de la represión.
Desde su nacimiento en 1968 integré el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, que era parte de una corriente de renovación y compromiso dentro de la Iglesia Católica, integrado por laicos, religiosos y religiosas. Junto a militantes y sectores populares que tenían otras visiones compartimos el servicio sacerdotal en actividades barriales, sociales, gremiales y políticas.
Soy orgullosamente sesentista. Viví con entusiasmo la revolución social, política y cultural de la época. Me considero hijo y heredero de los cambios de aquellos años, que implicaron una renovación del catolicismo, incluida la institución eclesiástica. Desde antes del Concilio Vaticano II (1962-1965), por medio de los “maestros de la vida” –que eran los profesores y superiores del seminario–, de otros sacerdotes y algunos obispos, nos replanteamos nuestra concepción acerca de Dios, de la Iglesia, del sacerdocio, de la sociedad, de la mujer y del universo. Reflexionamos sobre las nuevas cuestiones que nos presentaban la filosofía y la teología pero también las ciencias humanas y sociales. En este sentido establecimos vínculos con personas, organizaciones e instituciones destacadas.
Los lineamientos sociales de la Iglesia, reformulados por Juan XXIII y Pablo VI en sus encíclicas “Paz en la Tierra” (1963) y “El desarrollo de los pueblos” (marzo de 1967), reforzaron mi compromiso social con diversos sectores y ámbitos.
Un mes después de esa encíclica se difundió el Manifiesto de los 18 Obispos del Tercer Mundo, al que adherimos y en el que nos referenciamos más de 400 sacerdotes de todo el país. Durante los siete años posteriores (1968-1975) se produjo una experiencia inédita al interior de la Iglesia Católica e incluso en la historia argentina, como lo ha señalado el querido José Pablo Martín en sus investigaciones publicadas. Los obispos, en aquel Documento, entienden al “Tercer Mundo” como los “pueblos pobres y oprimidos, y los pobres oprimidos de los pueblos”.
La reunión de obispos de América Latina y el Caribe en Medellín, Colombia, en 1968, abrió nuevos horizontes y realimentó nuestra búsqueda de “liberación” social, económica, política, cultural y religiosa del continente. En sus elaboraciones se puso de manifiesto la paradoja de que la región del mundo que tiene más católicos es la más desigual.
El documento del episcopado argentino dado a conocer en San Miguel en 1969 afirma en su capítulo VI sobre Pastoral Popular que “la acción de la Iglesia debe realizarse desde la ‘perspectiva del pueblo’”, inscribiéndose así en el corriente nacional y popular de nuestra historia, lo cual reafirmó la adhesión al peronismo por parte de la mayoría de los sacerdotes del Movimiento.
El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo cesó sus actividades públicas y de conjunto en 1975. Las motivaciones, internas y externas, fueron las mismas que afectaron a todo tipo de organizaciones de ese tiempo. Desde 1974 (con el asesinato de Carlos Mugica) hasta 1983 hubo 21 sacerdotes desaparecidos y/o asesinados, y alrededor de 100 fueron presos, torturados, exiliados o deportados.
Con la transición democrática a partir de 1983 un grupo de sacerdotes santafesinos convocó a quienes pertenecimos al Movimiento y a otros nuevos para retomar la “opción por los pobres”, reafirmada por los obispos latinoamericanos en Puebla, México, en 1979. La experiencia, denominada “Grupo de sacerdotes amigos”, duró pocos años.
En 1986, en continuidad con los anteriores, surgió el “Grupo de Curas en Opción por los Pobres”, que trabaja en diversos sectores populares y sigue de cerca la coyuntura social y política. Como dice Horacio Verbitsky, soy un “eslabón” en ese recorrido y uno de los pocos “sobrevivientes” del M.S.T.M. Gracias al acompañamiento de muchos y muchas, continúo con ganas de seguir siendo “uno entre muchos” y “parte de un todo” que lucha por un “hombre nuevo” en una “sociedad nueva”.
Desde esta mirada considero que el encuentro de sacerdotes y religiosas con Cristina constituye un “acontecimiento” a seguir develando.
Para terminar, una primicia para El Cohete a la Luna. Muchos me preguntaron qué le decía a Cristina en la foto en que aparecemos conversando. Habíamos expresado nuestro repudio al atentado y nuestro cariño hacia ella, y me pareció conveniente añadir: “Fuerza Cristina, vamos a estar con vos en todos los frentes que haya que estar”.
* Domingo Bresci, protagonista pero también cronista de su tiempo, publicó infinidad de notas y artículos en diarios y revistas, y concedió numerosas entrevistas para radio y televisión. En 1994 publicó Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Documentos para la memoria histórica (1994). Desde 2003 hasta 2005 colaboró con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en el Plan Manos a la Obra. Entre 2006 y 2016 fue consultor de la Secretaría de Culto de la Nación. En la actualidad desarrolla sus actividades en distintos ámbitos eclesiales, culturales y sociales. Además de integrar el Grupo de Curas en Opción por los Pobres es consultor en el Departamento de Sociedad, Cultura y Religión del CEIL-CONICET y colabora con el Radar Intersindical de la Cultura, integrado por Secretarías de Cultura de varios sindicatos.En 2018 presentó su último libro: Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Historia de un Compromiso, que publicó el Grupo Editorial Sur.
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