Las tasa de inflación en la Argentina que se observó el año pasado nunca dejó de ser materia de preocupación por su impacto sobre los ingresos de la población, y a los factores internos que la propagan se añaden las vicisitudes de la economía internacional. Como es sabido, si la reanudación tras la cuarentena global de la actividad que tuvo lugar en el mundo el año pasado trajo aparejada aumentos de precios significativos, la guerra entre Rusia y Ucrania ahonda la tendencia.
Por estas razones, la debilidad con la que gobierno ha hecho frente al problema del deterioro en el poder de compra del salario y de los ingresos por transferencias que perciben los trabajadores que se origina en el incremento del nivel de precios, y su posible impacto en el crecimiento económico, vuelven necesaria la reflexión sobre el espíritu con el que se estableció el fondo para subsidiar el precio del trigo en el mercado local.
El pan de cada día
En 2021, de acuerdo al índice de remuneraciones del INDEC, los salarios del sector privado registrado aumentaron un 55,3% y los del sector público, 58,6%, ambos por encima del IPC. Este fue uno de los factores que hicieron posible que finalmente se alcanzase la alta tasa de crecimiento que se registró. Aun así, los perceptores de transferencias sociales y los asalariados no registrados no corrieron la misma suerte, y es tal el malestar acumulado de los mismos trabajadores registrados, que no parece extraño que el gobierno haya perdido las elecciones.
Los datos de precios correspondientes a febrero, que se registraron antes de la emergencia del conflicto, ya mostraron una tendencia preocupante, con el índice de precios al consumidor alcanzando en el mes un aumento del 4,7% y una variación acumulada en el año del 8,8%, mientras que la canasta básica alimentaria y la canasta básica total mostraron alzas del 9% y el 6% en el mes, y del 13,5% y el 10,10% en lo que transcurrió del año, respectivamente. El conflicto en Ucrania se hizo presente en el índice de precios internos al por mayor, en el que la energía eléctrica mostró un incremento en febrero del 11,3%. Con semejante aumento es inevitable que se haya producido un rezago en los salarios.
El problema que enfrenta la sociedad argentina es que las presiones inflacionarias detengan la leve recuperación salarial, lo que es una amenaza de probable cumplimiento, y, en consecuencia, se revierta la tendencia al crecimiento que se observó el año pasado. O simplemente, que la misma se aletargue de tal forma que se prolongue el malestar existente.
El FMI pondera que estos aumentos de precios de los alimentos en los hogares de los países desarrollados representan el 17% de los gastos familiares y en América Latina cerca del 30%. Más interesante es lo que observa del impacto según la composición de la dieta. Por lo que se señaló, el precio del trigo creció mucho más que el de cosechas como el arroz y el maíz, y para los europeos el pan tiene un peso muy importante en la alimentación, lo que deja a su población más expuesta al problema. La Argentina queda afectada también. En la medición de la Canasta Básica Alimentaria que realiza el INDEC, el pan es considerado el segundo alimento más importante, cuyo volumen de consumo alcanza los 6.750 gramos al mes, solamente por detrás de la leche (9.270 g) y por encima del a carne (6.270 g).
La solución propuesta por el gobierno de crear un fondo con la recaudación resultante del aumento a las retenciones a la soja para subsidiar el precio del trigo tiene una deficiencia inherente, que es que se hace depender el subsidio del precio de otro bien, cuyo aumento es independiente. Por lo que se limita el subsidio a lo que lo recaudado para el fondo permita, en vez de controlar el precio de acuerdo a las necesidades del mercado interno, que es el efecto que hubiesen tenido las retenciones móviles. Para dimensionar el problema cuantitativamente, podemos señalar que las estimaciones indican que el complejo sojero alcanzará en 2022 una producción que se valúa en 18.000 millones de dólares a precios actuales. El 2% que se recaudaría con el incremento del derecho de exportación alcanzaría los 364 millones de dólares. La población argentina se estima en 47 millones de argentinos, por lo que en promedio se reciben de subsidios 8 dólares por persona. Considerando un tipo de cambio oficial de 110 pesos, esto resulta en un subsidio de 851 pesos por habitante de la soja para la harina de trigo en todo el año. En el mercado argentino se calcula 90 kilos anuales de harina por persona, que, tomando un precio mayorista de 60 pesos (bolsa de 25 kilos a 1500 pesos), alcanzaría los 5400 pesos al año. Restándole el subsidio, el gasto anual por habitante en harina de trigo quedaría en 4548 pesos, y llevaría el kilo a 50 pesos.
Este cálculo supone un escenario de máxima en el que toda la cosecha de soja se exporta y el precio del trigo no aumenta, e indica que en el mejor de los casos se trata de una reducción de un sexto del precio que lo retrotrae a la situación anterior a la guerra, y es la intención que enunció el gobierno. El aumento de los precios era problemático antes de la guerra, por lo que la dificultad persiste. Además de quedar fuera de la cuestión el precio de otros bienes que inciden en la alimentación de los argentinos, de los cuales el más destacable es la carne.
Moderación o Pueblo
Sostener que las dificultades surgidas durante el conflicto en torno a la Resolución 125 impiden ensayar una solución profunda es una justificación muy pobre, en primer lugar, porque mejorar las condiciones de vida de la mayoría de un país implica resolver los problemas que necesariamente surjan en su estructura social y económica ante las alteraciones del statu quo ante que produzcan la imposición de medidas progresistas, y en segundo lugar, porque frente a la historia previa bien vale decir que es el momento de reflexionar para encarar los problemas que no se pudieron resolver entonces.
En este momento, los sectores que componen el Frente de Todos atraviesan disputas por la orientación política del gobierno, frente a lo cual, el texto titulado Unidad del campo popular: moderación o pueblo, señala entre otras cosas que las políticas de corto alcance que fueron elaboradas con el propósito de evitar resolver problemas de manera conflictiva con los posibles detractores del proyecto con el que se identificaba FdT, han resultado en una pérdida de sustancia de la coalición originada en la evidente ineficacia de sus acciones, lo que resultó en que la posición de los trabajadores en la distribución del ingreso haya continuado empeorando en el período que de ejercicio de la actual administración.
Si se modifica el estado de cosas alcanzado para peor por la inadecuación de las políticas llevadas adelante, la coalición gobernante se vería envuelta en una crisis que ya no se limitaría a desacuerdos internos, sino a la imposibilidad de ofrecerle algo a la sociedad que la vuelva atractiva. Este es el peligro que advierten los que reclaman un accionar más específico.
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