Fueguinos, malvineros y antárticos
El desafío de la UNTDF: generar un relato propio desde nuestras particularidades
La Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (UNTDF) es una universidad del bicentenario, como muchas otras que fueron creadas en los gobiernos de Cristina Kirchner, la mayoría en el Conurbano bonaerense y ésta a más de 3000 kilómetros del centro político del país. La creación de la UNTDF (ley 26559/2009) vino a proponer nuevas y variadas posibilidades de formación, investigación y extensión en la educación superior del sur del país, en la única provincia que aún no tenía una universidad pública nacional propia y que además de ser la provincia más joven (ley 23.775/1990) es muy particular geográfica e históricamente, y de gran importancia geopolítica para la nación argentina.
Trataré de explicar algunas de estas particularidades de forma brevísima, por motivos de espacio, pero tengo la impresión de que muchas de ellas podrían dar lugar a futuras notas porque valdría la pena explayarse y discutir en profundidad estas características.
Primero y principal, es una provincia bicontinental, con territorios en el continente americano y en el continente antártico, que cuenta con extensos mares que unen los distintos territorios insulares y continentales, lo que la hace básicamente una provincia marítima. Los límites actuales de la plataforma continental argentina han sido establecidos por la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), creada en 1997 (ley 24.815/1997), en una presentación que se realizó en 2009 ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) de la Convención de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar (CONVEMAR), y adoptados por consenso en 2017, quedando pendientes aquellas zonas sujetas a una disputa de soberanía con el Reino Unido así como el sector que está regido por el Tratado Antártico. Estos nuevos límites ampliaron la plataforma continental en más de 1.782.000 kilómetros cuadrados a partir de la aplicación de la norma de la CONVEMAR que explicita que “la plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio, hasta el borde exterior del margen continental”, pudiendo extenderse entonces más allá de las 200 millas marinas pero debiendo realizarse los estudios que así lo corroboren. Esos mares son estudiados intensamente por el CONICET, las universidades públicas nacionales y otros organismos del sistema científico-tecnológico argentino también desde 2009 en campañas desarrolladas paralelamente al trabajo de delimitación de la plataforma continental en el marco del proyecto denominado Pampa Azul, y mayormente con el mismo barco, el B.O. Puerto Deseado. El proyecto Pampa Azul, primer proyecto integral del mar argentino del que al menos yo tenga conocimiento, estudia específicamente cinco áreas geográficas prioritarias: el sistema fluvio-marino del Río de la Plata, el frente del Talud Continental/Agujero Azul, el Golfo San Jorge, el Banco Burdwood y las islas Subantárticas. Estas dos últimas áreas son parte del territorio de la provincia de Tierra del Fuego que además incluye las únicas dos áreas marinas protegidas que tiene el país (Namuncurá – Banco Burdwood y Yaghanes).
Tierra del Fuego es la única provincia argentina que tiene una gran parte de su territorio del otro lado de la cordillera de los Andes: toda la parte sur es trasandina por lo que posee un clima y una vegetación más parecida a la del sur de Chile que a la de la Patagonia continental, por los vientos del oeste con mayor humedad antes de descargarla en la cordillera; además, para aquellos que recuerdan del secundario la Teoría Tectónica de Placas, la parte sur de la isla pertenece a una placa tectónica, la de Escocia, y la norte a otra, la Sudamericana.
Es una provincia remota, en el más literal sentido de la palabra. Por ejemplo, la ciudad de Ushuaia, su capital, se ubica a 1000 kilómetros del extremo norte de la Península Antártica, es decir que está tres veces más lejos de la capital de la Argentina, la ciudad de Buenos Aires, que del Continente Antártico. La ciudad de Río Grande, la más poblada, está a poco menos de 500 kilómetros de las Islas Malvinas. Quizás no haga falta decirlo aquí pero Inglaterra está a aproximadamente a 13.000 km de Malvinas, 26 veces más lejos. La ciudad de Tolhuin está ubicada en el centro de la isla, en la cabecera del Lago Fagnano, muy cerca de la zona de contacto de las dos placas tectónicas, por lo que tiene un importante índice de sismicidad. No sé si para ustedes esta información es suficiente, yo creo que por ahora sí.
¿Pero por qué entiendo que es necesaria esta introducción? Porque 24 años de residencia en la isla, además de un período de tiempo de cuatro años que viví en el extranjero por razones académicas, me han hecho comprender lo difícil que es entender la realidad de vivir en este lugar para aquellas y aquellos que habitan las áreas centrales del país, donde tienen su sede los principales organismos de administración y gestión de la nación. Y esa “realidad” construida a la distancia genera dificultades para entender situaciones: en algunos casos problemas de comunicación, en otros de desaprovechamiento de oportunidades, y en definitiva genera proyectos y políticas para la provincia que son pensados, consensuados y decididos en Buenos Aires, con todos los inconvenientes que esto podría implicar. Creo que más allá de la formación de profesionales –que es esencial en la universidad–, del aporte que puede y debe hacer en la investigación y solución de los problemas regionales, de todas las propuestas formativas de pregrado y posgrado, y la porosidad que tiene que tener la universidad a todos los demás saberes que hay en nuestra sociedad y que canaliza a través de la extensión y la vinculación tecnológica, el principal objetivo de la UNTDF es el de generar un espacio para poder pensarnos desde nuestras particularidades de fueguinas y fueguinos, de malvineros, de antárticos que somos toda la población de Tierra del Fuego, y poder transmitir esos sentimientos, esos conocimientos, esas particularidades entre nosotros y con el resto del país, y también con los turistas que nos visitan de a miles cada año, en un relato propio, articulado, pensado y consensuado. Cuando hablo de relato pienso en la incorporación a toda la información científica que generamos en la universidad y todos los otros saberes de la sociedad fueguina, de la experiencia personal de las y los que la generan y la cuentan, al modo que los narradores pueden dejar sus huellas en las historias (sensu Walter Benjamin en Félix Guattari, Las tres ecologías, página 86). ¿Cuántxs nos sentimos así? ¿Cuántxs conocemos nuestros territorios, su geografía, su historia, sus recursos, sus empresas? ¿Cuántos hacemos e hicimos de Tierra del Fuego nuestro lugar por elección de vida más allá de haber nacido en algún otro lugar en “el norte”? La universidad potencia estas discusiones y reflexiones en cada una de las carreras que dicta, incluso con algunas asignaturas específicas para tratar este tipo de temas: desde el año pasado una maestría en Antártida, única en el país, y desde este año una maestría en Políticas Públicas, que aportan académicamente a la construcción de conocimiento específico de nuestra provincia y los espacios marítimos circundantes. Las propuestas académicas de la universidad cubren aspectos educativos, sociales, económicos y de las ciencias naturales.
Este año va a ser muy especial para esta provincia porque se cumplen 40 años de la guerra de Malvinas, de un conflicto que no comenzó en 1982 sino allá por 1833 cuando las islas fueron usurpadas por los británicos, o aún antes con varios conflictos previos entre españoles, franceses, británicos y estadounidenses. Recordaremos nuestro reclamo por la soberanía de estos territorios claramente conectados geológica, geográfica e históricamente al resto de nuestro país, que tuvo uno de sus episodios más tristes en la guerra declarada por un gobierno militar en retirada, que había librado una guerra interna y pretendía limpiar parte de sus culpas con esta otra guerra externa contra un gobierno de derecha en declive, que necesitaba movilizar a su pueblo detrás de un objetivo unificador para hacerlos olvidar de la cruda economía neoliberal que les imponía. En esa guerra murieron muchxs de nuestrxs soldadxs y se recuerda con mucho amor y compromiso el 2 de abril de cada año con vigilias y actividades en nuestra provincia. Pero además de esas actividades esenciales relacionadas con el conflicto armado podríamos y deberíamos hacer mucho más ¿No será un gran momento para repensarnos como provincia, como parte de un país que necesita imperiosamente seguir reclamando y ejerciendo la soberanía en los mares del sur y también desarrollarse para que su población viva mejor, cuidando el ambiente tan especial de las regiones subantárticas y antárticas? Tenemos la inmensa fortuna –si es que puede llamarse así a un gobierno de corte nacional y popular votado por el pueblo en elecciones generales– de que el gobierno nacional entiende y propone aprovechar esta fecha tan importante para avanzar en la generación de un relato propio sobre el Atlántico Sur y la Antártida, con muchas iniciativas en marcha como Pampa Azul, los satélites SAOCOM, la constitución de un Centro Interinstitucional (UNTDF-CONICET-IAA-UTN-INIDEP-APN) e Intergubernamental (Gobierno de Tierra del Fuego y Municipio de Ushuaia) en Ushuaia, diversas ideas de polos tecnológicos y de logística antártica, el cruce por aguas argentinas, el puerto de Río Grande y otras que se irán conociendo durante todo el 2022, y que también tenemos que ir proponiendo y consolidando en un proyecto unificado de provincia desde todas las instituciones fueguinas. Al menos ese es el camino que hemos comenzado a transitar desde la UNTDF con el acompañamiento del gobierno nacional, especialmente de los ministros de Educación, Jaime Perzyck, y de Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, a los que no hace falta convencer mucho para que se entusiasmen con estas temáticas, un camino de reflexión, de construcción, de discusiones –por qué no–, con el objetivo final de ser y sentirnos parte de la sociedad en la que vivimos. Son proyectos que sólo tienen sentido cuando son pensados y ejecutados colectivamente, cuando generan el compromiso y el entusiasmo de una gran parte de la población, cuando atraviesan diferencias generacionales y hasta políticas. Es un gran desafío para todos lxs fueguinxs, lxs patagónicxs y para todxs lxs argentinos.
* El autor es rector de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
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