Neoliberalismo al palo

La educación financiera y las declaraciones discriminadoras y racistas de la ministra Soledad Acuña

Por Raúl Moroni
Licenciada Acuña, perdida en los pasillos de la mercadocracia.

 

Durante el presente mes de enero, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires anunció la implementación de la llamada “Educación Financiera”, que prevé asignar a personal de distintas empresas. Dicha iniciativa vino a sumarse a la puesta en marcha, con el comienzo del ciclo lectivo 2022, de un sistema de “Prácticas Educativas”, tema del que nos hemos ocupado en un artículo anterior de El Cohete a la Luna.

Sin embargo, lo que en este momento nos preocupa, dada su gravedad, son las declaraciones realizadas la última semana por la ministra Soledad Acuña, quien ha planteado un supuesto destino inevitable para los alumnos de las escuelas públicas del país que no pudieron conectarse con la escuela durante la pandemia.

La licenciada Acuña, ante la requisitoria periodística, dijo entre otras cosas que “en 2022 ya es muy tarde para salir a buscar a los chicos”, que “seguramente ya están perdidos en el pasillo de una villa” o “cayeron en el narcotráfico”. Por supuesto que, a juzgar por el relato ministerial, en la Ciudad de Buenos Aires se registró una leve pérdida de alumnxs durante la pandemia (6.500), de los cuales, sólo faltan recuperar un centenar (100). De ello nos permitimos dudar.

Solamente pensar que una determinada cantidad de jóvenes del sistema educativo nacional no conectados durante la pandemia hayan tenido el destino que la ministra da por descontado resulta en sí mismo ridículo. Desconoce irrespetuosamente lo actuado desde el inicio de la pandemia por los ministerios de Educación de la Nación y de las provincias.

Peor aún, revela con sus dichos la presencia de criterios claramente discriminadores y racistas para con la población escolar. Esto es muy grave, más aún por ser una alta funcionaria del gabinete de ministros del Gobierno de la Ciudad quien los expresa.

Por otra parte, las cifras que la funcionaria esgrime para su jurisdicción no parecen verosímiles a la luz de algunos datos, como por ejemplo la actual matrícula del nivel secundario medio y técnico de la jurisdicción, que alcanza y supera el número de 100.000 alumnxs.

Asimismo, llama la atención que a un gobierno que no invirtió en el tendido de la red de conectividad para toda la superficie de Ciudad de Buenos Aires (203 kilómetros cuadrados) y que tampoco ha invertido en distribuir equipos de computación para sus alumnxs, se le “pierdan” solamente 6.500 jóvenes y sólo le falten 100 por recuperar.

Dada la cantidad de alumnos mencionada para secundaria y la evidente desinversión en educación, no sólo es predecible que quedaran aislados mayor cantidad de jóvenxs sino que aún falten muchos más para recuperar.

Debe destacarse además que debido a una prematura convocatoria a la presencialidad en la Ciudad durante 2020 han fallecido por Covid-19 más de 40 trabajadorxs de la educación, entre docentes y no docentes. Aquellos fueron obligados a asistir a las escuelas en un momento en el que aún no se estaba vacunando. Claro que este dato la ministra no lo menciona y gracias a la prensa cómplice ha pasado al olvido.

Para completar lo expresado al inicio de la nota, sobre otro tema que preocupa, como es la implementación de la educación financiera en escuelas, sostenemos que la misma debe ser un contenido más, igual al resto de los conocimientos que se imparten en la escuela secundaria, que no puede funcionar aisladamente sino integrada al diseño curricular. Sin dudas, docentes y supervisores del sistema educativo son quienes tienen que estar a cargo del dictado y seguimiento de dicha materia.

Para finalizar, nos inclinamos a pensar que las prácticas educativas, la educación financiera así como el permanente discurso determinista y ofensivo de la señora Acuña no son casuales. Forman parte de la política educativa que el neoliberalismo despliega en la Ciudad de Buenos Aires, tendiente a implementar desde la educación y para los alumnxs un modo de vivir sostenido en una cultura financiera especulativa y mercadocrática, cultora de un exitismo individual, meritocrático y discriminador.

 

 

 

* El autor es profesor de historia, supervisor del nivel medio y técnico de la Ciudad de Buenos Aires, retirado en 2018.

 

 

 

 

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