Una mirada experta

Consideraciones de Adriana Puiggrós con relación a la reforma educativa de la provincia de Buenos Aires

 

 

Consignas superficiales repetidas; nostalgia de un pasado que se presume mejor; liviandad discursiva en notas escritas sobre los problemas educativos con el fin de atacar la reforma por no considerarla “eficientista” son lugares comunes que asume la discusión pública sobre “la crisis en educación”. Para abordar con precisión, sin entrar en la nostalgia personal del pasado, donde algunos añoran la “repitencia”, a la que consideran parte del aprendizaje del secundario, resulta importante conversar con la doctora en Pedagogía, Adriana Puiggrós. La investigadora se toma un tiempo para reflexionar en diálogo con El Cohete a la Luna sobre la reforma realizada en el régimen académico del secundario bonaerense.

Es necesario escapar de opiniones simplistas cuando se habla del nuevo régimen académico (RA) que rige para las escuelas secundarias bonaerenses. Sobre todo, de aquellas que ya hablan de su fracaso a un poco más de un mes de su implementación. La reforma no fue inconsulta, sino trabajada. Así, al menos, se desprende de los datos oficiales. “509 encuentros con directoras/es. 42 reuniones de trabajo sobre enseñanza y evaluación con los mismos destinatarios. 10 jornadas institucionales con todos los equipos docentes. Más de 100 encuentros con centros de estudiantes (rondas estudiantiles bonaerenses; dispositivo Tramar Escuela; mateadas por el RA) y siete encuentros del Consejo Consultivo de Estudiantes de la Dirección Provincial de Educación Secundaria”, describió el director Provincial de Educación Secundaria bonaerense, Gustavo Galli, consultado para esta nota.

Un dato no menor, que suele olvidarse u obviarse con mala fe, y que Galli recuerda, es que “el régimen académico fue aprobado el 6 de junio de 2024 por el Consejo General de Educación. Recibió los votos afirmativos de todos los sectores que lo integran: el espacio político oficialista, el espacio político opositor y los representantes de los trabajadores que componen el Consejo. La unanimidad, en estos tiempos cada vez menos valorada, supone diálogos y, por supuesto, capacidad de escucha y de incorporación de las propuestas que han sido intercambiadas”. 

Quien escribe abordó en este semanario digital la reforma propuesta del RA. Esta no se implementó en su momento y fue rediscutida en 2024 debido al embate de sectores del poder económico de derecha y mediático, que intentaron esmerilar la imagen de Axel Kicillof ante su reelección. Lo anticipamos en una entrevista en febrero de 2023 con Alberto Sileoni y también destacamos el principal objetivo del RA, que, después de su amplia discusión, se implementó este año.   

El 9 de junio del 2024 consulté a Adriana Puiggrós sobre la reforma del nuevo régimen académico en la provincia de Buenos Aires. Respondió con su claridad habitual: “Me parece la mejor reforma que se haya hecho nunca desde que se fundó el sistema educativo. La estudié muy en detalle”. Agregó: “Siempre hay una reacción conservadora. Cada vez que se intentó hacer una reforma, hay algunos sectores que piden más y otros piden que no se mueva nada. Con lo cual, es meter la mano en el fuego. Todo de golpe no se puede hacer”. Puiggrós aclaró que no tuvo participación como asesora ni nada, sino que opinaba como pedagoga.

Destacó que la no repitencia es algo que se hace en muchísimos países, “porque repetir ya es una antigüedad”. Habló del impulso de varias medidas, “como la titularización de los directivos. El avance hacia la titularización de los docentes”, cosa que recalcó “no se hace de un día para otro”. En síntesis, precisó: “Aplaudo que se hayan animado, que sigan para adelante y ojalá haya buena voluntad para el cambio”. Y agregó: “Este era un cambio pensado desde nuestra perspectiva. Y así como hay familias que dicen ‘ahora no va a haber evaluación, va a bajar la calidad’ y profesores que también dicen ‘se tendría que haber hecho mucho más’, a mí me parece que en términos generales está muy bien”.

Por su cargada agenda y por sus problemas de salud, la charla con Adriana se interrumpió. La pedagoga argentina sigue siendo un faro en el campo de la educación. Su rigurosidad en su análisis, su estudio exhaustivo del sistema educativo y sus dimensiones son siempre valorados y han sido aportes significativos con los que trabajadores de la educación se han formado. Sus libros son una fuente para abrevar en estos tiempos. Estudiosa de las pedagogías latinoamericanas, del pensamiento del revolucionario del pedagogo brasileño Paulo Freire, su mirada siempre enriquece por su prolífica trayectoria como investigadora y en la función pública. Con la siempre defensora de la escuela pública Adriana Puiggrós retomamos aquel diálogo, porque educar es una tarea política de la que no se toma descanso.

Me decías en junio de 2024 que el nuevo RA para el secundario bonaerense te parecía la mejor reforma que se haya realizado desde que se fundó el sistema educativo. ¿Cuál es el motivo de esa valoración?

En primer lugar, que haya un gobierno que se animó a realizar una reforma. Tocando dos de los núcleos fundamentales que hay que transformar, que pueden parecer cosas muy sencillas, pero no lo son, y que hacen a las profundidades de ese sistema que tiene pronto a cumplir doscientos años. Entonces se habla —sobre todo— de la repitencia y mucho menos de la titularización. Me parece que el nuevo RA sigue cierta tradición de los gobiernos nacionalistas populares democráticos, que es la de la participación. Para realizar esta reforma, existieron reuniones con docentes en diferentes instancias. Recuerdo que para dictar la ley de educación de la provincia de Buenos Aires en 2007 —reformando la de la época de Menem—, hicimos una gran consulta y encontramos que hay hábito. La gente recibe bien la consulta. Y eso es algo para destacar también ahora. Es decir, no es una medida que alguien sacó del bolsillo, sino que viene de una conversación amplia.
La valorización está en el tema de la reforma, con titularización y repitencia. La titularización es importante. Porque hasta ahora uno encontraba que los equipos directivos podían ser cambiados de escuelas sin ningún problema y eso llevaba a falta de arraigo, porque no alcanzaban a tenerlo al ser trasladados. Esto es un núcleo central y la titularización es un tema muy importante. Porque la titularización no se hace de manera arbitraria, ya que los directivos que deseen titularizar deben pasar por un concurso y se les ofrece la capacitación para ello, y es un impulso grande que también abarque a los docentes.
Con respecto a la repitencia, lo primero para decir es que si hay algo a lo que las sociedades se resisten —no sólo en la Argentina— es a los cambios de régimen en educación. Sobre todo, lo que tiene que ver con reconocimientos, premios, castigos, lo disciplinario y lo ritual. Un dato interesante: en 1870, Sarmiento estaba enojado y en contra de los castigos corporales en las escuelas. En la Argentina había castigos corporales, pero voy a decir que en Gran Bretaña fueron recién prohibidos en 1986. En Escocia en 1987. En Irlanda del Norte, en 1987. En Uruguay existieron hasta el 2006. En Chile se está avanzando, se está discutiendo. Estoy hablando de castigos corporales en escuelas públicas; en las privadas en esos países que mencioné se prohibieron años después.
Este es un dato que demuestra cómo las sociedades se resisten a que la escuela deje de ser un lugar de castigo y de disciplinamiento. Como decía Foucault, la escuela está pensada como una cárcel. Entonces es muy frecuente que, cuando no se sanciona a un chico de la manera tradicional, los padres protesten. Con respecto a la repitencia, la idea de que no se repite, que se comenzó a trabajar en la época de Cristina (Kirchner) a nivel nacional y en la provincia también, inmediatamente encuentra una respuesta que es “entonces van a pasar de cualquier manera”. Y lo que está haciendo la provincia de Buenos Aires ahora no es abrir la puerta para que titularicen en la secundaria de cualquier manera. Hasta la UNESCO también está llamando la atención con la repitencia. 

Sectores conservadores y progresistas intentan valorar la repitencia en el secundario, alegando que forma parte del aprendizaje. ¿Por qué la repitencia no es buena? ¿Qué países lo comprobaron y abandonaron ese camino?

Primera cuestión. Con relación a aquellas materias que el estudiante ya cursó y ya aprobó, o desconfiamos de los docentes que los aprobaron o queremos castigar a los chicos en lugar de enseñarles y los hacemos repetir lo que ya aprobaron. Con lo cual esta reforma lo que hace es darles más oportunidades a los chicos, para que aprendan aquello que no han aprendido y no repitan lo que ya aprobaron. Es mayor justicia y establecer un puente con los adolescentes. Porque si hay algo que se corta permanentemente es ese puente de escucha mutua con los adolescentes. Porque los adultos tenemos una forma atrasada de comunicarnos con ellos que consiste en descalificarlos y no entender su lenguaje ni hacer el esfuerzo por entenderlos. Por supuesto que —como toda reforma—, para hablar de ella no es posible pensarla, implementarla y sostenerla si no hay financiamiento del Estado.
La repitencia genera mayor desigualdad e injusticia social. Y apunta a la reproducción de las diferencias de clase. No es menor esto, porque la provincia de Buenos Aires es la que tiene mayor inmigración de otros países latinoamericanos. Sobre los países donde no hay más repitencia podemos mencionar Suecia, Noruega, Finlandia, Japón, Corea, Malasia. Es una tendencia en todo Occidente dejar de lado la repitencia y hay directivas de Naciones Unidas de cambiar la repitencia por otro régimen de enseñanza-aprendizaje y de evaluación.

Planteas que el ingreso de los excluidos al sistema educativo no puede sostenerse sin cambios profundos de la escuela moderna. ¿El nuevo RA para el secundario bonaerense incorpora esos cambios profundos para garantizar la inclusión?

Creo que el nuevo régimen académico aborda muy bien y evita la injusticia de la repitencia. Porque si el estudiante por cualquier razón se distraía, se dispersaba y eso iba sucediendo con varias materias y lo llevaba a repetir, como demostraba una investigación realizada por CTERA —de no hace menos de diez años—, esa repitencia llevaba al abandono. Se veía una curva muy clara en ese sentido. Ahora bien, me gustaría decir que también es importante cruzar los datos de quienes abandonan con su nivel social. Porque si hay algo para decir muy claramente es que la repitencia genera desigualdad. Y el abandono escolar es lo que hay que evitar. Lo que hay que hacer no es tener la puerta abierta para que salgan aquellos que no aprendieron un programa que quizá no estaba del todo pensado para ellos y no los incluía como interlocutores. Porque el problema es que el programa tiene que incluir a los chicos como interlocutores. Y eso es algo que se ve en el RA donde hay un respeto por el estudiante.
Hay quienes se posicionan de manera contraria a la mayor inclusión que ofrece el RA y, en algunos casos, tienen la misma mentalidad de quienes apoyan el homeschooling (educación en el hogar), idea que Milei tiene y que ha expresado en campaña. Que los chicos estudien en su casa y después haya evaluadoras privadas y empresas privadas de evaluación que certifiquen sus estudios. Esto ya es legal en los Estados de Texas y Ohio, y está avanzando muchísimo en el norte de Florida y varios Estados más de los Estados Unidos y en algunos países europeos, por ahí aparece la tendencia. En la Argentina, en sectores de country se encuentra esa idea. Que no vayan a la escuela y mucho menos a la escuela pública, sino que se eduquen en su casa. Por eso decía que la expulsión vía la repitencia genera desigualdad. Una desigualdad que es de la misma concepción que el homeschooling.

Cuando hablamos de incluir, hay que saber que existe resistencia, dado que el derecho universal a la educación no ha sido aceptado por toda la sociedad. Te traigo un tema de tu investigación, donde la penetración del mercado en el espacio educativo es algo que siempre analizaste. ¿Qué hacer para que los espacios educativos no queden subordinados a las leyes del mercado que impera —aún más— en tiempos de Milei? 

Hay que construir una respuesta. Y el primer punto de esa respuesta es que hace falta más Estado. El Estado tiene la obligación de desarrollar plataformas y las universidades también, que traten no de competir con las plataformas empresariales que tienen mucho financiamiento, sino de proporcionar opciones a esos gigantes de la tecnología como Google, Apple, etc. Para ir a buscar públicos particulares que no les interesan a esas grandes empresas, que no les sirven como clientes posibles.
El Estado debería ir a esos sectores, por ejemplo, hacia los inmigrantes. La importancia de tomar el tema de la inmigración hasta como un ejemplo de cómo se produce la desigualdad. Muchísimos chicos que viven en el conurbano hablan quechua o guaraní sólo en la casa, sus padres y sus abuelos tienen las lenguas aborígenes incorporadas. Así como nosotros tenemos incorporadas frases y dichos de nuestros padres y abuelos, ellos tienen incorporados otras lenguas y lenguajes.
Entonces, el tema del lenguaje como espacio de construcción de vínculos es muy importante. Y en ese sentido el Estado tiene la obligación de desarrollar plataformas educativas que puedan comunicarse con el lenguaje de los otros. De la misma manera, tomar zonas rurales o más aisladas donde ni llegan ni van a llegar esas empresas porque no les interesa desde un punto de vista comercial a esas grandes plataformas. También hay que decir que no solamente es comercial el interés de las plataformas que ofrecen servicios en educación, sino ideológico. Y ahí el Estado debe acelerar en el avance en esta materia. Un ejemplo reciente es que siete universidades con financiamiento de CONICET y el Ministerio de Educación acaban de crear una plataforma interesantísima para formación docente. Por supuesto, gratuita. Muy bien hecha técnicamente y muy bien realizada conceptualmente.

El régimen académico del secundario bonaerense, ¿se enmarca en lo que planteas como un punto de partida para un programa que se proponga desacralizar el orden establecido y estimular utopías?

Sí. Va a ser muchísimo trabajo. Y lo que uno ansía es que haya constancia. Porque si cambian los gobiernos, cambian los programas, porque cambian los expertos, es un problema. Por lo que es de desear una trascendencia en el tiempo, constancia, porque estos son cambios culturales a los que hay que darles tiempo.

 

 

 

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