Las diferencias de fondo en cuanto a la política económica no se zanjan con el juego de la silla en el gabinete, ni mediante la reanudación del diálogo entre un hombre y una mujer.
Es mejor dejarse aconsejar por la sensatez y vitalidad de la política popular, que por el añejo canto de sirena de la moderación conservadora. No hay margen social para jueguitos retóricos.
Fantasía peligrosa, la de creer que se pueden generar expectativas favorables con un orden político que se basa en congelar el avance del mercado interno para frenar la inflación.
La clave del alza constante de precios es la puja distributiva. Para atacarla en sus causas, hay que abordar la cuestión del excedente y ver cómo se distribuye entre propietarios y no propietarios.
El ministro de Economía dijo que se crearon 1,2 millones puestos de trabajo, mientras que el Presidente había dicho que eran 1,9 millones. En realidad fueron 164.000, más de siete veces menos.
Telefónica de Argentina y Pampa Energía deben ser convocadas por la AFIP y la CNV a explicar la compra de dólares de 2016-2019 que no han podido justificar en sus memorias y balances.
Las recientes detenciones de gremialistas de Camioneros se enmarcan en otra operación del Departamento Judicial de San Nicolás, donde la Gestapo antisindical goza de buena salud.
Toda esta locura del Consejo de la Magistratura que estamos viviendo se debe a un tema de caja. Caja que la Corte desea, aun cuando la Constitución no se lo permita.
Esta semana, la Vicepresidenta irrumpió en el escenario político e iluminó el problema de base: la desigualdad y la miseria son consecuencia de las decisiones políticas que se toman, pero también de las que no se toman.
A los diversos factores que explican el crecimiento de la matrícula privada en la Argentina, debe sumarse el permanente intento de la derecha de desprestigiar a la educación pública.
El plenario del Consejo de la Magistratura aprobó por siete votos contra cinco un “reglamento de funcionamiento mínimo y de contingencia” hasta que se defina la nueva conformación del órgano.
Lo peor de los Oscar no fue la cachetada, el chiste ni el machismo sino que millones de personas, en pleno siglo XXI, sintieran pena por una mujer por el solo hecho de ser pelada.