El verbo rosattiar

La verdadera avanzada sobre los poderes del Estado

 

El actual golpe perpetrado por un minúsculo grupo de personas contra las instituciones de la República no es fácil de entender… Algo que aprovechan los perpetradores y sus cómplices mediáticos.

¿Monarquía? La palabra es una combinación de dos términos: arjéin es gobierno, poder, autoridad, y mónos es uno. Se refiere, entonces, a una persona que ejerce el poder. En nuestros tiempos, se refiere a que una sola persona ejerce los poderes políticos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Ciertamente podríamos decir que fuera de estos hay otros poderes, como el poder económico, el poder mediático, el poder internacional, pero se refiere fundamentalmente (al menos en la teoría) al gobierno político. Ciertamente puede ocurrir que los poderes anteriormente mencionados sean los que consigan que uno (o una) que responde a sus propios intereses ejerza la monarquía política. Pero esto no es una condición sine qua non de la monarquía.

¿Realeza? El término remite a un rey que ejerce el poder. Es sabido, sin embargo, que hay realezas de diversos tipos en nuestro tiempo: constitucionales, parlamentarias, absolutistas, etc. Un rey o reina suele ser un gobierno dinástico, es decir que quien hoy lo es, es hijo/a de que quien ayer lo fue y padre/madre de quien lo será mañana.

¿Imperio? En este caso, la referencia incluye un territorio, habitualmente extenso, en el que un emperador gobierna incluso sobre otros reyes, que son sus vasallos o clientes. Es la actitud de imperar, ejercer poder sobre otros y sobre el territorio.

¿Principado? Si bien puede entenderse en un sentido un poco menos importante en contraste con los anteriores (el príncipe suele ser el hijo del rey, aunque hay territorios que son solamente principados) también puede interpretarse que alguien es el principal, que tiene ventaja o superioridad en comparación con los demás.

¿Dinastía? Se trata de una familia cuyos integrantes ejercen sucesivamente (y en ocasiones en el mismo momento, según los territorios) el poder en los ámbitos de sus predecesores, que pueden ser reyes, monarcas, o incluso emperadores.

¿Autarquía? El término es ambiguo, y si bien en ocasiones se trata de las políticas de un Estado que puede bastarse a sí mismo, con sus propios recursos, también puede entenderse como un gobierno que es autosuficiente y por tanto no precisa de los demás para ejercer el gobierno.

¿Soberanía? El término implica superioridad, alguien elevado, y refiere a quien tiene una autoridad “suprema e independiente” (RAE). Es una “alteza” no superada por nadie.

Estos y otros términos del mismo campo semántico nos invitan a pensar en la actual avanzada desde el poder (con apoyo de otros poderes) para que una misma persona ejerza la plenitud del Poder Judicial, con injerencia en el Legislativo y el Ejecutivo. Y analizando las palabras que comentamos, quizás ninguna lo exprese acabadamente, pero a su vez algo de todas pueda aplicarse.

Otra variante sería que, en un buen diccionario de sinónimos o de imágenes afines, pudiera incorporarse el término “Rosattiar”. Al fin y al cabo, desde antes de asumir mostró que la Constitución Nacional era un “cargo menor” y lo sigue manifestando. Lo interesante del verbo rosattiar, de todos modos, es que no puede conjugarse porque no hay modo de que “yo rosattee”, “tú rosattees”, ni nosotros, ni ustedes. Siempre son ellos. Y un ellos muy chiquitito.

 

 

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