Y los dólares ¿dónde están?
Proyectos generadores de divisas que conllevan su fuga y la destrucción de hábitats humanos
Nicolás Arceo, Lara Bersten y Andrés Wainer acaban de realizar un estudio en base a los límites y el potencial que presenta la matriz energética argentina. “La potencialidad de la producción hidrocarburífera permitiría consolidar una nueva plataforma de exportación similar a dos complejos sojeros”, aseguraron. El desarrollo del 50% de los recursos de Vaca Muerta permitiría un volumen de exportaciones incremental de 33.000 millones de dólares anuales durante medio siglo.
El ministro Martín Guzmán prevé que en 2026 la Argentina exporte gas por barco al mundo. Dijo que negocia con otros países para asegurarse que demandarán GNL. Prevé cambios normativos para estimular inversiones por 10.000 millones de dólares que generarían exportaciones por 15.000 millones anuales.
- Entre economistas y políticos de los principales partidos políticos argentinos existe consenso unánime acerca de “la escasez de dólares” que tiene el país para asegurar su crecimiento económico. Una escasez considerada crítica, casi crónica y, no obstante ello, enmarañadamente misteriosa.
- La Argentina es mundialmente conocida desde hace un siglo como una máquina de generar dólares, en base a un balance comercial del país sistemáticamente positivo. Para dar una idea de magnitud, entre 2001 y 2021 el saldo comercial acumulado (exportaciones totales menos importaciones totales) alcanzó los 200.000 millones de dólares. Esta suma debería haber entrado al país para engrosar las reservas internacionales. Pero…
- Por otra parte, se sabe que hay más de 250.000 millones de dólares atesorados por argentinos fuera del circuito local, principalmente en cuentas fuera del país (offshore).
- Aun considerando la señalada escasez de dólares como el talón de Aquiles del crecimiento económico del país, la gran mayoría de los economistas argentinos raramente propone un control selectivo de divisas capaz de evitar diversos tipos de sangrías del saldo comercial, que en conjunto suman miles de millones de dólares anuales. Es así que en la actualidad tienen lugar importaciones (como innumerables productos suntuarios, a los que ingenuamente se les posibilita competir con virtuosas producciones nacionales) que dilapidan divisas. A ello se le suma la fuga de divisas a guaridas fiscales sin pagar impuestos en la Argentina, donde fueron generadas. Ambos flujos de drenaje son religiosamente pagados con lo que se liquida en el país de aquellas exportaciones resultantes de diversas actividades extractivas, que operan sin atender las consecuencias sobre las poblaciones de los correspondientes territorios, la sustentabilidad del agua que usan, la tierra que explotan y la salud de los pobladores y sus hábitats ancestrales.
- En innumerables ocasiones se ha dicho que el país se salvará (sic) con distintas alternativas: cosechando 100 millones de toneladas de granos al año, haciendo fracking para extraer petróleo y gas en Vaca Muerta o con la producción de litio. Pero las sucesivas “metas de salvación” son alcanzadas, esas firmas obtienen sideral cantidad de dólares (siempre bien regados por subsidios públicos) y sin embargo los mismos resultan una y otra vez insuficientes, ya que terminan escabulléndose del país como por un colador de malla gruesa, siempre híper-permisivo. Durante los años de gobierno nacional y popular ello sucede porque la sustitución de importaciones es crecientemente intensiva en (componentes, insumos y) divisas; mientras que en los años de gobierno neoliberal son destinadas a pagar importaciones masivas y deudas contraídas por el mismo gobierno.
- Las soluciones milagreras son vistas con interés por muchos argentinos que –a sabiendas de la famosa “escasez de divisas”– consideran que aquellas podrían terminar con ese problema, hasta que algunos constatan que, por ejemplo, en el período 2015-2019 cuando el país acumuló unos 30.000 millones de dólares de superávit comercial –el 90% debido a exportaciones de 50 grandes firmas–, los ingresos de asalariados y jubilados se deterioraron el 40%. En caso que esto pudiera considerarse un milagro, sería seguramente uno de enormes disparidades.
- El peso de la casi-eterna deuda externa junto a la consabida fórmula de apostar a la inserción internacional del país como plataforma de crecimiento refuerza la posición estructural de la elite empresarial. La alternativa no es aislacionismo y primitivismo, sino desarrollo basado en las necesidades locales, garantizando niveles de vida decentes para toda la población. Y en esto, de manera unánime, la orientación exportadora de las últimas décadas bajo gobiernos de diferentes ideologías ha dejado pobreza y miseria a diestra y siniestra al tiempo que los activos argentinos offshore nunca dejaron de incrementarse. ¿Algo del misterio empieza a develarse?
- Así como el modo más tradicional de producir dólares (basado en la prodigalidad de clima y suelos) genera vías de fuga de divisas, el modo de concebir nuevos proyectos generadores de dólares –también basados en la explotación intensiva de recursos naturales (hidrocarburos por fracking, litio)– no sólo conlleva fuga de divisas, sino que implica usos destructivos de hábitats humanos; y en ambos casos insostenibles social y ambientalmente, sin alcanzar creación de empleo valioso.
- No puede dejar de subrayarse el carácter finito de los recursos sobre los cuales se basan las exportaciones argentinas. No se trata sólo del agotamiento de los minerales o hidrocarburos, sino también de la explotación insostenible del suelo en la agricultura a gran escala, que requiere crecientes insumos hidrocarburíferos y químicos, ya que los nutrientes naturales son agotados con varias cosechas anuales todos los años.
- Vaca Muerta es un reservorio no-convencional de gas para el cual los operadores privados requieren que el Estado invierta en la infraestructura (gasoducto, ferrocarriles) necesaria para extraer y transportar los hidrocarburos de la explotación e insumos para la producción. Inversiones que en pocos años quedarán en desuso ante el agotamiento de los yacimientos. Inversiones todas en actividades contrarias a la descarbonización de la matriz energética, tan cacareada en organismos internacionales por funcionarios argentinos.
- Por último, merece señalarse que, a través del trabajo sistemático de diversos investigadores sociales se ha llegado a rastrear que las principales vías de salidas de divisas hoy día no son comerciales sino, centralmente, la fuga de capitales (aproximadamente 15 a 20.000 millones de dólares anuales) mediante manejos intra-firma de grandes corporaciones multinacionales, minimizando el pago de impuestos. Este drenaje de recursos se financia con deuda durante los gobiernos neoliberales y con dólares comerciales bajo los gobiernos «no-neoliberales»; la constante en el tiempo es que los dólares siempre se van.
- Así poco a poco se puede llegar a armar el rompecabezas que devele el misterio de por qué en la Argentina siempre faltan dólares. El complejo sojero en el último cuarto de siglo se ha evidenciado muy capaz, generando montañas de dólares para pocos exportadores y algunos productores a costa de enormes daños sociales y ambientales en varias regiones del país, que afectan a millones de argentinos. Por eso, estemos muy atentos y no seamos ingenuos ante semejante Vaca Muerta, equivalente a “dos complejos sojeros”.
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