Sin locos y sin tramas

La política oficial para destruir la Televisión Pública

 

Sin anestesia y sin posterior sentido pésame alguno, la máxima autoridad cultural de la Nación (es una forma de decir) firmó el certificado de defunción de la programación completa de la Televisión Pública. El Cohete a la Luna dialogó con Cristina Mucci y Osvaldo Quiroga, conductores de Los siete locos y de Otra trama, dos espacios culturales emblemáticos que pasaron a peor vida.

Las respuestas de ambos difieren en sentimientos, expectativas y expresividad, pero coinciden en marcar el destrato de la cúpula del canal, de la que esperaban recibir una mínima explicación, un llamado de cortesía o una despedida formal. Desde las redes sociales, el fin no deseado de Los siete locos obtuvo un lógico y justo repudio por parte de gente cercana al universo de los escritores y editoriales, y también de seguidores del ciclo. “El apoyo que recibí, de todos los sectores, es enorme”, confía Mucci y eso la mantiene conmovida. Quiroga recibió adhesiones, en especial provenientes de los teatristas y actores independientes, pero –indica con algún fastidio– ninguno proveniente del arco político.

 

 

Los dos programas llevan muchos años en el aire y por eso tienen historias para contar y revisar. Los siete locos, título libremente inspirado en el clásico de Roberto Arlt y porque en un principio debían ser siete los ocupantes del estudio (los dos conductores –en el inicio Cristina Mucci y Tomás Eloy Martínez– más cinco invitados), empezó en 1987 durante el gobierno alfonsinista por Canal 13, por entonces en manos del Estado. Quien ocupaba la secretaría de Cultura, el historiador Félix Luna, se lo sugirió al gerente Carlos Gaustein, quien de inmediato lo incluyó en la oferta del canal. En 1988 pasó a Argentina Televisora Color. La estación dependía de la secretaría de Cultura y quien estaba al frente, el escritor Rodolfo Rabanal, tuvo una influencia decisiva en su arribo a la grilla estatal. Más adelante el programa tuvo un breve paso por una señal de cable hasta que regresó a la frecuencia pionera. Entre idas y venidas lleva 37 años en el aire, lo que no es poca cosa.

 

Mucci y Tomás Eloy Martínez, cuando conducían el ciclo en Canal 13.

 

En sus inicios (1993, Radio América, AM 1190), el título del programa de Quiroga explicitaba su contenido: El Refugio de la Cultura. Duraba cinco horas, y dos de ellas, con la producción de Eliseo Álvarez, salía en pantalla por Cable Visión Noticias (CVN), una señal de cable que se perdió en el océano de las frecuencias. En el 2000, con De la Rúa en el poder, pasó a Canal 7, como reconoce Quiroga, por el interés que le puso Darío Lopérfido, quién llevaba adelante la gestión cultural del gobierno. Hace 12 años, Quiroga dejó atrás El refugio y rebautizó a su espacio Otra trama. Sumando todas sus etapas ya alcanzó las 31 temporadas.

En el 2004, durante la gestión de Ana de Skalon, ambos espacios, el de Mucci y el de Quiroga, fueron levantados, pero por la reacción del ámbito cultural y una rápida intervención personal de Alberto Fernández, jefe de gabinete del Presidente Kirchner, pudieron mantenerse en la programación. Claro que no sin sobresaltos. Otra trama llegó a transmitirse en el insólito horario de las dos de la madrugada, eso que burlonamente Les Luthiers llamaban “el horario cultural de la televisión”. Los siete locos también fue paseado por la grilla del canal, según Mucci, “como 800 veces; el horario más loco que tuvo fue cuando lo programaron los sábados de 8 a 9 de la mañana”. Hasta hace poco iba los sábados de 12 a 13 y en este momento se replican programas ya emitidos, una alternativa que el contrato estipulaba. Quiroga duda que su programa tenga repeticiones. “Está lleno de pronunciamientos y opiniones políticas que no se bancarían. Por ejemplo, en uno llamé a votar por Sergio Massa”, informa. Hasta fines del año pasado su programa se exhibía los viernes a las 23.

 

 

 

El ángulo de la información

En los años en que los programas estuvieron activos, ¿qué funcionarios culturales estuvieron a la altura y cuáles no dieron la talla?, preguntó El Cohete. “Hay muchos funcionarios olvidables –apuntó Mucci–, pero hay que reconocer que siempre contaron con bajos presupuestos y que ningún gobierno consideró a la cultura una prioridad”. Exalta la figura de Pacho O’Donnell, “excelente ministro durante el menemismo y antes como secretario pero en la ciudad, al comienzo del gobierno de Alfonsín”. Quiroga muestra sus preferencias. “Con distintos signos ideológicos, pero con similar observancia democrática, menciono a dos que hicieron cosas importantes: Pacho O’Donnell y Pepe Nun. Enrique Avogadro fue excelente en los años recientes en Cultura de la ciudad. También Tristán Bauer, por lo mucho que hizo por el país federal. Jorge Telerman es otro de los que entendieron del tema”.

En relación al futuro inmediato del canal, la rueda del infortunio sigue sin detenerse y sin nadie que la frene. Las hipótesis son variopintas, pero ninguna ilusiona. ¿Intento de disciplinamiento a los medios de comunicación en general y a los públicos en particular, aunque casi todos se encuentran en estado de emergencia? ¿Paso previo a la concreción de una enorme especulación inmobiliaria? ¿Cuestiones únicamente presupuestarias? ¿Enojo, sanción, desinterés por todo aquello que no coincida a rajatabla con el ideario del gobierno? ¿Ofrecer el canal, llave en mano, a intereses privados?

Piensa Mucci: “Para mí, es una mezcla de todas esas opciones. Mientras tanto habrá que ver qué sucede en el Congreso con la ley Ómnibus, porque ese documento incluye la privatización del canal”. Y agrega: “Lamento que en la Argentina no se haya discutido jamás el verdadero sentido y razón de ser de los medios públicos. Nunca han sido independientes del poder político y eso tergiversa su función, que a mi criterio es muy importante. También fueron criticados porque no dan ganancias o porque no tienen rating, como si esas fueran sus funciones. Todas las democracias avanzadas tienen medios públicos: me parece un gran retroceso que se plantee la idea de cerrarlos”. Concluye Quiroga: “Me hicieron un daño innecesario. Claro que me duele haber perdido el programa, no tanto por lo económico, pero sí porque en tantos años nunca falté a una grabación y el canal era mi casa. Pero así es la realidad. El gobierno de Milei odia y desprecia la cultura, la educación, lo público en general. Eso explica el rencor, el resentimiento con que se maneja en relación al teatro, al cine, a los libros y cuya peor manifestación son los despidos que están ocurriendo en muchos lugares. Pero nadie ignora que también está el negocio inmobiliario que a algunos le puede dejar ganancias por millones de dólares”.

El Cohete también consultó a Osvaldo Santoro, que en calidad de vicepresidente acompañó a Rosario Lufrano al frente de la gestión de Radio Televisión Argentina. Sin dar precisiones, confirmó que en el terreno nacional la incidencia del presupuesto del canal es mínima. Conocedor de la realidad de las principales estaciones públicas del mundo, Santoro está convencido de que, sea el número que sea, no es un gasto sino “una inversión en soberanía, identidad, prestigio y cultura”.

El sábado 27 de abril, a las 20.30 horas, en el Pabellón Verde de la Feria del Libro se reunirán en una mesa, que seguramente tendrá una enorme convocatoria, Cristina Mucci y Osvaldo Quiroga. Esta nota viene a ser un anticipo de ese encuentro. La cita es muy prometedora.

 

 

 

 

* A Cristina Mucci actualmente se la puede localizar sólo en sus redes sociales. Osvaldo Quiroga inició hace unos días el nuevo programa Cultura 2.4 por la plataforma Global Play, de You Tube, los viernes a las 19.

 

 

 

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