EL MERCADO GANÓ LA PULSEADA
Es como si la devaluación se hubiera consumado en los hechos
La pulseada la ganó el mercado. El ex ministro Martín Guzmán huyó del gobierno en el momento en que la curva del riesgo país iba en ascenso. Se fue en el medio de una corrida cambiaria que perduró durante las semanas siguientes y podía seguirse en vivo a través de las cotizaciones de los dólares financieros. El CCL llegó a tocar un techo de 350 pesos el jueves cerca del mediodía y bajó abruptamente a 307 pesos por los rumores sobre la inminente llegada de Sergio Massa al gabinete. El viernes, el CCL cayó a los 289 pesos. O el mecanismo para la formación del precio de esta cotización es muy trucho o existieron operadores de carne y hueso que apostaron al estallido inminente. “¿Y por qué no ambas cosas a la vez?”, reflexionó un analista de mercado cercano al oficialismo. El círculo rojo tiene sus vectores para presionar.
La brecha con el tipo de cambio oficial orilla el 130 por ciento. Las presiones devaluatorias rondan la avenida Hipólito Yrigoyen 250, sede del Palacio de Hacienda que ahora aunará varios edificios más. También sobre Reconquista 266, donde está alojado el Banco Central. La salida de Guzmán aceleró la escalada inflacionaria, que en julio arrojará un guarismo más cercano a los 8 puntos y la anual más cerca del 80%. Es como si la devaluación se hubiera consumado en los hechos.
¿Qué le habrá prometido al establishment la persona que soñaba con encolumnar detrás de su candidatura presidencial al Foro de Convergencia Empresarial?
“El establishment hoy necesita sostener al peronismo al menos hasta llegar a las elecciones del año que viene, es una suerte de pacto para que no haya un estallido social. Y Massa es un hombre de ellos”, reflexiona un ex funcionario de este gobierno que también tuvo un paso fugaz por el gabinete. La pregunta es por qué CFK llegó al punto de avalar esta opción. El ex jefe de la Cámara de Diputados, dicen, ató su suerte a la Vicepresidenta ante un Alberto Fernández encerrado en sí mismo. De este escenario, quizás, se desprende una pregunta más profunda: ¿por qué el kirchnerismo no pudo formar ni promover cuadros con peso político propio para asumir el protagonismo que este contexto demanda? Otra historia.
Durante los 24 días en que Batakis estuvo al frente del Ministerio de Economía no pudo frenarse la corrida cambiaria. Los datos sobre los fondos de inversión, bancos y empresas que operaron a través del CCL, vía las sociedades de bolsa conocidas como Alycs, para generar el clima de desestabilización, están guardados en la Comisión Nacional de Valores (CNV). El banco de la familia Brito (Macro), financista de Massa, ¿jugó a esa desestabilización cambiaria? No todo es una leyenda urbana.
El tigrense quería cargarse sobre sus hombros tanto la conducción de la AFIP como la del Banco Central. En el kirchnerismo sostienen que las negociaciones para llenar cada uno de los espacios en las segundas y terceras líneas continúa. Pesce, algo acorralado en este contexto de avance massista desde la salida misma de Guzmán, se apuró en encontrarle la vuelta a un potencial incentivo para que el sector agropecuario vendiese la soja encanutada. La idea de Massa era otra.
Desde Agricultura confirman que se estuvo analizando un proyecto que proponía pagarle a los productores directamente al valor de los dólares financieros, una iniciativa que tendría un costo fiscal cercano a los 100.000 millones de pesos.
Tanto Confederaciones Rurales (CRA) como la Sociedad Rural (SRA), entidades patronales que representan lo más rancio del sector agropecuario, rechazaron el incentivo anunciado por el Central. Según el consultor Pablo Andreani, el mix ideado les mejora el tipo de cambio de liquidación en un 15%. “El incentivo no parece razonable”, habían manifestado desde CRA el 22 de julio. Una semana después ratifican su posición.
Si se les llegara a permitir al sector agroexportador un tipo de cambio mucho más alto, además del efecto inflacionario que traería aparejado, ¿cómo se haría luego para reducir la brecha? ¿Con una mayor devaluación del tipo de cambio oficial que también tendría un impacto inflacionario? Esta es la encerrona construida por el propio Frente de Todos.
Dólar soja
Lo que queda claro es que la pulseada la ganó la especulación, sumado a un nuevo desdibujamiento de la figura de Alberto Fernández. La misma mañana en que el gobierno oficializó a través del BCRA el incentivo para que se venda la soja guardada en silobolsas, el Presidente reiteró que los especuladores no le torcerían el brazo.
¿Quiénes tienen los casi 30 millones de toneladas que el gobierno espera que se vendan? Los pequeños y medianos productores responden que ellos no. Los exportadores niegan tenerlas. Grandes jugadores como Grobocopatel afirman que ya vendieron todo lo suyo.
El 70% de la cosecha la manejan el 20%de los productores, mientras que cinco fabricantes de aceite de soja concentran el 50% de toda la producción. El negocio sojero está organizado alrededor de la exportación. Por ende, es poco creíble pensar que no existen vasos comunicantes entre la dirigencia patronal que mueve este negocio tanto desde la producción primaria como la exportación. Juegan en tándem. Y al ser un esquema tan concentrado, no son tantos los jugadores para presionar. El tema es que Massa prometió mucho dulce a medio país. Van a esperar por esas mieles. Esta operación tampoco es un mito urbano.
“Se hizo todo lo posible para amortiguar el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania, hubo 15 puntos de apreciación cambiaria, el sector agroexportador pedía la baja de retenciones y el gobierno fue por el lado de los fideicomisos. La medida del BCRA fue correcta, se evitó la devaluación. Pero si por otro lado hay quienes sostienen que ofrecerán mejores incentivos, ¿por qué van a liquidar ahora?”, analiza Nicolás Zeolla, economista en jefe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE).
Desdoblar y no romper
El mercado, es decir los rostros reales detrás del círculo rojo, le pedirá a Massa la unificación de los múltiples tipos de cambio. Los economistas más cercanos al arco ideológico del gobierno también ven la necesidad de avanzar en dicha unificación. La pregunta es cómo.
“Hay que hacer un desdoblamiento formal y después dar señales de unificación. Algo se va a hacer al respecto. Pero se necesita una audacia que hasta ahora no estuvo en el BCRA”, analiza Sergio Chouza, de la consultora Sarandí. El objetivo sería reducir la brecha lo más que se pueda, sin una brusca devaluación. Esta sigue siendo la pulseada. ¿A Massa le darán el respiro que no le dieron a Batakis? Su carta de presentación es su alianza innata con el establishment. Pero tampoco tendrá mucho tiempo. Cualquier objetivo de mediano plazo queda muy lejos.
“Esto es como una matrioshka, restricciones tras restricciones que se fueron apilando. Entonces, te llevará más tiempo. Pero si este desarme es acompañado por un ordenamiento de la macro y las cuentas públicas, se podría lograr la unificación del tipo de cambio sin ninguna corrida cambiaria. Pero todo debe ser dentro de una estrategia conjunta que abarque todos los aspectos económicos”, responde el analista Christian Buteler.
El ajuste que dejó firmado Guzmán luego de la revisión técnica con el FMI, avalado por Batakis en su primera y única conferencia de prensa, quedó bajo el brazo ejecutor de Massa. ¿Habrá endulzantes para la clase trabajadora?
“Hay quienes promueven una visión más estructural que incluye un cambio en la concepción de los efectos adversos de la brecha cambiaria sobre la economía. En ello entiendo que hay dos riesgos. Primero, poner una dimensión estructural, multifacética, relacionada con el bimonetarismo de la economía argentina como el principal aspecto a atender de la coyuntura, es una trampa y un riesgo. Segundo, pretender que se achique la brecha con una simultanea devaluación del tipo de cambio oficial, aceleraría la inflación, y se afectaría la recuperación, la distribución y el empleo. Tercero, si la inflación se acelera, no está claro que eso no retroalimente expectativas negativas sobre la necesidad de una nueva devaluación”, agrega Zeolla.
El debate silenciado
La pulseada la ganó, momentáneamente, la especulación. Y de esta manera, se pulverizó una discusión medular hacia el interior del Frente de Todos: la distribución del ingreso. La pregunta “¿distribuir para crecer?” yace hecha un bollito de papel en el tacho de basura. Ya no se discute la distribución de la riqueza ni el ingreso, aunque sea un tema íntimamente relacionado con la inflación.
Según un trabajo de CIFRA sobre la distribución funcional del ingreso, los sectores industriales y del comercio fueron quienes lideraron la captación de rentabilidad en el último lustro. Y que esa evolución de sus ganancias contables corrió en sintonía con los aumentos de precios. Es decir, captación de ganancias netas a costa del bolsillo de los trabajadores y trabajadoras. Los precios industriales subieron un 46% por encima de los precios del resto de las actividades, mientas que en el comercio, la suba fue del 35,4%.
Hubo empresarios, muchos que provienen de sectores concentrados, que mejoraron sus ganancias a costa de generar inflación. Los Braun de la vida. O, mejor dicho, el círculo rojo al que Massa seguirá endulzando.
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