Discutir el fondo del acuerdo

Las zonas grises del acuerdo con el Fondo, debatidas políticamente hacia el interior del kirchnerismo

 

“El pago continuo de deudas insostenibles tiene riesgos políticos mayores. Si los países fingen que pagarán su deuda, un resultado mucho más probable es que quemen valiosas reservas de efectivo, lo que dificultará una eventual reestructuración. Todos los programas recientes del FMI en Kenia, Sri Lanka, Pakistán y Ecuador asumen un crecimiento de las exportaciones que está muy por encima de las tendencias históricas. No sirve que se asuma que todo el mundo puede exportar para salir de los problemas”.

La reflexión que precede no fue formulada en ninguna Unidad Básica de La Cámpora, aunque podría haberlo sido. En realidad corresponde al economista Simon Hinrichsen y fue extraída de un artículo publicado en el Financial Times durante la última semana. El texto circuló entre el núcleo duro del kirchnerismo y aliados, que incluye 38 diputados disconformes con el presunto acuerdo anunciado.

¿El objetivo de esta circulación de sentido? Darle profundidad política al debate sobre una negociación cuya letra chica aún resulta una incógnita. Sumado al extremo paradójico de que algunos de los últimos detalles filtrados salieron de la boca de los propios funcionarios del organismo.

Después del cimbronazo que significó su renuncia a la presidencia del bloque del Frente de Todos (FdT), Máximo Kirchner sigue enfocado en remarcar entre los propios, los baches –o mejor dicho, agujeros– del actual programa económico y de los compromisos asumidos ante el Fondo. Pero también la circunstancia –autoinfligida– de debilidad política para dar la cara ante la sociedad.

El discurso de Alberto Fernández de que “la historia juzgará quién hizo qué”, en su breve anuncio sobre el principio de entendimiento con el FMI, obturó la discusión sobre las consecuencias del endeudamiento durante el macrismo. De ahí que varios referentes, contrarios al acuerdo, hayan manifestado la intención de volver sobre los grandes fugadores de divisas durante el período 2016-2019.

Un dato que vale la pena destacar. Todavía duerme el sueño de los justos la información que envió la autoridad monetaria a la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa con los movimientos de todos los CUIT que fugaron divisas durante el macrismo, una verdadera ruta del dinero. No sólo podría determinarse la cuenta total de la compra de dólares por cada actor del poder económico (listado que ya fue publicado por El Cohete), sino hacia qué bancos o guaridas fiscales fueron transferidos.

En la búsqueda de responsabilidades, la Procuración del Tesoro, a cargo de Carlos Zannini, insistió ante la jueza María Eugenia Capuchetti para que se les tome declaración testimonial a los integrantes del staff del FMI que elaboraron el documento “Informe País N° 18/297” en octubre de 2018, donde dejaron por escrito que los recursos del organismo se habían desviado.

Bajo esta idea de construir sentido sobre las implicancias de acordar con el Fondo, la discusión política debería haber asumido ciertos riesgos que no fueron tenidos en cuenta por Martín  Guzmán, a pesar de las insistencias de Máximo Kirchner y Cristina Fernández.

En ningún momento, sostienen, el ministro de Economía habría planteado ante el Fondo la necesidad de extender una negociación a 20 años. El argumento oficial sería que no existen esos plazos dentro de los estatutos del organismo. Como tampoco existía la posibilidad de prestarle al país un 1000% por encima de su cuota parte para financiar la fuga de capitales, retrucan.

“Había que forzar a que ellos nos dijeran que no, que quedaran expuestos para poder dar una discusión ante la sociedad. Pero hizo la suya”. Palabras más, palabras menos, estos son los conceptos que circulan por algunos de los despachos del Palacio de Diputados.

Desde el kirchnerismo recuerdan que siempre hay otras alternativas, al menos, para abrir un debate. Como cuando CFK consiguió, juntos a otros países, que se aprobara la cláusula de acción colectiva para las reestructuraciones de deuda en el seno de la ONU.

 

 

Cuentas que no dan

Existen temas de la macro que siguen sin cerrar, por más preacuerdo que se haya alcanzado. Todavía permanece en zona gris saber cómo se reducirá el déficit con un gasto público que debería crecer en términos reales y sin aumentar impuestos, al menos en la cuantía del Aporte Solidario a las Grandes Fortunas.

También cruje la meta de reducción gradual de los subsidios energéticos que se plantea dentro del esquema de consolidación fiscal. “Pareciera ser inconsistente con el objetivo de contener la dinámica inflacionaria”, reflexiona un integrante del equipo económico.

Si de algo sirvió el preacuerdo con el FMI, fue para unificar a Darío Martínez, secretario de Energía, y a Federico Basualdo, subsecretario de Energía Eléctrica, en un aspecto sensible. “Este año los subsidios tendrían que subir”, trataron de explicarle al ex jefe de bloque del Frente de Todos.

En el último informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) se enumeraron, en base a un trabajo previo de Nicolás Arceo, varios de los escollos para la política tarifaria: la suba del dólar, el aumento de los precios internacionales de la energía, la mayor demanda a causa del crecimiento económico, la baja (debido a la sequía) de la potencialidad en la generación de energía hidroeléctrica –la cual debería sustituirse por producción termoeléctrica– y, finalmente, la menor capacidad de Bolivia de enviar gas, que deberá sustituirse por importaciones de gas licuado.

El promedio del millón de BTU se ubicó el año pasado en los 18 dólares, mientras que en enero de este año llegó a los 30 dólares y en lo que va de febrero promedia los 24 dólares. La cuenta para la reducción del déficit no estaría cerrando.

Desde CAMMESA (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico) ya se licitó la importación de 18 cargamentos de gasoil y otros 7 de fueloil por un total de casi 800 millones de dólares. En este contexto, la segmentación tarifaria no llegaría ni a arañar una reducción para la cuenta subsidios o transferencias económicas para el sector energético.

“Con los recursos del Aporte Solidario se debería haber acelerado la licitación del gasoducto de Vaca Muerta. Pero esos recursos fueron utilizados para apuntalar la reducción contable del déficit como pedía el Fondo, más que para acelerar esta inversión clave”, reflexionaron desde el kirchnerismo.

 

 

¿Fuga importadora?

Al 7 de febrero, las reservas netas del BCRA se ubicaron en los 1.165 millones de dólares, discriminadas de la siguiente manera: las divisas líquidas fueron negativas en 2.446 millones y el oro contabilizaba tenencias por 3.611 millones.

Entre diciembre y enero de este año se dispararon los adelantos de importaciones. En el último mes de 2021 fueron 6.200 millones de dólares, cuando un año atrás había sido casi la mitad. Durante el primer mes de 2022, los pagos fueron por 5.200 millones. No hay exportaciones de soja o litio (por citar un ejemplo del menú exportador que blande el Poder Ejecutivo para crecer en reservas) que permita sostener estos niveles de drenaje de divisas.

Desde el BCRA reconocieron, en este comportamiento del sector privado, cierto factor de especulación frente a una posible (o esperada por ellos) devaluación. En la Unión Industrial Argentina  (UIA) también asumieron el componente especulativo.

En este contexto, llama la atención un dato. Si se comparan las ventas de dólares para importaciones registradas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) con los valores registrados por el INDEC, surge una diferencia de 3.200 millones de dólares entre 2020 y 2021. En parte, esto también explicaría por qué fue tan difícil juntar reservas para el Central.

La cuestión cambiaria es otro de los temas que continúan en zona de secreto. Y el Fondo, con su idea de reducir subsidios, aumentar tarifas y subir la tasa de interés, también empuja a una espiral inflacionaria.

En este sentido, desde la entidad fabril esperan que la devaluación acompañe a la inflación. El tema es que el piso de la variación de precios está por encima del 50%. “Lo lógico sería un tipo de cambio oficial cerca de los 170 pesos (por dólar) y un contado con liquidación que quede cerca de los 250 pesos”, explicaron.

 

Vencimientos

Entre marzo de 2022 y julio de 2024 se producirán 37 vencimientos de cuotas de capital de los cinco tramos de préstamos recibidos durante el macrismo. Sigue bajo secreto el mecanismo de cómo empalmarían los vencimientos con los nuevos desembolsos, en el contexto de las revisiones trimestrales del organismo. Tampoco se sabe mucho sobre los pagos de intereses.

“Lo único certero es que los vencimientos originales de intereses permanecen de acuerdo al convenio original y deben pagarse porque se calculan en forma vencida. De ser sustituido cada uno de los 37 vencimientos de capital por dos cuotas semestrales se fijará la fecha de pago de los intereses, que presumo será de vencimiento trimestral desde la refinanciación”, sostuvo Sergio Arelovich, integrante del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE).

Lo que resta pagar de los intereses del stand-by otorgado en el período Trump-Macri asciende a los casi 1.800 millones de dólares, otro lastre que erosionará las cuentas del Banco Central.

 

 

 

El sentido de la política

“El pago continuo de deudas insostenibles tiene riesgos políticos mayores”, insisten desde un sector de la coalición gobernante con el artículo de Hinrichsen. Y automáticamente vuelven sobre la necesidad de haber afianzado el argumento de por qué había que negociar a 20 años. A partir de 2027 los vencimientos se vuelven impagables, en el orden de los 4.000 millones para ese año y los 6.000 millones para los siguientes cinco.

La discusión política de estos aspectos –que tensionan hacia el interior del FdT– pone en el centro una pregunta clave: ¿quién seguirá llevándose el crecimiento? “Todavía no hay derrame”, insiste Kirchner entre sus allegados y militantes. La frase suele acompañar otra que ya había sido pronunciada en un discurso en Bahía Blanca, sobre el cierre de la campaña del año pasado. “No hay que enamorarse de los números macro”. Sobre todo, si esos guarismos son pautados con el Fondo en una suerte de co-gobierno.

 

 

 

 

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