A Banksy no le gusta La Rural

Muestra del genial artista callejero británico en un predio que simboliza la estafa a la sociedad

 

Una muestra no autorizada en un espacio cuyos fines comerciales deberían ser ilegales. Desde Plaza Italia se puede leer el enorme cartel que dice “¿Genio o vándalo?”, haciendo alusión a Banksy, el artista británico cuyas obras se exhiben desde esta semana, sin su consentimiento, en La Rural de Buenos Aires. Probablemente los verdaderos vándalos sean justamente quienes lucren con esta exposición.

 

 

 

¿Quién es Banksy?

En general a la humanidad le atrae aquello que no puede tener. Hay cientos de artistas con nombres de fantasía, pero en el caso de Banksy, él hizo del misterio en torno a su identidad una parte central de su obra. Por ello, como nadie sabe cuál es su nombre original o en qué fecha y lugar exactos nació, todo el mundo se lo pregunta. Evidentemente es información que si estuviese a la mano no sería lo fundamental. Se conoce que comenzó a pisar fuerte en el mundo del street art durante la década del ‘90, que nació en Inglaterra, en algún lugar cercano a Bristol, y que es un hombre. Pero por fuera de esos datos típicos, hay información sensible sobre este grafitero que sí está a la mano y que pareciera ser lo más determinante a la hora de caracterizar su identidad: es un artista cuya producción es absolutamente ideológica, y aunque a esto podría esgrimirse que todo arte es político, en su caso lo es de manera explícita. Banksy, además de transitar el campo de la denuncia, lo trasciende y pasa a la acción.

Un grafitero que compró un barco para rescatar personas en el mar es una rara avis. En 2020 el británico financió la compra de un barco de la Marina francesa para llevar a cabo misiones humanitarias. Se trata de una embarcación de 30 metros de eslora, pintada de rosa, que lleva el nombre de una anarquista francesa, Louise Michel. La tripulación se reivindica como parte de un proyecto feminista y antifascista, y cuando los rescates comenzaron a efectuarse, Banksy posteó en su cuenta de Instagram: “Como la mayoría de las personas que tuvieron éxito en el mundo del arte, me compré un yate para navegar por el Mediterráneo”. Ácido, directo y consecuente.

 

 

Sus obras son seguramente la mejor forma de conocerlo. Uno de los grandes momentos que protagonizó fue al realizar una instalación él mismo, cuando entró a Disney y emplazó allí una figura disfrazada de un prisionero de Guantánamo. También ha pintado murales en Cisjordania, en el muro que separa Israel y Palestina. En este sentido, a unos 40 kilómetros de Belén, creó un hotel con 10 habitaciones, The Walled Off Hotel, para generar trabajo a nivel local y con una sala especial para que, en territorio israelí, puedan exponer sus obras artistas palestinos.

 

 

 

 

Muestra NO autorizada

En el Instagram oficial del grafitero se puede ver una captura de pantalla que muestra el siguiente chat:

—Hey, Banksy, vi esto y me acordé de vos. (Se observa la imagen de una muestra.)

—Sos gracioso. ¿Qué carajo es eso?

—Una exhibición de tu trabajo en Moscú. Cobran 20 libras para entrar. LOL.

—Me encantaría que pudiera parecerme gracioso. ¿Qué es lo opuesto a LOL?

—Creo que es LOL.

—Sabés que eso no tiene nada que ver conmigo, ¿no? Yo no le cobro a la gente para ver mi arte, salvo que se puedan subir a una Vuelta al mundo (en alusión a un parque temático que abrió al sur de Inglaterra durante cinco semanas como una parodia a Disney).

—Lo han hecho que luzca como algo legal, creo que deberías hacer algo, ¿no podés hacer un comunicado de prensa?

—Mmm… No estoy seguro de ser la persona indicada para quejarme acerca de personas que muestran imágenes sin permiso.

—No, amigo, esto es una estafa. Tenés que hacer algo.

—No sabría ni por dónde empezar.

—¿Posteando una captura de este chat?

—LOL.

 

 

 

Los organizadores de la muestra que comenzó esta semana en Buenos Aires saben perfectamente que buena parte de la obra de Banksy es considerada “vandalismo”, porque justamente la esencia misma del arte callejero es ir y pintar ahí donde no te permiten hacerlo. En esto se amparan para exponer sus obras sin consentimiento, algo así como “Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”. Pero no todo es lo mismo. Una cosa es el arte urbano, la pintada, el esténcil. Y otra muy distinta es que un puñado de millonarios que tenían originales de Banksy los “presten” para que se organice una muestra de su obra, con fines de lucro y sin autorización.

 

 

La Rural y su compra “vil”

En diciembre de 2012 los diarios argentinos nacionales explotaron: Cristina quería expropiar La Rural. “La yegua”, no conforme con el lío que había armado en 2008, ahora iba por el símbolo de los símbolos, ese lugar lleno de olor a bosta a donde la gente se viste de gala para visitarlo. En verdad la palabra “expropiar” fue usada con malicia por las grandes empresas de comunicación, porque formalmente no se trataba de una expropiación sino del decreto presidencial 2552 que disponía la “nulidad absoluta del decreto 2699 del año 1991” que había determinado la venta de este inmueble perteneciente al Estado. El motivo de la nulidad radicaba en el precio vil por el cual el predio ferial de Palermo había sido vendido a la Sociedad Rural Argentina en 30 millones de dólares, cuando un peritaje oficial determinó que el valor real era de 131,8 millones. Les faltaron 100.

Al anunciar la medida, el entonces jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, señaló que 11 ex funcionarios estaban procesados por el delito de peculado. Se trataba de: Domingo Cavallo (ex ministro de Economía); Eduardo Agustín Carlos de Zavalía (ex presidente de la Sociedad Rural); Juan Alberto Ravagnani (ex secretario de la entidad); Raúl Angelini, Ricardo Schapiro y Juan Manuel Insúa (ex funcionarios del Banco Ciudad); Jorge Frost, Carlos Alberto Ratto y David Ivakhoff (ex funcionarios del banco Hipotecario); y Matías Ordóñez Jiménez Zapiola y Gastón Figueroa Alcorta (ex funcionarios públicos). La presencia de los funcionarios de los bancos Hipotecario y Ciudad radica en que lo único que estuvo mal no fue el precio sino la forma misma de fijarlo. La ley 21.626 exigía que el cálculo del valor del terreno fuera efectuado por el Tribunal de Tasaciones de la Nación, pero esto no fue así sino que los bancos mencionados señalaron el precio. Además la venta fue realizada en forma directa, evitando los mecanismos vigentes, que eran concurso o licitación pública.

 

 

La Rural apeló la medida y la Cámara Federal Civil y Comercial suspendió el decreto el 4 de enero de 2013. Esto fue confirmado por la Corte Suprema en agosto de ese año con cinco votos a favor –Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda, Enrique Petracchi, Elena Highton y Carmen Argibay– y dos en contra, a cargo de Eugenio Zaffaroni y Ricardo Lorenzetti. En abril de 2016 el gobierno nacional decidió seguir adelante con las medidas iniciadas en 2012. Se trata de un caso muy particular: una medida de Cristina Fernández de Kirchner, avalada por Mauricio Macri, nada menos que en contra de la entidad agropecuaria. La Sociedad Rural Argentina, fundada en 1866, ocupa el terreno de Palermo desde 1878 por un acuerdo con el Estado, y la compra en cuestión se ejecutó durante el gobierno de Menem.

 

 

Un elefante rosa frente a nuestras narices

En la actualidad la recuperación del predio de La Rural sigue pendiente y, mientras tanto, el uso comercial no ha cesado. En el año 2006, Banksy realizó en Los Ángeles su muestra Barely Legal”, que significa “Casi legal”, un evento gratuito en donde expuso parte de sus producciones artísticas. En el marco de dicha exhibición se podía ver un elefante real pintado como el decorado de la pared, con pintura para niños. El objetivo, bastante literal, era señalar esas cosas enormes que tenemos frente a nuestras propias narices y que no vemos, justamente como el predio de La Rural. Miles de personas pasan todos los días por Plaza Italia, en la Capital Federal, y a nadie se le ocurre tomar ninguna acción al respecto. Probablemente el punto que explique esta inacción sea que la sociedad en su conjunto no termina de sentir como propio el patrimonio del Estado.

Una digresión: una venezolana, entrevistada por quien escribe, se refirió hace algunos años a las políticas de Chávez de la siguiente manera: “Se creó una misión que se llamaba Tu Casa Bien Equipada, a partir de la cual te ponían en casa tu televisor, tu nevera, tu cocina. Y no es, como quiere decir alguna gente para descalificar, que nosotros seamos unos parásitos porque el gobierno nos está regalando estas cosas, no, eso es producto de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo por defender a la patria. Lo que hemos recuperado es nuestro petróleo, nos pertenece, antes iba a los Estados Unidos y a las grandes oligarquías venezolanas, ahora esos recursos se transforman en política y van para nosotros”. Tal vez si miles de argentinos sintieran que La Rural les debe 100 millones de dólares, harían algo al respecto. O al menos, no pagarían por entrar. LOL.

 

 

 

 

 

Los ¿límites? del capital

La SRA ha representado en la historia de este país a los sectores adinerados, a los golpes de Estado, la homofobia y el racismo. Banksy está en las antípodas. Por eso este artículo se pregunta cuáles son los límites del capital, si es que los tiene. Cuando una persona compra un libro, compra el objeto, no el texto. No puede un cineasta usar un pasaje completo de García Márquez en un guión propio sólo porque tiene en el living de su casa un ejemplar que contiene dicho fragmento. Que un millonario adquiera un Bansky no debería habilitar a que cobre por exponerlo.

 

 

En 2018 en una subasta de arte se vendió una de las obras más famosas de Banksy, “Niña con globo”, por 860.000 euros. En el instante en que fue vendida, la obra se autodestruyó. La lámina estaba expuesta debajo de un marco, y en el mismo había escondida una trituradora de papel, que se activó en el momento justo haciendo trizas ese original tan preciado. Las metáforas del grafitero no son muy elaboradas, más bien buscan que el sentido sea evidente. No todo se puede comprar con plata.

La web oficial del artista callejero señala: “Los miembros del público deben saber que ha habido una serie reciente de exhibiciones de Banksy, ninguna de las cuales es consensuada. Han sido organizados completamente sin el conocimiento o participación del artista. Por favor, trátenlos en consecuencia”. Si la muestra que comenzó esta semana tuviera algo del espíritu del artista cuya obra se expone, no se realizaría en un predio que simboliza una estafa a la sociedad. Habría entradas libres y gratuitas, u obras que sirvan a la población con el dinero recaudado. Ni la una ni la otra. La entrada sale más de 3.000 pesos y las ganancias no irán ni para los vecinos ni para el Estado. La mugre se esconde debajo de la alfombra. Quienes pueden, pagan. Y quienes no, se quedan afuera.

 

 

 

 

 

La bala no salió

Al momento del cierre de esta nota, la Argentina está conmocionada. Un hombre intentó matar a Cristina Fernández de Kirchner. Es casi imposible concentrarse para corregir los párrafos anteriores cuando sucede algo tan mayúsculo. El presente texto mencionaba en alguna de las líneas precedentes que las grandes empresas de comunicación titularon “expropiación” en lugar de “recuperación”, y mencionaba también a una Corte Suprema que respaldó a la SRA para que siguiera detentando el poder sobre un predio que no le corresponde. Esos dos actores, los grandes medios y la Corte, son a juicio de quien escribe los grandes responsables del atentado de ayer. En la Argentina se ha tergiversado el sentido de la libertad de expresión. Se ha construido un relato que sugiere que ese derecho consiste en poder decir cualquier cosa. Pero no es así. Hay una diferencia abismal entre instigar la violencia con discursos de odio y comunicar los propios pensamientos. La Justicia tiene el deber de actuar en pos de la libertad y en contra de la violencia, pero no hay Justicia. No hay un Poder Judicial a la altura de la República. Hay una corporación. Cuando los jueces y el periodismo golpean sistemáticamente la democracia, la pueden quebrar. La solución a la crisis política actual pareciera ser una reforma judicial. Medios y jueces dignos para alcanzar esa Argentina normal que fue prometida alguna vez. Una Argentina más parecida al arte de Banksy que al vandalismo de la Rural.

 

 

 

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